Postcrecimiento

Economia Solidaria

Entre tanto discurso de austeridad vs. gasto, se asoman las preguntas de siempre: ¿Para qué? ¿Para quiénes? Al fin y al cabo la austeridad y el gasto tienen el mismo fin, el crecimiento económico. En el mejor de los casos, dicho crecimiento se busca para una mayor redistribución de las riquezas. Lo más común, por otro lado, es que sea para la acumulación del capital en unos pocos. Sin embargo, pocos hablan de la imposibilidad de seguir viviendo como lo hacemos, no porque hay que ‘ahorrar’ para que la ‘economía’ se estabilice y podamos ver un despunte económico en el futuro, sino porque simple y llanamente las formas de vida de la mayoría de las personas en los centros urbanos más poderosos y sus distintas ciudades satélites son insostenibles.

La situación es básica y sencilla: vivimos en un mundo finito y desigual. Lo que implica que hay que buscar, y encontrar, todos los medios posibles para la justicia social – la igualdad, que no implica que todos seremos idénticos ni tendremos el mismo recorte – y la conservación y reproducción de la vida toda, no solo humana. Para esto, ningún programa que incentive el crecimiento tiene real potencia radical, pues continúa profundizando la lógica depredadora de los modelos económicos dominantes.

El decrecimiento, que duda cabe, implica verdaderas revoluciones en las vidas cotidianas de todos y todas. Estas transformaciones radicales deben darse en los patrones de consumo, en los diseños y planificación de las ciudades, en los hábitos alimenticios, en el manejo de la basura, en las capacidades de todos. Por ejemplo, el desarrollo de saberes para reparar y transformar objetos existentes, la disminución radical de la construcción, la desaparición de casi todos los automóviles, aviones, cruceros, etc, (no así de los veleros y las bicicletas), el incremento del vegetarianismo y el ‘ayuno’ (comer menos), la creación de nuevas formas de ocio, la transformación de las casas ‘unifamiliares’ y todos sus enseres y significados, etc.

La lista es cuasi interminable, pues implica crear otro mundo, otra economía, otra vida. La vida estructurada en el postcrecimiento mantendría una población balanceada de todas las especies, incluyendo la humana. ¿Cómo se mide el balance? Importante pregunta, pero el desbalance se nota a leguas y hay que cambiar, si no queremos más injusticias, guerras, opresión y muertes. El postcrecimiento debe estar informado por todas las luchas de emancipación y dignidad humanas (raciales, de género, clase social, anti-coloniales, orientación sexual, etc.) para que sea radical y justo.

Ningún gobierno ha tomado esta vía del decrecimiento y la justicia social. Sin embargo, varios movimientos sociales y distintas organizaciones alrededor del mundo sí van por ahí: desde el eco-socialismo, o socialismo ecológico, hasta otras formas de organización socio-económicas. Existen distintas practicas y ‘casos’ donde se practica el poscrecimiento. Pero no es suficiente. Aun los discursos dominantes son de crecimiento, sin atarlo a sus efectos en millones de vidas, humanas y no-humanas, alrededor del mundo, ni al creciente número de ‘desastres naturales’, que los mismos provocan. Decrecer es parte de la lucha, que se debe vivir en la transformación de nuestros hábitos hacia vidas más cooperativas y humildes, aunque abundantes y prenados de vida, solidaridad y (com)pasión.