¿Las alcaldías en Puerto Rico deben ser parte de un caudal hereditario?

Política

Con la dimisión de un notorio personaje a su puesto de alcalde se levanta otra oportunidad para que se declare una poltrona municipal caudal hereditario de un primer ejecutivo. Parece que esta es la política isleña en acción.

En una entrevista con un diario, José Chemo Soto, anunció que dejará la alcaldía del pequeño pueblo de Canóvanas después de 21 años, efectivo el 30 de junio. Asustan dos cosas en cuanto a esta renuncia. Número uno: que dos de sus vástagos podrían postularse en una asamblea de delegados para escoger su sucesor. Número dos: que Soto está ponderando postularse para senador de distrito en el 2016.

Se ha pasado los últimos días en entrevistas diciendo que él no se va a meter en el proceso de selección de su sucesor, y que ambos hijos, José Ramón y Lornna, tienen derecho a postularse si así gustan (y tal parece que ese es el caso). Todos estos desarrollos, traen un escenario que se ha tornado demasiado común en Puerto Rico: que los hijos tomen el lugar de sus padres una vez se retiren de alcaldes. Esta situación se ha dado en tres de las principales ciudades de la Isla. Cierto, los “junior” no han hecho mal trabajo, especialmente los de Bayamón y Carolina. El tercer sucesor, de la ciudad de Caguas, por lo menos no ha levantado mayores críticas. ¿Pero por qué este patrón de dejar todo en familia? También se ha mencionado que el alcalde de Guaynabo, que contiene varios de los suburbios más ricos del área metropolitana, tiene la intención de dejar su escaño a alguno de sus hijos.

Las encuestas muestran que los puertorriqueños no estamos contentos con los políticos que nos representan, sin embargo, aceptamos que nos coloquen a los hijos de los incumbentes como sucesores del poder. El comité de delegados municipales en Canóvanas está controlado por la familia Soto. Antes se oía mentar más el pueblo cuando tenía un equipo de Baloncesto Superior Nacional. Pero nuestro amigo Chemo se las busca para aparecer en prensa con un acto o declaración de sumo colorido.

Por ahora, dice que va a formar una organización para prestar ayuda a los ciudadanos necesitados de su pueblo que “lo va a amar más de lo que me ama” (cita de la entrevista en El Nuevo Día). Ayer, por radio sazonó más estos planes. La organización, anunció, estará a cargo de una junta de 12 personas representando los 12 apóstoles. Si esto causa una contorsión de rostro, hay que recalcar que nuestro venerable alcalde no le teme al ridículo. Fue el primero que organizó brigadas para capturar al llamado “chupacabras”, como se le mentó a un animal nunca identificado que atacaba gallinas y cabritos. Para estas ocasiones, lucía fatigas militares. Las mentes vivas y fantasiosas juraban que el culpable de chupar tanta cabra era en realidad un extraterrestre. También, nos recordamos de Chemo montado en un caballo en frente de la Mansión Ejecutiva para protestar que la entonces gobernadora, Sila Calderón, supuestamente le había dado la espalda a su pueblo. Vestía Chemo un sombrero y traje blanco con varios papeles adheridos que enumeraban todas sus quejas.

No conozco de la trayectoria de su hijo José Ramón, excepto que lleva 20 años trabajando en la Autoridad de Energía Eléctrica. De Lornna, todos sabemos que hizo un trabajo tan espectacular en el Senado de Puerto Rico, que perdió su escaño al cumplir su único término.  No importa. Voy a que un Soto seguirá como alcalde en  Canóvanas.