Camino a Cuba 13

CAMINO A CUBA1

altUn día del año 2013, Caguas. Estaba decidido todo, esperábamos que el tiempo decidiera la hora exacta.

Dormía, cuando con insistencia el celular no dejaba de vibrar, eran cerca de las 5am, al otro lado de la llamada mi madre, con voz pausada y dolida me daba la noticia.

En sus últimos años tenía un paso aletargado y seguro, su mirada fija en uno como diciendo “qué carajos haces que no me ayudas”, su postura encorvada por el peso de la vida, su voz suave de primavera, sus manos testigos de tantos nacimientos, todo era una bendición. Para sus 16 hijos Lula era el pilar, la comandante en jefe, debió ser así después de la partida de Juan en el 1985. Mantener a una familia numerosa unida solo lo puede lograr una mujer con ovarios de acero, y Lula los tenía de titanio.

Parte de mi crianza fue con ella, desde la caída de los primeros dientes hasta el nacimiento de Adri. Lula era la matriarca de la familia Hernández-Pagán. Nada sucedía sin que ella lo supiese, tenía la capacidad para adivinar las cosas o para sacarte información y uno creía que solo conversaba. Cuando la factura del tiempo empezó a reflejarse en ella los papeles se invirtieron, era yo quien debía cuidar de ella, pero era más fácil hacerle una cesárea a una hormiga.

Cuando llegaba a su casa ella rabiaba porque había llegado tarde o llegaba y ella dormía y cuando despertaba se enfurecía porque “volví a llegar tarde”. Debía prepararle el desayuno, el café clarito y darle sus medicinas. Era todo una odisea, ella nunca estaba complacida con nada, “que si la crema te quedó sosa, que este café está frío, que esto está muy salado y tú sabes que yo no puedo comer salado”, eso era al empezar el día. Luego eran las tareas, “dóblate esa ropa, echa esa otra a lavar, haz comida para que Lando coma cuando venga, barre, pasa mapo” y así seguían las órdenes. Lula tenía vocación de comandante pero yo nunca quise ser soldado, por eso busqué la manera de que ella se entretuviera en otra cosa que no fuera hostigarme con tareas, ahí comenzaron las fugas.

Nos fugábamos de la casa para ir a las tiendas, al casino de un hotel en Caguas o simplemente a comer sorullitos de maíz con café en el Mesón. Dos días a la semana practicábamos ese ritual, además de las citas médicas previstas. Tuve que aprender sobre la marcha a ser “cara de lechuga” pues ella no le importaba hacerle pasar bochornos en las tiendas al decirle a la vendedora que lo que vendía era una porquería. Pero nos entendíamos. Fuimos algo así como cómplices, menos en el casino, ahí me mandaba a irme lejos de ella porque yo estaba “sala’o” y por eso ella no ganaba. Fueron muchas las palabras sabias de Lula, sus frases célebres para salir airosa de una discusión como “y suerte”, ahí ya habías perdido con ella la batalla. La mañana de la noticia fue una especie de tranquilidad y cólera, yo no pude más que escribirle un poema:

¿Hacia dónde volaron

las mariposas de tu voz que no las encuentro?

¿Hacia qué futuro emigraron?

¿En cuál galaxia te fuiste a dormir

el sueño eterno que te prometió tu dios?

Bajo la luna del tercer mes

tus ojos fueron despidiéndose

se apagaban se entregaban a la eternidad.

Tú que sembraste hijos en esta tierra de dolores

que plantaste huellas y palabras en las manos de quienes

hoy llevamos una lluvia de recuerdos en los ojos

te quedarás en nuestra garganta

como cenizas de ese fuego

con que ardías la vida.

Te quedarás en las historias para nuestros hijos

impregnada en las hojas del árbol familiar

comandante del ejército de los 16.

¿Cómo apago tu Luz

en esta noche de quimeras?

Si tus dedos angustiosos y dolientes

se entretejen en mi cabellera ausente

si el recuerdo de tus años

se hunden en mi como un ancla

y te extrañan mis labios

que se muerden tu nombre de hoguera.

Sé que has de llegar, que llegaremos

que volveré quebrarme en tus manos

que me llamarás nuevamente a tus brazos

y de nuevo volveremos a ser.

Ya de camino a Cuba pienso en ella, la recuerdo sentada rabiando porque no he hecho nada con mis poemas. Pues sepa usted Lula, que estoy a días de viajar para la Feria Internacional del libro en La Habana y que gracias a tu vida soy un poquito mejor ser humano. Camino a Cuba.