Uganda, esclavos y la cultura de la explotación

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En el lago Victoria, que Uganda comparte con Kenya y Tanzania, tiene su nacimiento el Nilo Blanco, la vía acuática que penetra en el vecino Sudán para confluir en Jartún, su capital, con el Nilo Azul que llega desde Etiopía y posteriormente fluye con todo su torrente hacia Egipto, la tierra de los faraones.

La magnificencia del gran lago, el río y el fértil territorio de Uganda despertaron las apetencias coloniales de Gran Bretaña que desde mediados del siglo XX había implantado su dominio en extensas regiones del África Oriental, en franca rivalidad con Francia y Alemania.

Tal como ocurrió en otros países del continente, la irrupción británica por la fuerza en Uganda, interrumpió el desarrollo normal de los pueblos que habitaban el territorio, alterando sus costumbres y modo de vida aunque la colonización no logró distorsionar valores como su cultura.

ANTES DE LOS BRITÁNICOS

Habitado por pueblos pastores, el territorio de la actual Uganda fue invadido por migraciones bantúes procedentes del occidente de África, las que ya para los siglos XII y XIV habían constituidos reinos comparativamente desarrollados. Las etnias predominantes eran bantúes, nilóticos y pigmeos.

Los cuatro reinos que formaban el país, eran Buganda, Ankolé, Banyoro y Toro, además del territorio autónomo de Buseta. La zona árida que separa la faja costera de la región de los lagos, cuna de esos cuatro reinos, sirvió de barrera contra la dominación musulmana.

Con esta civilización que procedía del norte, establecieron relaciones comerciales en el siglo XVI.

También por esta época, los cuatro reinos comenzaron a comerciar con los swahilis de países vecinos, ambas culturas tuvieron gran influencia en la formación de la cultura y 

religión del país.

LLEGA GRAN BRETAÑA

Para 1860, el reino de Buganda alcanzó un considerable desarrollo y poderío, en ese entonces gobernaba la dinastía Mtesa o Mutesa, que llamaba a su soberano Kabaka, sin embargo, los cuatro reinados convivían pacíficamente, en total armonía.

Dos años más tarde, expedicionarios de Gran Bretaña llegaron desde cuatro puntos al reino de Buganda. Las expediciones al mando de Baker, Spencer y Grant, establecieron relaciones con el reino bugandés, pero esos vínculos con los europeos se diferenciaban de los establecidos con los musulmanes o los swahilis que eran enteramente comerciales.

Los británicos traían intenciones de dominación, esta se concretó con la firma del tratado de Heligoland en 1860 mediante el cual, el territorio ugandés quedó bajo la influencia de Gran Bretaña, un primer paso en la explotación que sobrevendría posteriormente. Los tratados entre europeos y nativos sólo servían para legitimar la esclavización del pueblo y el robo de las riquezas naturales.

La colonización del territorio ugandés fue cedida por la Corona británica a la compañía concesionaria British East África Co. al frente de la cual se encontraba lord Frederik Lugard, a quien se le atribuye el sistema de administración indirecta implantado por Gran Bretaña en varias zonas africanas.

Fue Lugard quien sentó las bases para que el reino de Buganda en 1896 y todo el territorio de la actual Uganda, fuera declarado protectorado británico, un estatus superior en la colonización, sin que la población autóctona supiera exactamente contra quien necesitaba protección, a no ser contra los propios extranjeros.

La administración indirecta fue impuesta en Uganda, y consistía en la utilización de los reyes feudales, a los que se les dejaba algunos atributos de poder, aunque las decisiones importantes eran tomadas por el protectorado inglés.

Pero esa colonización no fue pacífica, los reinos feudales de la región habían alcanzado a la llegada de los británicos un desarrollo y una organización política tal que obstaculizaron el inmediato dominio europeo.

Sin embargo, la resistencia fue vencida por la división fomentada por los colonialistas.

El sistema de administración indirecta dejó en poder de los reyes la posesión de tierras, las que eran explotadas indirectamente por los colonialistas europeos. Esta posesión aumentó la dependencia y el servilismo de los monarcas autóctonos hacia los extranjeros.

En las primeras décadas del siglo XX el cultivo del algodón tomó un auge súbito. Terratenientes feudales y campesinos ricos dedicaron grandes extensiones de tierra a este cultivo. En pocos años el país se convirtió en el segundo productor de algodón entre las colonias inglesas, después de la India.

El cultivo de algodón pasó a ser en 1924 la primera actividad económica del país, lo que provocó que en 1926 la Corona británica emitiera un decreto prohibiendo el proceso y comercialización del producto por los africanos, actividades que pasaron a ser prerrogativas de los colonos ingleses, la misma ley fue impuesta al café y al tabaco.

A los africanos también se les impuso el trabajo obligatorio en las construcciones de carreteras y edificios públicos durante un mes al año sin remuneración. Pero tanta injusticia creo los gérmenes para la descomposición y posterior eliminación de la esclavitud colonial.