La Cultura de la Violencia, Made in USA

Cultura

Hace unos años, para ser preciso en el 2005, el presidente de los EE.UU Barak Obama, fue galardonado con la máxima distinción que se le puede dar a un ser humano que intente hacer el bien común: el Premio Nobel de la Paz. Como tantos otros, prometió hacer la paz. Ahora bien, el hizo una distinción importante: prometió proteger la paz. Esto parecía un sin sentido, pero algo se tramaba éste cuando hizo dicha oferta de protección. Es ahí donde yace el problema: hoy unos años después, el Presidente Obama es un gran abanderado de la protección de la paz – al costo de hacer y preservar la guerra y la violencia.

En una encuesta que se acaba de realizar a nivel internacional, se destacó que el Presidente Obama ha perdido popularidad dentro de muchos países, incluyendo sus aliados, debido a su manejo de la guerra preventiva. Esto es problemático, toda vez que en los escenarios de guerra donde los EE.UU participa (Afganistán) o de post-conflicto (Iraq) o en sus guerras preventivas (Uganda, Yemen, Pakistán, entre otros), la presencia de dicho país se ha destacado en utilizar el máximo de violencia para contener al opositor – por no llamarlo el enemigo.

El mejor caso de esta conversación lo es el trabajo militar y de inteligencia que realiza el ejército de los EE.UU en lugares como Yemen y Pakistán. En éste, y utilizando unos aviones no tripulados llamados Drums, los cuales van equipados con equipo militar de naturaleza ofensivo y destructivo, se han dedicado a asesinar de forma “preventiva y defensiva” a toda persona que el gobierno de los EE.UU haya declarado enemigo de dicho país y en guerra con este. De esta forma, los líderes de la organización Al Quaeda han sido sistemáticamente asesinados – o para ponerlo en lenguaje de los EE.UU, eliminados.

Esta práctica de violencia defensiva, es consistente con lo que ha hecho el gobierno de Israel por muchos años en la región del mediano oriente. Bajo la bandera de la paz, y de asistir en la prevención del conflicto, se ha pretendido justificar que se use igual nivel de violencia o uno de mayor. Esto no puede ser tolerable. Realmente hablando, debe ser repudiado y cuestionado desde todas las fronteras y más que nada no debe verse como parte del proyecto de una nueva humanidad.

Hoy la lista de los estados “jilipollas” o estados de la perversidad o no democráticos, debe incluir, como mínimo a los EE.UU. No se puede tolerar que un estado determine quien vive y quien muere, pensando como mínimo a partir de una cultura de derechos y del debido proceso de ley.

El proceder de los EE.UU lo que hace es promocionar un cambio cultural, donde se vea como normal, que una gente puede ser asesinada, de forma impune, por los estados. Esto no es aceptable. Ningún estado está por encima de otros estados. La cultura de derechos que se impuso a partir de la Segunda Guerra Mundial (1939 a 1945), es una que habría que preservar hoy: el respeto de todos los estados a los derechos humanos.