Griesa y la contradicción evolutiva

Política

“Desde que estalló el conflicto con los fondos buitre, vemos a diario imágenes de su arquetipo terrestre, el juez estadounidense Thomas Griesa, cuya figura vuelve el evidente parecido con el carroñero animal en cuestión una performance digna del Actors Studio”.

La ¿“ola de frío polar”?, al parecer un signo inequívoco del cambio climático como dicen, no sé si por suerte o por desgracia, me encontró confinado por achaques diversos, recluido frente a una pantalla cambiante, pero dispuesto a traicionar mis más férreas convicciones estéticas (anteayer descubiertas y por cierto sorprendido yo mismo en el propio pudor de tenerlas) con tal de no caer en la desesperación absoluta de un presente incierto en el cual las reuniones con el hornero alcahuete de los buitres se postergan, y cuando se hacen no se resuelve nada, barro tal vez, y así el reloj del cataclismo universal sigue corriendo sin piedad; y Sabella aún no se decide, entonces se aprovecha para distinguirlo en el congreso por las dudas, y por las burlas; y Riquelme ya se fue a Argentinos, en una escena digna de “el ultimo romántico”.

En fin, que hace cuatro días me la paso mirando en you tube todo tipo de documentales extrañísimos, de enigmas y misterios, hasta que de pronto encuentro un dato imprescindible: nuestra espina dorsal, o al menos el prototipo de ella, al parecer proviene de una suerte de gusano marino llamado “pikaia”, que habitó los océanos donde se desperezaban las primeras formas de vida hace unos 540 millones de años. Desde entonces, las especies que le sucedieron, pero sobre todo el hombre, se supone, se sirvió de esa estructura para ponerse de pie.

Desde que estalló el conflicto con los fondos “buitre”, vemos a diario imágenes de su arquetipo terrestre, el juez estadounidense Thomas Griesa, cuya figura vuelve el evidente parecido con el carroñero animal en cuestión una performance digna del Actors Studio.

Sin embargo, desde que supe lo de las pikaias, no deja de inquietarme como -más allá de lo estrictamente físico- una postura moral y ética (me atrevo a nombrar tales conceptos ya que se trata de un juez) ante la humanidad y porque no ante su potencial destino, pasados tantísimos años y una supuesta “evolución” mediante, puede seguir evocando de forma tan clara esos vestigios de la vida más rudimentaria. Y como si no fuera suficiente esta evidencia natural, cómo lo que podría considerarse -por trazar un paralelo- “la comunidad científica”, tan reacia siempre a aceptar la caída de esos viejos paradigmas sobre los que se irguieron con desmesurado poder, se empecina en ocultar unos datos tan obvios como inexorables a estas alturas, entre los cuales, paradójicamente, se encuentra la potencial pérdida de las conquistas más básicas, en una suerte de irracional suicidio evolutivo.

El juez Griesa -su inclinada e involucionada postura, que más que a un buitre parece encarnar la contradicción al principio mismo que nos permite estar de pie-, y esa cohorte de fantoches de falso corte nacional, como el signo inequívoco de lo que, más tarde o más temprano, sucederá.