Cerca del año 1608, en la Isla de San Juan Bautista, hoy día Puerto Rico, nació una mulata, a la que conocimos con el nombre de Ana de Mena. Esta joven, por lo vaivenes de la vida colonial caribeña, termina en La Habana, Cuba, uno de los principales puertos antillanos bajo dominio español y codiciado por las potencias europeas. Ana de Mena desde muy joven se dedicó a la práctica de las artes mágicas. La Habana era uno de los centros urbano donde las artes mágicas representaban un oficio para muchas mujeres y algunos hombres. La ciudad estaba llena de adivinadores, hechiceras, lectores de mano, curanderas y parteras, entre otros practicantes asociados con los ritos mágicos, que aprovechaban la población flotante que llegaba al puerto continuamente. Para muchos creyentes cristianos estas artes eran demoniacas, aunque esto no impedía que las consumieran, que pagaran por sus servicios y hasta que confiaran en el juicio de estos supuestos marginados.

En el caso de Ana de Mena, testigos hablaban de su dominio y conocimiento en la elaboración de pócimas, cantos mágicos y oraciones divinas, entre otras reverencias. Para muchos, incluyendo a los inquisidores, Ana era considerada maestra de hechiceras. Según los inquisidores, y según redactado en las relaciones de fe (actas): “parecía saber cuántas supersticiones y sortilegios la malicia humana había inventado”.

El primer juicio de Ana de Mena culminó el 25 de junio de 1628, en Cartagena de Indias, sede de la Inquisición en el Caribe. En ese momento su edad era de 20 años. La joven fue procesada luego que dieciséis individuos testificaran en contra de ella. Los argumentos acusatorios se referían a que Ana realizaba ritos mágicos dirigidos al bienquerer, la búsqueda de secretos y del conocimiento futuro. Como parte de estos ritos, también realizó suertes y conjuros. A parte de que tenía un amplio conocimiento sobre las yerbas y su uso. Al final, Ana aceptó sus pecados y fue abjurada levemente, dado a que estaba arrepentida.

Ana de Mena se queda en Cartagena de Indias, cumple sus penas y termina regresando a hacer lo que más le daba bienestar a ella: el uso de la magia. Nuevamente es acusada y llevada a la Inquisición. Por lo general, una reincidencia en el Tribunal del Santo Oficio era suficiente para enviar a la procesada a la hoguera. Ana tuvo mejor suerte que eso. En todo caso, este segundo juicio terminóel 26 de marzo de 1633. Para esta ocasión bastaron tres testigos para iniciar el proceso. Nuevamente es acusada de practicar las artes mágicas, pero en esta ocasión se le agrava por una supuesta adoración demoníaca, lo cual lleva a que se le considere una bruja. Uno de los demonios invocados por ella fue el famosísimo Diablo Cojuelo. Ana, nuevamente, acepta sus culpas. Claro, al ser reincidente termina con una abjuración vehemente, lo cual era considerado de mayor gravedad que el anterior. Como ya mencioné, Ana no termina en la hoguera, pero es desterrada y recibe doscientos azotes. Luego de esto, desconocemos de su destino.

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Batalla de Puebla; pintura al óleo y lienzo de 1870, de autor desconocido. Actualmente se encuentra en el Museo Nacional de las Intervenciones en ciudad de México

El 5 de mayo de 1862, ya pasada las once de la mañana, las defensas mexicanas en Puebla, viendo el avance de las columnas francesas hacia su posición, emprenden el fuego de artillería sobre sus enemigos. Los franceses, confiados en una fácil victoria y desacatando las recomendaciones de los mexicanos conservadores —sus aliados— de que se atacara directamente la ciudad y no a las fortalezas, se lanzaron hacia los dos fuertes que defendían una de las entradas de esta: Loreto y Guadalupe. Los dos fortines contaban con buena parte de las piezas de artillería con las que disponía el general Ignacio Zaragoza, líder de los mexicanos. Los franceses intentaron al menos tres ataques frontales, todos rechazados, y dieron espacio para que la caballería mexicana, en parte dirigida por Porfirio Díaz, y las milicias locales, llenadas con una gran cantidad de indígenas, quienes combatían con machetes y lanzas, hicieron que las tropas francesas retrocedieran. Al final del día, el Imperio francés había sido derrotado por los mexicanos. Sus bajas —muertos, heridos y prisioneros—sobrepasaron los 500 efectivos; los mexicanos solo 200.

Para los mexicanos fue su primera gran victoria como país independiente. Esta ocurrió en contra de una de las principales potencias del planeta en ese momento. La expedición francesa contaba con sobre seis mil soldados y era apoyada por los militares conservadores mexicanos, que buscaban reestablecer su régimen. Los liberales en Puebla tenían unos cinco mil efectivos y el apoyo de la población local.

