Memorias del desempleo

Economia Solidaria

Que mucho uno piensa cuando tiene tiempo… Digo tiempo y no sé lo que digo, no lo siento, no me impulsa o empuja, más bien me aprieta, en la garganta. El tiempo pesa cuando no hay horarios o entregas, fechas límites, citas. Esperar. Esperar. Desesperar…y volver a esperar a nadie o nada. Adiós. Despedirse en el tiempo parado, no entrar mientras sigues esperando. Que mucho se piensa en esto de estar ‘parado’, como dicen los españoles. Tener tiempo es una noción muy posesiva de algo que, más que ‘tener’, nos tiene a nosotros, aunque ni eso es cierto.

Lo loco es que el estrés no desaparece, ahora hay unas preocupaciones hasta más profundas y dolorosas. La dignidad y la vergüenza, la reputación y la responsabilidad, la relación con los demás – la compa, los nenes… “Ah, ¿cómo estas?” “Qué te dijeron, cuéntame” “Pues, que me llaman.” “Vamos a ver.” “Pa’ lante”…

Buscar y hacer lo que no se sabe, solicitar a todo lo que aparezca aunque no se imagina uno cómo lo va a hacer, ganarse una chavería haciendo mil cosas, lo que haya que hacer mientras el hacha va y viene. Mientras el hacha va y viene. ¿A dónde va y viene? ¿Qué hacha? ¿Qué corta?…

Y es que yo sé que todo se aprende, pero no me puedo poner a que me llamen si necesitan a un plomero o un electricista, o un handyman, si yo no sé cómo diache se hace eso… Puedo pintar paredes, puedo cargar cosas de aquí a allá, puedo limpiar mesas y sillas, botar basura y servir a los clientes en un restaurant o una tienda, pero no me llaman. Te piden experiencia… Eso es como a los confinados que cuando salen y buscan trabajo le piden un certificado de buena conducta y cuando ven que fue convicto, no le dan el empleo… Vaya.

Mano, si por lo menos pudiera dar algo pa’ la compra o la renta, o la mensualidad del carro, o los préstamos, o la escuela del nene, o pa' la gasolina, o si quiera pal cine, o pa’ un fifí. Se le quitan las ganas de seguir buscando…lo que no hay. ¿Y qué se hace con la rabia, con la frustración, con el miedo y las inseguridades? ¿Se escriben? ¿Cómo uno tranquiliza los pensamientos, este monólogo, torbellinos de ideas, imágenes y sensaciones que ni el inconsciente lo entiende? Después entonces me acuesto tarde, duermo más o menos y me levanto cansado a bregar con los chamaquitos y…esperando que el día tenga 38 horas pa’ uno dormir dos o tres más y poder hacer todo lo demás (resumés en inglés, más detallados y específicos, corregir las solicitudes, cartas de recomendación, llamadas, clasificados online, cocinar, mapear, lavar ropa…). El tiempo es un embuste que te susurra por detrás de la oreja y te da un escalofrío que te asusta y te excita a la vez.

Un día, una semana, semanas, un mes, meses, un año…. ¿Y cómo es que sería una economía solidaria? Anti-solitaria. O sea, que estar solo no sería una sensación de abandono o un pozo seco, o un hoyo en el medio del desierto, sino una práctica voluntaria, de meditación o reflexión, etc. Oye, ¿habrá nacido la hija de este hombre? Una economía de la dignidad, de la convivencia, de la empatía, de la vida compartida. Pero…tengo que seguir buscando, esperando. Perdonen, tengo que buscar en el buzón a ver si llegó alguna respuesta.