Falta conciencia de años ha llevado la transportación a la ruina en Borinquen

Política

altNo sé si quiero rugir como un león de la indignación que siento hacia todo el aparato gubernamental que tiene que ver con las obras públicas y la transportación en Puerto Rico. Pero por otro lado, siento una profunda tristeza porque no hay conciencia entre los jefes del país de que hace tiempo estamos metidos en un hoyo abismal.

Vivimos en un país en que una gran parte de los servicios gubernamentales no son confiables. Boquiabierto ha quedado el público ante la noticia de que el secretario de la Autoridad de Carreteras y Transportación les ha otorgado miles de dólares en aumento a empleados selectos. Son casi medio millón de aumentos propuestos en una agencia que está endeudada por más de dos mil millones de dólares.

El secretario del Departamento de Transportación y Obras Públicas, Miguel Torres, bajo cuya agencia cae la Autoridad de Carreteras y Transportación, declaró ante una comisión legislativa que la deuda de esa agencia se ha disparado un 600 por ciento desde el 2008. La deuda ese año era de alrededor de $83 millones. Lo que pasa es que la agencia ha tenido que vivir de los préstamos a causa de tres operaciones radicalmente perdidosas que caen bajo su supervisión. Estos son el Tren Urbano, aquel niño querido pero insuficiente del exGobernador Pedro Rosselló, que costó más de mil millones de dólares, la Autoridad de Transportación Marítima (una gran parte de fondos federales que iban a esta entidad están congelados) y por fin, la Autoridad Metropolitana de Autobuses (AMA), que opera de una forma tan desgraciada que ha perdido millones de usuarios. Es en examinar el caso de la AMA que me sobrecoge la tristeza. Necesito la mano suave de un poeta para describir como a un pueblo pobre como es el puertorriqueño, el Estado no le puede suplir transportación en la que pueda confiar. Conozco a empleadas domésticas que han tenido que comprar vehículos (destartalados, por supuesto) para ir a limpiar las casas de sus clientes. La AMA ha sufrido un 69 por ciento de baja en sus viajes anuales entre el 2004 y la actualidad. Eso quiere decir que en el 2004 sus autobuses circulaban un total de 30.8 millones de veces, mientras que los últimos números muestran que ahora esos mismos autobuses dan 9.8 millones de viajes. No soy poeta a pesar de los poemas que he escrito, los cuales no dan el grado para publicarse, pero creo que hace falta la mano sutil de un poeta que transmita tristeza para describir la desdicha de un pueblo a quien un gobierno es desgraciadamente incapaz de suplirle un servicio esencial. Y de igual forma para mentar a inconscientes que le dan aumentos a son de medio millón a un grupo de selectos. Para citar a una reciente campaña de servicio público, “¿qué nos pasa Puerto Rico?”

Termino con esto: yo he vivido en algunas ciudades, pero soy cangrejero. Nací en Santurce, un orgulloso barrio de San Juan, y allí tomé autobuses (como decimos en Puerto Rico y Cuba) diariamente para ir a la escuela, para ir a mis prácticas de pequeñas ligas de beísbol, y cuando estaba un poco más grandecito para ir a la Universidad de Puerto Rico. Para no mencionar ir al Estadio Hiram Bithorn para ver a mis adorados Cangrejeros de Santurce jugar tanto beísbol y baloncesto. Cuando leo que la AMA ya no suple las necesidades de una población, me falta la mano suave del poeta y me cabe el aullido de un lobo. Como decía el jíbaro, “Que Dios nos coja confesa’os”.