La vida de color rosa nos recuerda desde París Edith Piaf

Voces Emergentes

altLa vida no es color de rosa. Esa es una frase muy usada en este país. En los tiempos que vivimos ciertamente nada es muy color de rosa. Las cosas andan más bien color de hormiga brava. La ebullición o la falta de, en la economía isleña y en la economía global nos desconcierta. No tenemos idea clara de hacia dónde nos dirigimos como país, ni de quien nos dirige sepa cómo hacerlo.

Sin embargo, a pesar de las grandes incertidumbres del país o de aquellas personales, cada uno tiene la capacidad para decidir si quiere ver el vaso medio lleno o medio vacío. En ese sentido podemos recurrir a la auto-sugestión y a la visualización. Podemos pensarnos y proyectarnos con mentalidad de abundancia o de carencia. Somos creadores de nuestro entorno y atraemos hacia nosotros lo que queremos.

El secreto para atraer lo positivo es creer, desde el tuétano de nuestro ser, que somos merecedores de lo que queremos. Nuestros pensamientos generan ondas de energía que se esparcen como lo hace el sonido de la música. Si el pensamiento es negativo, o si saboteamos nuestros pensamientos positivos con inseguridades o mensajes contrarios a aquello que se quieren, se altera la vibración de la onda energética. Se crea una interferencia causada por el choque de la energía positiva y la negativa. Y esa confluencia de energías, dando señales mixtas, se traduce en un resultado no deseado.

“Trato” siempre de ver el vaso medio lleno. Me corrijo. Veo siempre el vaso medio lleno. Y porqué corregir esa sutilidad, pueden preguntar. Hace poco aprendí que para uno lograr un cambio a través de auto-sugestiones hay que eliminar el verbo “tratar” de nuestro vocabulario. La mente procesa ese verbo como un “no puedo hacerlo” o un “no voy a hacerlo, aunque lo intente”.

¿Por qué no hacer la vida en rosa? El rosa es una fusión del rojo y el blanco que son colores opuestos. El rojo y el blanco son los extremos: fuerza y debilidad, actividad y pasividad, fuego frente a hielo. Sin embargo, el rosa representa un punto medio entre estos extremos. El rosa es fuerza controlada, energía sin agitación y temperatura agradable.

El rosa se asocia con lo femenino. Es por eso que un hombre que usa el rosa puede ser llamado afeminado. Para mí, en cambio, un hombre que usa el rosa es un hombre que lleva sus pantalones bien puestos. Es uno que abraza su sensibilidad sin sentirse menos masculino. Es uno de admirar.

Decir que la vida no es color de rosa es igual que usar el verbo “tratar”. Imaginemos un país o un mundo donde la norma sea la fuerza controlada, la energía sin agitación y la temperatura agradable. No sería ese uno mucho más llevadero. Entonces, aprovechando la energía y el sonido de la canción de la francesa Édith Piaf, propongo que hagamos la vida en rosa.