Esta victoria repercutió a tal grado que hoy se conmemora y celebra en muchos lugares, especialmente en los Estados Unidos y sus territorios. De hecho, es sorprendente porque en México se celebra con menos ahínco que en su vecino del norte. La efervescencia de esta celebración llevó a muchos estadounidenses y puertorriqueños incluidos— a pensar que los mexicanos celebran su independencia el 5 de mayo. En realidad, esta se conmemora el 16 de septiembre, fecha en que el padre Miguel Hidalgo, en 1810, llamó a las armas a los feligreses de la parroquia de Dolores, en México, para enfrentarse al mal gobierno del Virreinato de Nueva España; acción que es considerada como el inicio de la guerra por la independencia. La misma se consolidó el 27 de septiembre de 1821, cuando las fuerzas independentistas ocuparon la ciudad de México.

Regresando a la batalla de Puebla, aunque esta fue un triunfo impresionante, solo fue uno de los primerosenfrentamientos en el conflicto. Los franceses se replegaron y esperaron refuerzos, unos treinta milsoldados enviados por el emperador francés, Napoleón III. Los franceses, quienes justificaron su invasión a la deuda que los mexicanos adquirieron con ellos para iniciar la intervención, apoyaban la creación de un estado conservador y monárquico que representara sus intereses. Para lograrlo, la nueva expedición regresó a Puebla, luego de capturar algunas localidades, y la ciudad fue sitiada durante dos meses. En esta segunda ocasión, los franceses y conservadores mexicanos prevalecieron, tomando la ciudad entre el 17 al 19 de mayo de 1863. De allí se pasa a ocupar la ciudad de México, la cual había sido abandonada por el régimen republicano. Con la toma de México y el establecimiento de un estado conservador se establece lo que hoy conocemos como el Segundo Imperio Mexicano, teniendo de monarca a Maximiliano de Habsburgo. Su reinado fue del 10 de abril de 1864 al 15 de mayo de 1867, cuando fue derrotado y capturado por las fuerzas republicanas del presidente Benito Juárez. El 19 de junio de 1867, Maximiliano fue fusilado.

Luego de entrar a la ciudad de México, las fuerzas de intervención francesas se consolidaron en el centro de México y continuaron combatiendo a los liberales en el resto del país en una guerra de desgaste que fue desfavorable para la opinión general de los ciudadanos en Francia. La incapacidad para obtener una victoria contundente y rápida que favoreciera los intereses de Francia, el que la Guerra de Secesión estadounidense finalizara y Washington presionara con su Doctrina de Monroe en contra de la intervención extranjera en México,y los reveces de la política internacional de Napoleón III, quién vio como surgía el imperialismo alemán —bajo el liderato del reino de Prusia a expensas de los aliados franceses promovieron la retirada de las tropas de ocupación, las cuales comenzaron a replegarse en noviembre de 1866 y finalizaron su retirada en marzo del 1867. Esto dejó a las fuerzas del presidente Juárez la oportunidad de derrocar a los conservadores y al imperio de Maximiliano.

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Ciudadano, ciudadana, compañeros y compañeras gremialistas y sindicalistas, asalariados y desempleados: ¡Cuidado! ¡El 5 de mayo se deciden muchas cosas que te afectarán directamente! En esas elecciones se decide quién gobernará el país, quién tomará las decisiones en política económica y social. Se decide quién, qué clase social pagará la crisis que deja el gobierno de Cortizo-PRD-Molirena.

O vuelve a gobernar un lacayo de la oligarquía financiera, o un gobierno salido de las luchas populares

El sufragio decidirá si vuelve a dirigir la nación un presidente al servicio de los grandes capitalistas, de los banqueros y comerciantes, de las empresas extranjeras que nos saquean; o si, por el contrario, dirigirá por primera vez en la historia de Panamá un gobierno salido de las entrañas del movimiento popular, de las grandes gestas de julio de 2022, y de octubre y noviembre de 2023.

El pueblo debe decidir si repite el error de elegir un candidato de los partidos políticos de la burguesía, que gobierne contra el pueblo y a favor de los ricos; o si elige un gobierno de los sectores populares que siempre han luchado en las calles, como lo hicieron en julio de 2022, cuando pelearon contra los altos precios de la comida, el combustible y las medicinas; un gobierno de quienes lucharon en las calles contra el contrato minero inconstitucional y vendepatria, en octubre-noviembre de 2023, y que siguen luchando por mejores condiciones de vida para el pueblo panameño.

La votación, el 5 de mayo, va a dirimir si se elige a un gobierno que en el Diálogo de Penonomé representó las voces de las dos alianzas populares y el movimiento indígena; voces que demostraron quiénes eran los beneficiarios de las alzas de precios y cómo funcionaban los monopolios y la oligarquía que controlan la comida y las medicinas; un gobierno que por salir de las luchas y las entrañas del movimiento popular,  dirija teniendo como prioridad una vida digna para el pueblo, que necesita empleo, salarios dignos, agua, seguridad, transporte público, recolección eficiente de la basura y respeto a los derechos humanos de todos y todas.

La otra opción es elegir a un representante de los monopolios del combustible, de la comida y de las medicinas, por lo cual gobernará para que ellos sigan ganando a costa del sufrimiento del pueblo panameño.

