El Malquerido o la vida de Felipe Pirela fue todo un bolero trágico

Cine caribe

altEn cartelera en Puerto Rico, de forma poco usual tenemos una extraordinaria película venezolana, El Malquerido (Dir. Diego Risquez, Venezuela, 2016). La película es una grata sorpresa y excepción a la muestra de cine que de usuario tenemos en la isla.

El Malquerido narra la vida, obra y destino fatal del cantante Felipe Pirela, quien nació en Venezuela en el 1940, y murió asesinado en Puerto Rico en el 1972. Una vida trágica por demás, pero de encantadora pasión, y sobre todo de un filin extraordinario.

Actuada por el joven artista y cantante venezolano Jesús “El Chino” Miranda (Felipe Pirela) la película nos narra el desarrollo del infante Pirela, en su estado de origen, Zulia, en la región de Maracaibo. Allí desde pequeño se destacó como un potencial artista. Allí cantó de forma aficionada, hasta que llegó a un programa de televisión el cual fue visto por el músico dominicano residente en Venezuela, Billo Frómeta, quien era el propietario y director de los Billos Caracas Boys. El resto es la fama.

Se casó a los 23 años con la puberta, Mariela Pontiel Prieto (Greisy Mena), la cual sólo tenía 13 años, con quien procreó su única hija, Lenny. La intervención de la familia de Mariela, más la promiscuidad abusiva de Pirela, crearon las condiciones para el rompimiento del matrimonio entre ambos. Luego se inició el “bolero” en la vida de Pirela, donde las acusaciones de Mariela contra él, forzaron su abandono y partida de Venezuela.

Así las cosas, recorrió Pirela varios países, y dada su proximidad musical con el gigante boricua de Tito Rodríguez, entre otros, se ubicó a vivir en Puerto Rico. Allí, ya un hombre divorciado, se inserta tanto en la vida del canto como en la del uso abusivo de las drogas, en particular la cocaína. Ante esto, su suplidor, Julio Portabales (Carlos Cruz), un vendedor callejero, ante el impago de la droga por parte de Pirela, lo asesinó. Un 2 de julio de 1972, Felipe Pirela fue asesinado en Puerto Rico, en una playa de Isla Verde, Carolina.

Se trata de una vida triste, llena de tristeza y donde la alegría siempre está empeñada. Ahora bien, la película la narra de una forma linda y limpia. Es una película digna de ser vista, y sobre todo que se trata de un cine latinoamericano que pocas veces vemos en Puerto Rico. Vamos, vamos a verla, para recordar con entusiasmo y con el embrujo del filin a Felipe Pirela, el bolerista de América.