2012, el año en que la diversidad sexual pasó desapercibida

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Largo trecho por recorrer le queda a la comunidad LGBTI en tanto que ni siquiera cuenta con una candidatura segura para algún puesto de elección popular. El tiempo, sin embargo, podría sonreírnos en cualquier momento. Mantengamos la esperanza.

Sin bien no se trata de un ejercicio estadísticamente representativo, de acuerdo con el sondeo de opinión de Anodis.com, la mayoría de los nuestros lectores votará por Andrés Manuel López Obrador.

Votarán por López Obrador pese a que el candidato, cuando fue jefe de gobierno, obstaculizó la ley de sociedades de convivencia en el Distrito Federal; lo harán pese a que el abanderado de la izquierda ha dicho que someterá a consulta los derechos de las minorías sexuales antes que reconocerlos.

Tal parece que en esta ocasión el voto rosa no será a favor de un candidato que se haya pronunciado a favor de la diversidad sexual, sino por lo que éste representa. Es decir -por lo que se puede leer en redes sociales-, el llamado voto rosa se ha inclinado por Marcelo Ebrard, por quien el matrimonio gay hoy es una realidad en el DF, o por un movimiento progresista que también lo hizo posible.

La diversidad sexual votará en segundo lugar por Josefina Vázquez Mota, pese que la candidata del PAN sólo reconoce el matrimonio integrado por un hombre y una mujer y pese a que será el único que defenderá. La candidata del PAN tendrá votos rosas a pesar de que su partido se opuso al matrimonio igualitario en el Distrito Federal y lo impugnó en la Suprema Corte de Justicia.

En tercer lugar, la comunidad LGBTI votará por Enrique Peña Nieto pese a las acusaciones públicas de que el mexiquense es homofóbico y de los señalamientos del profesor Agustín Estrada, presuntamente violado y perseguido por el gobierno del Estado de México en razón de su orientación sexual.

Y en cuarto lugar, de acuerdo con el sondeo de Anodis, la población sexo-diversa de México votará por Gabriel Quadri, pese a que fue el único aspirante presidencial que abiertamente respaldó e insistió en el reconocimiento de derechos para quienes tienen una orientación sexual e identidad de género diferente.

Así pasará este 2012, sin que los principales partidos, sus políticos y sus candidatos hayan demostrado un compromiso público y explícito a favor de la diversidad sexual. Pero también es cierto que la población LGBTI tampoco es lo que demanda y exige, en tanto que el voto rosa, una vez más, será diferenciado.

Una vez un partido (el PSD) se declaró pro gay y no alcanzó el registro; esta ocasión un candidato presidencial liberal se pronunció a favor de las minorías sexuales pero tampoco es el favorito.

Largo trecho por recorrer le queda a la comunidad LGBTI en tanto que ni siquiera cuenta con una candidatura segura para algún puesto de elección popular. Sin sólidos soportes político-partidistas, el desafío será continuar con energía e independencia la exigencia de las demandas de la diversidad sexual.

El tiempo, sin embargo, podría sonreírnos en cualquier momento. Mantengamos la esperanza.