El dilema electoral: o se elige a un agente de Minera Panamá, o a quienes lucharon contra el contrato minero

El 5 de mayo se decide si siguen gobernando los vendepatrias al servicio de la minería metálica que amenaza nuestra naturaleza: como “Gabi” Carrizo (abogado de Petaquilla Gold); como Rómulo Roux (abogado de Minera Panamá); como J. R. Mulino (que con Martinelli disparó a los indígenas que se oponían a la venta de Cerro Colorado, en 2011); como Ricardo Lombana (cuyo vicepresidente Michael Chen apoyó el contrato inconstitucional); como Martín Torrijos (que aprobó el contrato minero original en 1997 siendo viceministro de Gobierno de Pérez Balladares y luego como presidente de la república mantuvo el contrato sin cambios); como Melitón Arrocha (que apoya la continuidad de la mina de Donoso).

Tu voto decide, por el contrario, si gobiernan Maribel Gordón y Richard Morales, a los que viste luchando en las calles consecuentemente contra el contrato minero, desde el primero hasta el último día, y que, por ello, serán consecuentes en hacer respetar la voz del pueblo que gritó: ¡El oro de Panamá es verde!

¿Quién debe pagar la crisis? ¿El pueblo como siempre, o los millonarios?

Compañero, compañera, usted sabe el estado desastroso en que Laurentino Cortizo y el PRD-Molirena dejan la economía panameña: un altísimo endeudamiento público (más de 50 mil millones de dólares) pero que nadie sabe en qué se lo han gastado, pues la basura no se recoge, gran parte de las ciudades no tienen agua, los metrobuses están dañados, las calles están rotas, no hay medicinas, las jubilaciones se tambalean, no hay empleos, las escuelas están destartaladas.

La crisis es de tal nivel que las instituciones al servicio del capital financiero internacional dan voces de alarma y quitan el “grado de inversión” a Panamá, lo cual habitualmente no nos debe preocupar a los asalariados, pues es un criterio que solo beneficia a los banqueros. Pero el problema es que esos pronunciamientos vienen acompañados de una palabreja que es una amenaza contra la clase trabajadora y los pobres: “austeridad”.

No nos engañemos, la “austeridad” no va a ser para los ricos, la austeridad no va a ser para parar la corrupción, la austeridad no va a ser para detener los negociados entre políticos y empresarios si gobierna un presidente al servicio de los capitalistas, la austeridad va a ser contra los y las trabajadores, contra los empleados públicos, contra los educadores, contra los servicios públicos (agua, basura, transporte), contra la salud y la educación.

Si gobiernan los Carrizo, los Mulino, los Torrijos, los Roux, los Lombana, los Arrocha, el sufrimiento para el pueblo panameño va a ser peor de lo que ya es con Cortizo, pues el plan de austeridad va a ser hecho contra los de abajo, los explotados. Van a ser despedidos miles de empleados públicos, se va a atacar a los gremios y sindicatos, no va a haber dinero para educación y salud, pues se lo van a gastar en pagar deuda a los bancos a costa de los derechos sociales.

¡Qué la crisis la paguen los ricos y las empresas exoneradas!

Hay una sola propuesta que puede evitar que los platos rotos de 35 años de pésimos gobiernos neoliberales los pague el pueblo panameño: la nómina Gordón-Morales, porque es la única que propone resolver los problemas sociales haciendo que los recursos salgan de los bolsillos de los que más tienen, mediante una reforma fiscal: que encarcele a los evasores que se roban los impuestos; que haga pagar impuestos al montón de grandes empresas nacionales y extranjeras que lucran de la posición geográfica y están “exoneradas” de impuestos (como los puertos, Zona Libre de Colón, las Zonas Especiales, etc.); y que paguen más impuesto sobre la renta quienes más ganan.

Esa es la disyuntiva que se decide el 5 de mayo: o la crisis la paga el pueblo, como siempre; o la crisis la pagan las grandes empresas transnacionales y nacionales, así como los millonarios. Sólo hay una opción capaz de luchar por la segunda posibilidad: la nómina de Maribel Gordón y Richard Morales. Los demás hace promesas bonitas, pero terminarán engañando a sus votantes, como siempre.

Cuidado con la trampa de Lombana

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El año 1867 fue uno de turbulencias políticas que afectaron grandemente la situación política de Puerto Rico. El 7 de julio de ese año, estalla un motín entre las fuerzas de artillería que defendían la ciudad capital; el motivo, su exclusión de beneficios a los que otros componentes de esta rama tenían derecho en la Península. El gobernado de turno, el general José María Marchesi, quién mantenía un estado de alerta por la posibilidad de una revuelta, ya tenía planes preparados para la eventualidad de que se produjera algún tipo de alzamiento. Unos años antes, en 1865, España había sido expulsado de Santo Domingo, luego de dos años de guerra.

Al darse el motín de las fuerzas españolas en San Juan, se dio la excusa necesaria al gobierno colonial de comenzar a perseguir a los separatistas y liberales, que pretendían conseguir mayores libertades para la Isla. El gobernador Marchesi tenía preparado un listado de reformistas y posibles separatistas que debían presentarse a las autoridades coloniales y ser desterrados. Dentro de ese grupo se encontraban Ramón Emeterio Betances y Segundo Ruiz Belvis. Otras órdenes de destierro fueron dirigidas a Pedro Gerónimo Goyco, Julián Blanco Sosa, Carlos Eliot Lacroix, Vicente María Quiñonez, Luis de Leiras, José Aguileras, Vicente Rufino Goenaga y Félix del Monte, entre otros. En el caso de Betances y Ruiz Belvis, estos decidieron escapar antes de entregarse a las autoridades. Su plan inicial era lograr llegar a la isla de San Tomás en Islas Vírgenes, que en ese momento pertenecía al Reino de Dinamarca.

