“La transparencia del tiempo” es el vigésimo libro que leo de Leonardo Padura y debo advertir que mis favoritos son sus novelas “El hombre que amaba los perros” y “La novela de mi vida” así como su magnífica colección de crónicas “Un hombre en una isla” y “Un camino de medio siglo: Alejo Carpentier y la narrativa de lo real maravilloso”, en el que se adentra en la obra portentosa del autor de “El siglo de las luces”
No quiere esto decir que no me gusten sus novelas policiacas sobre Mario Conde. Las disfruto pero en ocasiones las experiencias del personaje con su círculo de amigos resultan repetitivas y esto se acrecienta en “La transparencia del tiempo”, quizás por ser la novena novela sobre el personaje del policía jubilado que sale de su retiro para resolver otro enigma.
“La transparencia del tiempo” me mantuvo interesado en el desenlace de la historia central pero con frecuencia deseaba saltarme la trama paralela en Europa que Padura utiliza para explicar cómo llegó a Cuba la imagen de la Virgen Negra, no empece a que reconozco los méritos de su investigación histórica sobre esos acontecimientos.
Los momentos que más me impactaron de la novela son los relativos a las descripciones y experiencias de los personajes en los territorios de San Miguel del Padrón en que se asentaron clandestinamente los “palestinos”, como en Cuba le llaman a los santiagueros y orientales que emigraron sin permiso a la capital cubana.
“La transparencia del tiempo” no es una obra menor de Padura, mantiene la calidad alcanzada en sus ocho novelas anteriores sobre Mario Conde, pero le hubiera estado agradecido si en vez de extenderse por más de 400 páginas hubiera editado parte de su contenido.