En memoria de los mártires Hiram Rosado y Elías Beauchamp

Voces Emergentes

alt(Nota Editorial: Mensaje ofrecido el pasado 23 de febrero frente a las tumbas de los mártires en el Cementerio de Villa Palmeras)

Buenos días a todos los que nos honran con su presencia. Voy a presentar algunos breves datos sobre quiénes eran los jóvenes que dieron su vida y su honra por defender la dignidad de la patria, Elías Beauchamp e Hiram Rosado:

Elías era descendiente de una familia de las marías y de Lares. Algunos de sus familiares fueron luchadores contra el imperio español de 1865. Elías trabajó con el Lcdo. Leopoldo Santiago y luego con los tabacaleros (tal vez con ellos recibió su formación política, recordar memorias de Bernardo Vega). Era nacionalista y tenía indignación por el asesinato de los estudiantes en 1935. Se unió a Juan A Corretjer, Hiram Rosado y Plácido Hernández para ejecutar a Riggs.

Hiram Rosado era un joven de Ciales, le gustaba la música y la lectura. Tocaba violín. Perteneció al ejército libertador. Decía Hiram: “Ante el dolor de la patria esclava, el sufrimiento personal nos empequeñece”. No sabemos si, siendo de Ciales, fue educado políticamente por Juan A Corretjer, pero fue posible que así fuera.

Pedro Albizu Campos y Francis Riggs, se conocieron a través de Félix Benítez Rexach. Hablaron de la huelga cañera de 1934 y Riggs entendió que los reclamos eran modestos y los recomendó a los barones del azúcar y la huelga se resolvió cuando estos accedieron a las demandas de los trabajadores. La victoria de Albizu dirigiendo esa huelga y el proceso de convencimiento a los dirigentes de partidos tradicionales (Liberal, Partido Unión de Puerto Rico y Partido Socialista), para hacer la Convención Constituyente, fueron hechos que llevaron al gobierno de EE. UU. a organizar y planear el encarcelamiento de Albizu y de la alta dirección del partido Nacionalista.

El 24 de octubre se produce la masacre de Rio Piedras donde asesinan varios estudiantes que se dirigían a la Universidad de Puerto Rico a tratar de evitar que una asamblea estudiantil declarara a Albizu persona non grata en la universidad. Dicen que el asesinato fue parte de la estrategia de Riggs, que decía a sus subalternos en la policía: “frente a los nacionalistas tiren a matar”. La Juventud universitaria alegadamente liberal, iba a declarar a Don Pedro Albizu campos, persona non grata

Juan Juarbe Juarbe, isabelino, que llegó a ser Secretario del partido Nacionalista, era quien tenía que estar en la asamblea de la universidad. Albizu, para proteger la vida de Ramón S Pagán, trató de que Pagán (secretario del trabajo del Partido Nacionalista), no fuera a la misma, así se lo encargó a Juan Antonio Corretjer. Albizu se enteró de que dentro del partido se conspiraba para asesinarlo y le atribuían a Ramón S Pagán, hacer expresiones afirmativas en cuanto a que Albizu se lo merecía. Para tratar de mostrar que ello no era cierto y afirmar su fidelidad a Albizu, se dice que fue que Pagán insistió en acudir a la Universidad a impedir que los actos contaran con Albizu.

Los nacionalistas deciden ejecutar a Riggs, en respuesta al asesinato de los jóvenes nacionalistas en la calle Brumbaugh de Rio Piedras. A propósito de esta ejecución y sus motivos, vale aclarar algunos conceptos sobre lo que es el terrorismo. Debemos distinguir el concepto terrorismo del uso de la violencia revolucionaria, aun más cuando es en defensa propia, como lo es la defensa de la patria agredida.

El terrorismo es sembrar el terror por el terror mismo, para crear un clima de miedo e inestabilidad. Con el fin de sembrar miedo o terror, la violencia es vista como un fin primario para obtener fines políticos o de agresión contra un objetivo, sea o no un objetivo civil. Por otra parte, la violencia revolucionaria busca defender al país de ataques en su contra y busca dar una respuesta militar contra objetivos militares o comerciales no contra objetivos civiles. Corretjer, abonando a lo dicho, se oponía a que se atacara objetivos civiles porque esto enajenaba al pueblo al cual pudieran pertenecer víctimas inocentes.