Con la ayuda de varios puertorriqueños afiliados a la causa liberal, Betances y Ruiz Belvis logran partir en una pequeña embarcación desde Guánica. Durante el viaje tuvieron problemas con la embarcación que los llevó a detenerse en el islote de Caja de Muertos. Desde allí y con la ayuda de otros liberales ponceños logran llegar hasta el hogar de Fernando y Francisco Calder, cerca de la costa de Lajas. Allí se refugian durante tres días, recibiendo colaboración de Francisco Vélez Pagán, Liborio Pagán y Buenaventura Quiñonez.

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Uno de los temas que trabajo en mi libro La Inquisición española y las supersticiones en el Caribe hispano es la literatura procesal inquisitorial. Aunque son varios los libros que sirvieron para que los directivos de la inquisición conformaran sus cuerpos judiciales, no todos fueron utilizados por el Santo Oficio español. Aprovecho para establecer que el Santo Oficio e Inquisición para efectos de este ensayo son una misma organización. También es importante recalcar que hubo varias inquisiciones y que no todas estaba conectadas; mucho menos cuando los objetivos reales de cada inquisición eran establecidos por las monarquías que las auspiciaban. 

En el caso de la Inquisición española, fundada en 1478, el manual utilizado fue el escrito por el inquisidor de Aragón, Nicolau Eymeric, quien se encargó de mantener y velar por la pureza de fe en su reino durante los periodos de 1357-1376 y 1387-1388. De manera general, Nicolas Eymeric (1320-1399) fue un clérigo dominico, que se graduó de doctor en teología en la universidad de París en 1352. De allí pasa a Gerona, región de Cataluña, donde dio cátedra de teología y es nombrado inquisidor de Aragón en 1357. Eymeric se caracterizó por tener una serie de encontronazos con los monarcas aragoneses: Pedro IV (1336-1387) y Juan I (1387-1396), de ello se podría hablar más adelante. En el segundo periodo es que Eymeric termina de redactar su manual. Desde un inicio, este manual fue utilizado, pero no es hasta 1503, que en Barcelona se publica por primera vez. Luego, en 1558 es reimpreso en Roma y recibe la aprobación del papa Gregorio XIII. 

Según Eymeric la investigación inquisitorial debía ser corta, sin dilataciones, limitando el número de testigos, que lo primordial es la búsqueda de la verdad, pero dándole al acusado la oportunidad de defenderse. Luego se explican las tres formas de iniciar un proceso: por acusación, por delación o por pesquisa. La acusación era cuando una persona u organización acusaba a un individuo. Para Eymeric, el que se acusara a alguien traía un problema, ya que se establecía de entrada el que existieran dos bandos contrarios sobre un mismo asunto. En este caso la Inquisición pasaba a ser juez, algo que el autor consideraba inapropiado porque la función inquisitorial era la de investigar. Se exhortaba que se utilizara el mecanismo de la delación. En la delación, un individuo mediante juramento declara prácticas heréticas de otro, sirviendo de testigo y no convirtiéndose en parte contraria del acusado. El tercer mecanismo, el de la pesquisa, se dividía en dos: la general y la iniciada por conocimiento público. La pesquisa general es la que las autoridades realizaban a menudo en búsqueda de herejías en la comunidad. La pesquisa iniciada por conocimiento público de una herejía era la que los inquisidores debían atender cuando se escuchaban rumores sobre posibles desviaciones de fe, pero de las cuales aún no había declaraciones.

Pasemos a los capítulos del Manual. El primer capítulo de la obra da las pautas generales de lo que fue la Inquisición medieval. Los procedimientos allí descritos fueron utilizados por la institución de manera regional, ya que se adaptaban según las circunstancias propias del reino o principado donde se utilizaban. El segundo capítulo es referente a los testigos. Curiosamente, este capítulo comienza indicando que los testimonios de los infieles son aceptados siempre que sean en contra del reo. Cuando son a favor del supuesto hereje son considerados inválidos, ya que se presumía que eran declaraciones en contra de la buena voluntad de la Iglesia. También se habla de la importancia de los testigos provenientes del ambiente doméstico del acusado porque se creía que la mayoría de las herejías se realizaban en la privacidad de los hogares.

Eymeric pide rigurosidad en la forma en que se trabajan las declaraciones de los testigos. Él indica que este es el medio de conseguir la verdad de lo ocurrido. Por ello, presenta una serie de preguntas generales que buscan comprobar la veracidad de la declaración. Se habla de los mecanismos de protección que tenían los testigos y de los supuestos testigos falsos. En el primer caso, se mantenía en secreto la identidad del testigo, a menos que este fuera una figura pública. En el caso de los testigos falso, se indica que estos debían sufrir cárcel. Nota curiosa, los testigos pueden ser puestos a tormento cuando existe alguna duda de su declaración. En este segundo capítulo se promueve el tratar con cuidado las declaraciones para evitar y descubrir posibles falsos testimonios. También se puede apreciar como el testimonio de solamente dos individuos era base para el inicio de una pesquisa inquisitorial.

