Camino a Cuba 3

CAMINO A CUBA1

altCaguas, un día del año 1999. La ilusión de llegar a convertirme en artista de rock, en un “rock star”, y la realidad de ser poeta no son la misma cosa, aunque sea el mismo espejo quien nos mire.

Luego del desencanto de aquel certamen literario en el cual llegué segundo en el género de poesía, literalmente hablando por una mierda, ese mismo año comencé una relación de correspondencia con otro miembro del jurado aquel. José Manuel Solá, maestro en una escuela de Caguas y poeta. Así lo conocí en aquel entonces.

Todavía no terminaba la escuela superior y el inicio de estas conversaciones con José Manuel abrieron un portal hacia la poesía por el cual fui poco a poco entrando. Solá, con paciencia de estatua fue enseñándome lo que era ser poeta más allá de la fanfarria que puede traer tal vocación.

Uno de los consejos que más guardo de él es que un buen poeta estaba echo de 10% inspiración y un 90% trabajo duro. Que había que leer, leer hasta el cansancio y escribir para llegar a ser un poeta decente por lo menos. Por eso siempre que puedo reconozco la aportación que Solá hizo en mí, no solo en la poesía sino también en lo humano.

También en aquella época me cuestionaba qué haría con la poesía. Jamás me visualicé de traje y corbata detrás de un escritorio. Tenía la ilusión de llegar a convertirme en un “rock star” pelú, barbú, con tatuajes y toda esa parafernalia.

Lamentablemente lo de pelú no me duró y lo de “rock star” fue más un juego, que otra cosa. Los versos no mentían y cada vez la poesía me hacía caer y me hacía levantarme. Escribir era doloroso y solitario, pero a la vez también era placentero poder derribar los muros de los complejos y la timidez.

De “rock star” solo tengo la barba y los tatuajes…aunque voy Camino a Cuba, a la Feria del Libro, repleto de poesía.