Filiberto Ojeda, teorizando sobre la violencia revolucionaria, lo expresaba de esta manera:

La violencia, que en nuestro caso es revolucionaria, no es agresiva, sino defensiva y para la salvación nacional, tal y como lo ha sido para todos los pueblos que han tenido que resistir las agresiones e invasiones colonialistas e imperialistas. Coincidimos plenamente con el gigante del pensamiento libertario que fue Frantz Fanon, quien, nacido en la colonia francesa de Martinique, se transformó en el psiquiatra que supo establecer los remedios curativos para las sociedades colonizadas cuando explicaba, con la autoridad que su sabiduría le otorgaba, que: “El colono hace la historia y sabe que la hace. Y como se refiere constantemente a la historia de la metrópoli, indica claramente que está aquí como prolongación de esa metrópoli. La historia que escribe no es, pues, la historia del país al que despoja, sino la historia de su nación en tanto que ésta piratea, viola y hambrea. La inmovilidad a que está condenado el colonizado no puede ser impugnada sino cuando el colonizado decide poner término a la historia de la colonización, a la historia del pillaje, para hacer existir la historia de la nación, la historia de la descolonización”.

La ejecución de Riggs puede considerarse, más en la categoría de un acto de defensa propia porque perseguía, no la mera venganza por lo ocurrido en la mascare de Rio Piedras, sino que era un mensaje al gobierno represor de que, si asesinaban o herían jóvenes independentistas en el ejercicio de su lucha por la independencia, iban a recibir una respuesta similar contra lo que realizaran esos actos de represión. Por eso cuando Elías Beauchamp se entrega, le dice a la policía: yo no disparo contra hermanos puertorriqueños y acepta que él fue quien ejecutó a Riggs.

El asesinato de ambos jóvenes en el cuartel de la policía y lo que ocurrió luego en los juicios en el cual la policía resulta absuelta de esos asesinatos con prueba suprimida, fabricada y tergiversada, demuestra que el camino de la reivindicación judicial no estaba disponible para los nacionalistas en ese momento histórico. Ver editoriales del periódico El Imparcial y de El Mundo en esa época (1936), criticando la actuación de la policía que no garantizó la vida de los jóvenes nacionalistas y permitió que los ejecutaran a mansalva en el propio cuartel de la policía. El Coronel Cole cuando supo que fueron arrestados dijo: “Are they still alive”, lo cual equivalía a que los mandó a matar.,

La entrega de ambos y el valor mostrado incluso frente a la muerte en el cuartel de la policía, pone de manifiesto el compromiso místico de los discípulos de Albizu de coronar la vida con un acto supremo. De hecho, Hiram Rosado, antes que el Ché Guevara, le dijo a uno de los policías que le disparó: Disparen para que vean como muere un hombre, (El Imparcial 25 de febrero de 1936). Como dijo Albizu: estamos en tierra donde yacen las cenizas preciosas de héroes auténticos. Ante la tumba de ambos mártires pronunció su famoso discurso sobre el valor, oigamos:

“El valor más permanente en el hombre es el valor. El valor es la suprema virtud del hombre y se cultiva como se cultiva toda virtud y se puede perder como se pierde toda virtud. El valor en el individuo es un supremo bien. De nada vale al hombre estar lleno de sabiduría y de vitalidad física si le falta el valor. De nada vale a un pueblo estar lleno de vitalidad, y de sabiduría si le falta el valor”.

Ante la imposición del régimen colonial que aún subsiste. Ante la tiranía de la Junta de Control Fiscal, ante el asedio a la universidad de Puerto Rico. Ante la supresión de varios de los más valiosos y preciados derechos de los trabajadores. Ante la imposición por la fuerza del derecho insensible a la dignidad del hombre, nosotros también tenemos que hacer un juramento; Dedicar cuanto nos quede de vida a luchar al lado de los perseguidos, de los oprimidos de los pobres de la tierra, que nunca deben ser dejados a su suerte ante la fuerza indiscriminada del tirano.