El tercer capítulo trata sobre el interrogatorio del procesado. Eymeric presenta una lista de preguntas guías y generales para poder establecer las causas necesarias para un proceso rápido. También, indica y advierte sobre las artimañas de los reos para contestar las preguntas. Entre ellas, se menciona el uso de tergiversaciones, la propia apología, el fingir no sentirse bien o algún estado de locura y el tratar de presentarse ignorante, entre otras. En respuesta a las posibles tretas que los acusados puedan presentar, Eymeric establece una serie de tácticas que el inquisidor debe realizar para no caer en la trampa del acusado: presentación de preguntas repetitivas para comprobar lo ya contestado, el uso de un carácter suave por parte del inquisidor para que el reo sienta la confianza de confesar sus pecados, el uso de amistades o familiares del procesado para que lo convenzan de admitir su culpa, el hacer creer al acusado que se tienen las pruebas necesarias para condenarlo, el indicar que de no terminar el proceso para cierta fecha el inquisidor tendría que dejar el caso para fecha posterior y esto mantendría al reo encarcelado por un mayor tiempo, por último, el uso del tormento.

Termina el capítulo indicando que las declaraciones no deben ser interrumpidas, que en la búsqueda de la verdad se debe tener cautela, a la vez, que la conducta del inquisidor debe variar según el acusado y su herejía. Este tercer capítulo demuestra principios básicos de los procesos de interrogación que aún hoy son utilizados. 

El cuarto capítulo trata de la defensa del procesado. Inicia mencionando que la confesión de un individuo era suficiente para su condena, asumiendo que los delitos de herejía eran realizados en el alma de la persona. Con la confesión no era necesario un abogado defensor. Entre las características del abogado se indica que debe “ser un varón justo, docto y celador de la fe”. Sobre la recusación de los testigos o del juez, esta era solo válida si se comprobaba la existencia de enemistad y que esta llevara a que alguna de las partes atentara contra la vida del otro. Las apelaciones tendían a ser cuesta arriba. La razón, las diversas leyes creadas para las apelaciones, especialmente imperiales –las cuales no aplicaron a la Inquisición creada por Fernando e Isabel-, tendían a prohibir cualquier tipo de apelación para crímenes relacionados con la fe. 

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El pasado 24 de abril se conmemoró el 59 Aniversario de la Revolución Constitucionalista en la hermana República Dominicana.  Cuatro días más adelante a dicha fecha, el 28 de abril, el pueblo dominicano tambiénconmemora el inicio de la resistencia que transformó el levantamiento armado contra el triunvirato golpista impuesto al país tras el derrocamiento del gobierno constitucional del presidente Juan Bosch, en un proceso revolucionario antiimperialista. Entonces, el pueblo en armas se lanzó a las calles de Santo Domingo defendiendo la soberanía nacional y enfrentando una vez más, por segunda ocasión en su historia patria, a las hordas invasoras estadounidenses.

 

La Revolución Constitucionalista como también se le llamó, se prolongó por varios meses extendiéndose parcialmente a algunas otras localidades fuera de la Capital. Finalmente, el 31 de agosto de 1965, fue suscrita el Acta Institucional. Con ella concluyó la insurrección cívico militar librada por el pueblo dominicano dirigida en su origen a restablecer el orden constitucional usurpado por las Fuerzas Armadas tras el golpe dado al presidente Juan Bosch.

 

Los antecedentes al golpe militar, sin embargo, tenemos que trazarlo, sin perder las perspectivas sobre las circunstancias que vivió la República Dominicana a partir del año 1930. En ese año Rafael Leónidas Trujillo Molina asumió el poder político en el país concluida la intervención militar estadounidense, que se prolongó entre los años 1916 a 1924.

 

Con Trujillo dio inicio una de las más cruentas dictaduras en la historia de este país y ciertamente de América Latina. Ésta se prolongó por poco más de tres décadas hasta su muerte el 30 de mayo de 1961. Durante esos años, en medio de una orgía de sangre y muerte que costó la vida de más de 50 mil personas, Trujillo se apropió de la vida, de las instituciones de gobierno y de la economía del país, estableciendo un monopolio total sobre la República Dominicana del cual los únicos beneficiarios eran él, su familia y sus colaboradores más cercanos.

 

La represión de la Dictadura contra toda voz disidente fue tal, que miles de dominicanos y dominicanas fueron torturados, asesinados o forzados a abandonar el país en aras de proteger sus vidas y esperanzas. Su gobierno, sostenido y legitimado por Estados Unidos, instauró una política racista, particularmente contra el pueblo haitiano, con el cual la República Dominicana comparte la isla de la Española. Como parte de las medidas adoptadas contra los haitianos residentes en la frontera entre los dos países, las Fuerzas Armadas dominicanas, entre el 28 de septiembre y 8 de octubre de 1937, llevaron a cabo el genocidio de entre 15 mil a 20 mil haitianos en lo que se conoce como la Masacre del Perejil.

