No sabes,
solo luz, en tierra diminuta;
solo los vórtices de un color anónimo
porque no es blanco de hombre o ceguera;
en tu soledad tierna, solo imágenes
mar en responso, cristal desolación
y el mundo cerca.
Te diré
que somos hijos de una sangre en luto
de clamor comido por ladrones
y baile mutilado a muerte que separa;
te diré de barrancas frescas
corto tiempo de voz
y el esclavo que se refresca en agua amarga;
te diré nuestro silencio
para que aprendas a contar con lágrimas
ese otro mundo que no está.
Brevedad
que te desnuda del desnudo y de su encierro;
ese abecedario sonámbulo
pendiendo de bordados, como otra pared
donde muchas veces repetirás tú siempre hoguera
bajo este mundo donde ya caemos
para cerrar los ojos.