El IVA y la astucia política de García Padilla

Economia Solidaria

Lejos de aceptar de forma no crítica la campaña mediática que las universidades y colegios privados auspiciaron, así como las propuestas de la Fundación Sentido Común, en El Post Antillano llevamos dos semanas invitando al público lector a examinar el proyecto de la Cámara 2329, conocido popularmente como el tributo del IVA. Por los indicadores de lectores que vemos, reconocemos que cerca de 10 mil personas lo han leído o examinado de alguna manera. Luego de semanas de este debate, hemos también apuntado que cada día que pasa el proyecto se consolida más, en lugar de estar en crisis. Para colmo, y de forma no esperada, en lugar de hablarle al pueblo de forma directa, el pasado lunes, el gobernador Alejandro García Padilla prefirió transmitir un infocomercial, en el cual le ofrecía una charla a una audiencia cautiva en el pueblo de Cayey.

Para entender el país hay que conocerlo. Salvo las revueltas sociales de la clase obrera agrícola de la década de 1920 y 1930, las cuales fueron asistidas por el Partido Nacionalista, en Puerto Rico no hay tradición que ante la presión económica que ejerza el Estado, el pueblo se articula y ofrece respuestas contestatarias concretas. La opción ha sido la migración como válvula de escape. La opción política surge con la fundación del Partido Popular Democrático y su eventual ascenso al poder político a partir de 1940.

En la crisis obrera-patronal de 1974, a través del Gobierno de Rafael Hernández Colón, fue responder con la imposición de la Guardia Nacional ante los sindicatos radicalizados. La respuesta del Gobierno de Washington fue un masivo influjo de fondos federales, los cuales nos acompañan hasta el día de hoy.

Ante este cuadro, como pueblo ante la presión económica, hemos respondido siempre a través de la migración o a través del recibo de fondos federales que amortiguan la crisis económica. Solo ante la injusticia social o política, sea Vieques o la condición colonial de Puerto Rico, es que las opciones de militancia activa y combativa han surgido.

Este trasfondo lo tuvo que conocer Alejandro García Padilla o sus asesores al momento de presentar el tributo del IVA. La forma en que el Gobernador ha manejado las relaciones públicas a partir de la presentación del proyecto de ley son cuanto menos magistrales. Es la prensa corporativa y los sistemas mediáticos corporativos, auspiciados por los grupos de poder económico locales, los que desataron la campaña de la incompetencia, incapacidad, e insensibilidad del gobernante García Padilla. Lo cierto es lo contrario.

 Al día de hoy, salvo limitados economistas, como Heidi Calero y el contradictorio Gustavo Vélez, quien apoyó este proyecto en su versión anterior de 2011, la mayoría de los economistas han hecho silencio público o han explicado de forma crítica las virtudes y limitaciones del proyecto, pero no lo han rechazado. La Coalición de Empresarios, organismo que reúne a 20 empresas poderosas de Puerto Rico e inclusive al Colegio de Contadores Públicos Autorizados, han apoyado el proyecto.

Lo peor de todo este proceso, en el cual el Gobernador ha sabido capitalizar y ser el poder hegemónico, es decir el que pauta la senda a seguir, ha sido la ausencia de una crítica articulada desde las izquierdas. De una parte, el grupo Somos Pueblo, dirigido por sectores de la Iglesia Católica, demostró ser incapaz de articular una respuesta lógica. En particular por los conflictos de interés que causaba la propia presencia de la Iglesia Católica, la cual se oponía al IVA cuando este le afectaba la matrícula y la mensualidad de las escuelas y las universidades privadas.

El Partido del Pueblo Trabajador, el cual estuvo en silencio por dos años ante la falta de fondos públicos para sufragar sus gastos debido a que aún no están inscritos como partido oficial, revivió para asumir una carismática y populista posición, la cual nunca enunció una postura de izquierda. Tan contradictoria fue su postura, que en la marcha del jueves, 5 de marzo, terminaron marchando con los estudiantes de las universidades privadas, como un acto populista, lo cual les costó un rotundo rechazo de los sectores afines a ellos, que son parte de la universidad pública.

No todo ha sido perfecto y sin contradicciones. En el seno de El Post Antillano, hubo una profunda discusión entre la noción de lo público y lo privado, las clases medias y los sectores pobres y asalariados. Al final, aprendimos que efectivamente, mientras el IVA no afectase a las clases medias, estas no habrían de emerger como portavoces de la protesta en contra. Ahí tuvo razón el gobernador Alejandro García Padilla, cuando dice y repite “este proyecto va dirigido a la clase media y los pobres de Puerto Rico, a ellos les hace justicia social”.

Esto hay que traducirlo en el pobre apoyo que los estudiantes de la Universidad de Puerto Rico, recinto de Río Piedras, mostraron contra el IVA. A ellos no les beneficiaba, no les afectaba. Por ende, no participaron el 5 de marzo en la marcha, pero tampoco sus padres participaron en la actividad del domingo, 8 de marzo.

En fin que ante la ausencia de una crítica clara y consistente desde la izquierda, el Gobernador triunfó. Se impone un IVA con muchas enmiendas que reflejan la fortaleza del gobernador García Padilla y no su debilidad. Este sí que permitió el proceso democrático fluir. Ahora vendrá un IVA menor que el propuesto o igual, con enmiendas, y a satisfacción del proyecto político del Gobernador. ¿Nos conviene a nosotros? Aún no sabemos. Pero tampoco las izquierdas demostraron con argumentos precisos por qué el IVA no nos convenía. Todo se quedó en la mera especulación.

 Los anuncios del Gobierno, a fin de cuenta, se tornaron en el mejor instrumento educativo: todo el mundo acabó en el portal del Departamento de Hacienda, sacando números y visualizando que tendrán más dinero en el bolsillo.

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