 

La Dictadura de Trujillo comenzó a desmoronarse finalmente, luego de languidecer por varios años, a raíz del ajusticiamiento contra el dictador llevado a cabo por dominicanos mientras éste se desplazaba en su vehículo desde la capital hacia la ciudad de San Cristóbal.

 

Fueron muchos y diversos los esfuerzos de patriotas dominicanos para el derrocamiento de la Dictadura, como también fue pródiga la solidaridad internacional brindada a los patriotas dominicanos.

 

Durante décadas nuestro territorio nacional, al igual que el de nuestra hermana Cuba, recibieron cientos de exiliados dominicanos, muchos de los cuales hicieron toda una vida, ya fuera en suelo puertorriqueño como cubano. Desde el exilio, muchos de ellos se integraron a las luchas anti trujillistas que desde el exterior contribuían a sostener la resistencia interna a la Dictadura. Aquí en Puerto Rico personas como César Romero, Ángel Miolán, Germán Ornes, Leovigildo Cuello Hernández y su esposa Carolina Mainardi y el Dr. Emiliano Nina, por solo mencionar algunos entre tantos otros, dejaron impresa su huella como exiliados, como patriotas y como luchadores que nunca renunciaron ni claudicaron en sus principios.

 

Las huellas de ese exilio dominicano en Puerto Rico, dentro de sus complejidades y contradicciones inevitables, las narra en su libro Exilio y Memoria en la era de Trujillo, el Dr. Walter R. Bonilla. Se trata de la interpretación del valioso testimonio legado por escrito por estos luchadores de sus realidades existenciales y materiales, como también de sus vicisitudes y esperanzas. El Dr. Bonilla nos ofrece también en otros libros igualmente interesantes y abarcadores del periodo post trujillista, importantes datos sobre la insurrección constitucionalista de abril de 1965 y el papel jugado por Puerto Rico en esos tiempos como parte de la política que orientaba el Partido Popular Democrático, Luis Muñoz Marín y el Departamento de Estado de los Estados Unidos. El primero de estos otros libros se titula La Revolución de Abril y Puerto Rico; y el segundo, La Revolución Dominicana de 1965 y la participación de Puerto Rico. Se trata de textos imprescindibles para el entendimiento de este período.

 

Otro texto sin publicar aún, pero no por ello menos interesante, resulta ser el trabajo ensayístico preparado por el amigo Orville Miller, titulado Los dominicanos y Albizu Campos. Se trata de un relato familiar donde el autor recoge sus vivencias en torno a la persona del Dr. Leovigildo Cuello Hernández y su esposa, doña Carolina Mainardi de Cuello. Sobre este matrimonio gira también el capítulo cuatro del primer libro citado del Dr. Bonilla donde, además, a través de esta familia, nos inserta en la experiencia del grupo expedicionario que desembarcara en 1947 en Cayo Confites para el desarrollo de la lucha armada contra la dictadura trujillista.

 

Por su parte, Félix Ojeda Reyes, en su obra El libro de los Héroes, 1959, Boricuas contra Trujillo (2020), narra la historia de aquellos 125 combatientes revolucionarios que llevarían la lucha armada contra Trujillo en el vuelo que aterrizara como parte de las expediciones, en la zona de Constanza el 14 de junio de 1959; y en el desembarco por las playas de Maimón y Estero Hondo el 20 de junio de 1959. Es significativo señalar que 84 de estos combatientes, luego de sus capturas, fueron fusilados en el Centro de Enseñanza de las Fuerzas Armadas (CEFA), ubicado en la Base de la Fuerza Aérea en San Isidro, localizado en las afueras de la capital dominicana.

 

Entre aquellos combatientes muertos en este intento de derrocamiento de la Dictadura Trujillista se encontraban los puertorriqueños residentes en la diáspora David ChervonyPreciado, Moisés Rubén Agosto Concepción, Luis Ramos Reyes, Luis Álvarez, Gaspar Antonio Rodríguez Bou y Miguel Ángel Vallejo, este último hijo de padre puertorriqueño y madre dominicana.

 

Como indicamos, el ajusticiamiento de Rafael Leónidas Trujillo se produjo el 30 de mayo de 1961. Luego de un período con varias iniciativas políticas en la transición a la llamada democracia, caracterizadas por huelgas generales de la población, intentos de golpes y auto golpes entre los sectores sobrevivientes de la Dictadura; se produjeron las elecciones de 20 de diciembre de 1962. En ellas, Juan Bosch, como candidato del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), derrota a Viriato Fiallo, el candidato de la Unión Cívica Nacional (UCN). En el triunfo de Bosch jugaría un papel importante el uso de la radio como vehículo principal de comunicación con los sectores populares.

 

A la toma de posesión de Juan Bosch asistieron, como símbolo del nuevo periodo que se iniciaba, los representantes de la llamada izquierda democrática latinoamericana, los presidentes Rómulo Betancourt de Venezuela, José Figueres de Costa Rica y el gobernador Luis Muñoz Marín de Puerto Rico.

