Baywatch – o porque Dwaine Jonhson se opone también a la estadidad

Cine caribe

altLa más reciente película para el verano tropical o caluroso, Baywatch (Dir. Seth Gordon), EE.UU., 2017) continua con la saga de la serie de televisión del mismo nombre, que se transmitió de 1989 al 2001. En esta ocasión, la serie de televisión sube al formato de película cine, y se contextualiza en un mundo en transición, donde la xenofobia inspirada por Donald Trump está en su mejor momento.

Ante este cuadro, la película nos narra la historia de la vida en la playa de Santa Mónica, California (en la bahía de “Esmeralda”) donde los salvavidas, o vigilantes de la bahía, se toman muy en serio su trabajo. Es un cuerpo de monumentales salvavidas, donde de ordinario, todos y todas son preciosos, son multiculturales, creen en la diversidad, son abiertos en sus tabúes, en fin, el trabajo que todos los boricuas que aspiran a una vida plena en los EE.UU., añoran.

La trama se desarrolla en el reclutamiento anual de nuevos candidatos, donde Mitch (Dwaine Jonhson) es el líder del proceso. La trama se dirige en torno a tres personajes que son reclutados en esa jornada, y que a partir de ellos se desarrolla la película. Matt (Zack Efron), Summer (Alexandra Daddario) and Ronnie (John Bass) son reclutados y cada uno trae su historia de vida al filme, lo cual permite el desarrollo de la primera trama fílmica. Luego viene la villana Leeds (Prinyaka Chopra) quien hace de narcotraficante latinoamericana, y el resto es historia.

Pensaríamos que se trata de una película de verano, para toda la familia. No obstante, en la tradición de Jackass (Dir. Jeff Tremaine, EE.UU., 2002), o de Hannover (Dir. Todd Phillips, EE.UU., 2009), Baywatch surge como una película estereotipada y muy racista. En otras palabras, pese a todo, el mundo de los blancos, asumido por un personaje llamado Mitch (Jonhson) que se declara Brown (marrón, en la tradición racista de fines del Siglo 19 en los EE.UU.), pero donde todo a partir del chiste se normaliza. En este sentido, y siguiendo la tradición que generó Jackass, Baywatch se convierte en una película profundamente discriminatoria, racista y sobre todo xenofóbica.

Ahí raya mi interés de hablar en contra del plebiscito y la estadidad. Para una película filmada entre Florida y Georgia, es decir, en el sur duro de los EE.UU. y no en la costa liberal de California, Baywatch reproduce los discursos racistas del momento. En todo caso, si le consultamos a los que participaron en la producción, todos y todas no irían a votar al plebiscito. La pregunta que dirige al personaje de Leeds (Chopra) es una muy sencilla: ¿Quién quiere latinos en los EE.UU.? Aparentemente, nadie.