Tarjeta roja a los transgénicos

Justicia Social

Frecuentemente escuchamos acerca de los productos alimenticios que han sido genéticamente modificados, y aun cuando hay literatura vasta sobre el tema parece necesario continuar exponiendo el asunto que tanto influye en nuestra calidad de vida.

Y es que la crisis vinculada a la alimentación, con una estrecha relación a los conceptos de seguridad y soberanía alimentaria, no debería atajarse con supuestas superproducciones de alimentos que mediante laboratorio han obtenido unas nuevas características con aparentes visos (valga la redundancia) de perfeccionamiento en su rendimiento y condición mientras amenazan no solo la calidad de las tierras sino la vida y la salud.

Aquí sugiere ser necesario exponer un dato que el agricultor y agrónomo Ian Pagán Roig compartió en el sentido de que el problema de hambruna en el mundo es un conflicto de desigualdad en la población más que un problema de falta de comida. De esta manera se hace imprescindible también que los Estados tomen carta en el asunto, promuevan y velen por la adecuada distribución de los alimentos además de que sean nutritivos e inocuos.

Mientras que Puerto Rico es el segundo territorio con mayor experimentación por milla cuadrada, antecedido por Hawaii, según indicó Pagán Roig, en el País se dedican tierras agrícolas primordiales (prime farm land) para este cuestionable uso. Es importante señalar que se sostiene que la aprobación de la tecnología transgénica se fundamenta en experimentos/estudios que solo abarcaron un tiempo de duración de tres meses.

“Hay evidencia que levanta banderas de alerta”, manifestó el agrónomo, añadiendo que “esas modificaciones pueden tener una repercusión múltiple y desconocida”.

Asimismo, el entrevistado brindó estadísticas mundiales y refirió que aproximadamente más del 90 por ciento de la soja, más del 80 por ciento del maíz y más del 95 por ciento de la canola, por ejemplo, son transgénicos. Aparte del consumo directo, Pagán Roig señaló que ingerimos estos productos nocivos cuando comemos carne, ya que el ganado puede estar siendo alimentado con maíz y soja.

En cuanto al glifosato que es el ingrediente activo del roundup [ready] (que puede referirse al sistema de herbicidas originado por Monsanto y a la tecnología relacionada con los cultivos transgénicos diseñados para resistir la aplicación de herbicida) y el agente naranja, que de acuerdo al agricultor ahora cobra notoriedad porque las malezas se están haciendo resistentes al glifosato, han probado ser nocivos. “Ahora quieren hacer un cultivo resistente a ambos (al glifosato y al agente naranja); está en consideración del USDA (Departamento de Agricultura de Estados Unidos)”, dijo para comentar que esto redundaría en la utilización de plaguicidas más tóxicos o en mayores dosis.

Por otra parte, Pagán Roig apuntaló que en promedio no es cierto el aumento en producción debido a dicha tecnología, pero sí ha habido un costo ambiental definido. En la Isla, por ejemplo el gusano cogollero del maíz (insecto plaga) ha mostrado resistencia a insecticidas, mientras que como puntualizó el entrevistado más de cinco insectos de gran importancia a nivel mundial han desarrollado resistencia.

“A los únicos que beneficia es a los que venden el producto”, expresó el experto quien confirmó que existe evidencia suficiente del efecto perjudicial del glifosato en la actividad biológica del suelo. Además, mencionó el riesgo a la salud vinculado específicamente al consumo de transgénicos y otro riesgo por los productos químicos que se usan para asperjar.

Perjudicado el medio ambiente

De acuerdo a Jesús Vázquez, portavoz de la Asociación Nacional de Derecho Ambiental y de la Organización Boricuá de Agricultura Eco-Orgánica, entre los efectos de los transgénicos se encuentra la contaminación genética que afecta a la biodiversidad en general. Citando un estudio publicado en la revista Nature para el 1999, Vázquez comunicó que el polen de una variedad de maíz transgénico fue mortal para las orugas de la mariposa monarca. “Estas orugas no suelen alimentarse del maíz, pero sí de otras hierbas que cuando se cruzan con el polen de variedades transgénicas al consumirlas las orugas mueren”, informó. Igualmente, hay corredores biológicos que pueden verse perjudicados por el cruce genético que sucede de manera natural por el viento o la polinización.

Sobre esto, el entrevistado aseguró que ha habido casos en que a los agricultores (en Estados Unidos) se les han contaminado sus fincas (por el cruce genético) por el comportamiento de la naturaleza y han sido demandados por Monsanto por “apropiación” de semillas.

“La contaminación genética puede alterar ecosistemas completos, no solamente áreas agrícolas”, aseveró. Además enfatizó el riesgo del incremento en el uso de herbicidas y pesticidas, aportando más tóxicos a la comida que consumimos y a los campos. Alertó también sobre el uso de plaguicidas y la contaminación de los cuerpos de agua.

Por su parte, Vázquez conversó sobre el daño de los monocultivos que destacan en las fincas transgénicas. “La naturaleza no se comporta así”, afirmó para explicar que es por ello que a través de la agroecología, método sustentable que se promueve para alcanzar la soberanía alimentaria, se busca imitar los ciclos naturales mediante el policultivo.

Asimismo, sostuvo que Monsanto tiene la intención de experimentar con 28 cultivos en Puerto Rico. Actualmente se experimenta en la Isla con maíz, soja, algodón, girasol y algo de sorgo.

En cuanto a política pública, la Asociación Nacional de Derecho Ambiental ha hecho esfuerzos para proponer enmiendas para evitar que se haga experimentación genética y cosechas de cultivo transgénico en el Bosque Modelo. Por su parte, la Organización Boricuá promueve la agricultura ecológica, orgánica y sustentable.

Peligro para la salud

Tanto los productos transgénicos como los pesticidas están relacionados con enfermedades, como indicó la nutricionista Vilma Calderón y autora del libro Pierde peso y gana salud.

La también moderadora del programa radial Salud y nutrición con Vilma Calderón en Radio Isla mencionó algunos de los efectos como lo son toxicidad al hígado y a los riñones, daño en el ADN, aumento en el riesgo de desarrollo de tumores, inflamación gástrica, esterilidad y problemas serios de alergias. En cuanto a estudios que muestran una correlación positiva se ha visto una correspondencia entre la entrada de transgénicos al mercado con enfermedades como autismo y Alzheimer, entre otras.

“Personalmente tengo una serie preocupación con este asunto”, apuntó la educadora en diabates, ya que explicó que aun cuando tenemos más expectativa de vida, padecemos mayor morbilidad.

“Como plantean muchos científicos, nuestro ADN no pudo mutar tanto. Tiene que haber algo dentro del ambiente y esto apunta a la alimentación”, aseveró Calderón, quien estableció que la aprobación de los transgénicos sin estudios a largo plazo y sin regulaciones de etiqueta levanta sospecha. “Fue una aprobación política y económica y no salubrista”, afirmó.

Relacionado al Proyecto del Senado 524 que exigiría etiqueta o rotulación en los productos transgénicos, Calderón expresó que “el silencio y esa ausencia de segundo día de vistas públicas levantan una seria preocupación sobre el compromiso de los legisladores con la salud del País y el proyecto”.

El Post Antillano dará seguimiento a este artículo.

Nota: En la imagen, un jardín agroecológico, lo que se promueve para una seguridad y soberanía alimentarias. Foto por Ian Pagán Roig.