 

En el corto tiempo que duró el gobierno encabezado por Bosch, se produjeron dos acontecimientos importantes: la aprobación el 29 de abril de la Constitución de la República Dominicana, y la Reforma Agraria de 16 de mayo, ambos de 1963.

 

La joven democracia representativa en República Dominicana fue tronchada por un nuevo Golpe de Estado militar el cual instaura un Triunvirato. Desde el interior del país surge una fuerte resistencia popular, movilizaciones y acciones guerrilleras; mientras desde el exilio, en Puerto Rico, los presidentes del PRD y del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), firman el 30 de enero de 1965 el Pacto de Río Piedras, donde se establece el compromiso de impulsar el regreso inmediato a la constitucionalidad.

 

El 24 de abril de 1965, estando Juan Bosch refugiado en Puerto Rico bajo la protección de Luis Muñoz Marín, José Francisco Peña Gómez, dirigente del PRD en la República Dominicana, hizo un llamado en la radio a que elpueblo a tomara las calles proclamando el fin del Triunvirato. La negativa de sus integrantes a abandonar el poder y el reconocimiento de que, en dos importantes destacamentos militares, los soldados, proclamando el regreso a la Constitución de 1963 se habían alzado, lanza a las calles a la población en armas contra el Triunvirato.

 

El 26 de abril tropas del Centro de Entrenamiento de las Fuerzas Armadas (CEFA) ubicadas en la Base Aérea de San Isidro cercana a la capital, atacan por aire el Palacio Nacional y desplazan unidades blindadas por tierra en dirección al Puente Duarte, que cruza el Río Ozama. Allí la población se había agrupado para impedir el acceso por tierra de los militares a la ciudad. Varios oficiales constitucionalistas bajo la dirección de un coronel de nombre Francisco Alberto Caamaño Deño, se dirigieron a organizar al pueblo para la defensa del Puente Duarte. Ese coronel, que en aquel momento se convirtió en símbolo de la defensa de la soberanía nacional del país y en portaestandarte del respeto a la Constitución derogada por los golpistas, será varios días después juramentado como Presidente Constitucional provisional en momentos en que la capital dominicana era objeto de una invasión por mar y tierra por parte de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos.

 

La resistencia de los militares constitucionalistas y del pueblo en armas frente a la invasión norteamericana y los militares golpistas, como indicamos antes, se extendió hasta el 31 de agosto, fecha en que las partes beligerantes suscriben el Acta Institucional que puso fin a la guerra.Se estima en miles las vidas que cobró la lucha y resistencia.

 

El 3 de septiembre el Coronel Caamaño Deñórenunciaría a su cargo como presidente provisional, asumiendo la dirección del país con la encomienda de reconstruir el Estado disuelto tras el Acta y organizar el regreso a un Gobierno Civil electo por el pueblo, Héctor García Godoy

 

En su mensaje al país, con el mayor decoro y con el reconocimiento por parte de decenas de miles de dominicanos que se reunieron para escuchar su último mensaje como presidente, Caamaño Deñó fue enfático al señalar que, si bien en el esfuerzo heroico del pueblo dominicano por restaurar el orden constitucional y la soberanía nacional de la patria dominicana las fuerzas constitucionalistas no habían podido vencer; tampoco el pueblo dominicano había sido vencido. La agenda de la Revolución gloriosa de abril de 1965 estaría aún incompleta.

 

Muchas fueron las intrigas y conspiraciones que se fueron anudando por parte del gobierno de los Estados Unidos, de países de la región y de su Ministerio de Colonias, en el mejor decir del Canciller de la Dignidad, el cubano, Raúl Roa, por la Organización de Estados Americanos. Fue precisamente dicho organismo internacional aquel bajo cuyo manto se llevó a cabo la intervención militar de los Estados Unidos en la República Dominicana.

 

El 16 de julio de 1966 Joaquín Balaguer, ex vicepresidente del país bajo la Dictadura de Trujillo y presidente del Partido Reformista Social Cristiano, enelecciones amañadas y realizadas con la intervención directa del Departamento de Estado de Estados los Unidos,donde el Gobierno de Puerto Rico fungió como instrumento útil y testaferro de los intereses de Estados Unidos, derrotaría a Juan Bosch.

 

En los doce años durante los cuales se prorrogaría la presidencia de Joaquín Balaguer, este siniestro personaje,sobreviviente de la dictadura trujillista, aseguraría para losEstados Unidos la protección de sus intereses e inversiones; y claro está, asumiría la represión contra las fuerzas de la izquierda dominicana. Durante sus mandatos presidencialesel gobierno encabezado por Joaquín Balaguer cobraría la vida de múltiples luchadores constitucionalistas que sobrevivieron la Guerra de Abril junto a una nueva camada jóvenes luchadores. A ello se suman cientos de luchadores encarcelados, torturados, desaparecidos y exiliados.

 

La República Dominicana, como lo es también la República de Cuba, son para nosotros los puertorriqueños, países hermanos que desde hace mucho más de dos siglos vienen compartiendo entre sí su historia, sus dificultades, sus anhelos de mejoramiento colectivo y sus ansias de libertad. Por eso, fechas como las que representa la gesta gloriosa de la Revolución de Abril de 1965, no puede desaparecer de la memoria colectiva de nuestros pueblos.

 

Hace ya más de tres décadas, conversando con un campesino dominicano del entonces Movimiento Campesino Independiente, comparaba ante él la fortaleza y voluntad de su pueblo en la resistencia y lucha contra la opresión por parte de la oligarquía dominicana y el imperialismo estadounidense. La respuesta recibida de la voz de aquel campesino fue breve. Tras una pausa me dijo: “Ah compadre, lo que sucede es que a ustedes los puertorriqueños, los yanquis lo que le han dado son cuartos;a nosotros lo que nos han dado es plomo.”

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Durante los pasados días se ha anunciado que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas decidió referir nuevamente a un comité encargado de examinar toda solicitud de ingreso de nuevos miembros a dicho organismo internacional el examen de la solicitud presentada por Palestina en el 2011. Palestina, que goza actualmente del estatus de “Estado Observador No Miembro”, ha reiterado el reclamo de ser admitida como miembro pleno del organismo internacional. La Embajadora de Malta ante la ONU, Vanessa Frazier, quien preside el Consejo de Seguridad, ha indicado que las deliberaciones deben llevarse a cabo durante el mes de abril. Se ha mencionado como fecha probable el 18 de abril.

De acuerdo con la página electrónica de las Naciones Unidas (Noticia ONU) de 8 de abril de 2023, se señala que la embajadora de Malta expresó:

“El Comité (de Admisiones) tiene que deliberar dentro del mes de abril y todos reconocemos que cualquier miembro del Consejo puede decidir presentar una resolución de adhesión para que se vote en cualquier momento, como es el procedimiento del Consejo.”

El comité lo conforman representantes de todos los países integrantes del Consejo de Seguridad, quince en total, de los cuales sólo tienen poder de veto Estados Unidos, Francia, Reino Unido de la Gran Bretaña, República Popular China y la Federación Rusa. El poder de veto supone que su mero ejercicio por parte uno de estos países con tal prerrogativa, derrota cualquier propuesta aprobada por la mayoría requerida del Consejo de Seguridad o por el resto de los países en el seno de la Asamblea General. Francia, el Reino Unido de la Gran Bretaña y España han manifestado apertura a considerar la propuesta aunque en el caso de los primeros dos, no han comprometido su posición en favor del voto por el ingreso de Palestina al organismo mundial.

Continúa indicando la página noticiosa de la ONU lo siguiente:

“Si el Comité emite una recomendación unánime se produciría una votación que requiere al menos nueve votos a favor y que no haya ningún veto de los cinco miembros permanente con derecho a veto…

Sólo si se superara esa fase, se enviaría la recomendación de reconocimiento de Palestina a la Asamblea General donde se requiere una mayoría de dos tercios de los 193 países miembros.

La petición de Palestina la gestionó su embajador ante la ONU, Riyad Mansour. Llega en el momento en que la ofensiva israelí sobre Gaza entra en su séptimo mes.

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Texas, uno de los estados de mayor importancia en la Unión estadounidense (segundo en población, en territorio y en poder económico), fue en un momento dado una república independiente. Este acontecimiento ocurrió entre el 2 de marzo de 1836 y el 29 de diciembre de 1845.

El territorio texano fue reclamado y colonizado por la Corona española desde que Alvar Núñez Cabeza de Vaca, uno de los conquistadores y aventureros castellanos, arribó a sus costas en 1528. En lo que restó del siglo XVI se realizaron otras expediciones, pero ninguna terminó estableciendo una colonia formal. Se debe indicar que hasta los franceses intentaron ocupar el territorio. Luego, bajo el gobierno del Virreinato de Nueva España (también perteneciente a la Corona española), comenzado el siglo XVIII se realizó el proceso de colonización de los territorios texanos. Con la independencia de México, Texas pasa a ser parte de esta nueva entidad soberana hispanoamericana. 

Dado a que el territorio texano era uno amplio y de poca densidad poblacional, luego de establecido México como país independiente, se comienza un proceso migratorio que llevó a miles de colonos estadounidenses a comprar tierras y establecerse dentro del territorio mexicano al norte del Río Bravo. Los planes y coordinaciones de este movimiento poblacional ya se estaban gestando durante los últimos años del Virreinato. Se estima que de 3,200-3,800 habitantes en 1825 la población subió a casi 40,000 habitantes en 1835, siendo casi el 67% ciudadanos de origen estadounidense, quienes a su vez tenían una población esclava que representaba casi el 13% de la población total. Recordemos que las poblaciones indígenas no eran contadas en estos censos y hasta cierto punto, bajo la mirada de las élites mexicanas y de la población angloamericana ni siquiera eran considerados como seres humanos.

Las tensiones entre angloamericanos y las autoridades mexicanas fueron aumentando desde un principio dadas las condiciones que se les daba a los nuevos pobladores para establecerse en el Texas mexicano: convertirse al catolicismo, demostrar tener capacidad moral, castellanizar los nombres anglos y contar con recursos económicos. Los nuevos migrantes recibieron la ciudadanía mexicana.

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