La política y la pata del Diablo

Caribe Hoy

altEn Puerto Rico se dice que la política es uno de los deportes nacionales. Parece que la temporada de ese deporte empezó la semana pasada con el anuncio de Carmen Yulín de su interés a correr como gobernadora por el Partido Popular Democrático. Ese partido lleva aleteando bajo el respirador desde que le dijeron a la cara lo que siempre se sabía pero no se quería escuchar: Puerto Rico es una colonia de los Estados Unidos según el caso de Pueblo v. Sánchez Valle del 2016.

Desde que se hizo ese anuncio el hormiguero se alborotó en las redes sociales, los memes y las estrategias de partidos opuestos para contener a esa rival. Sin embargo, el embate político no solo ha ido dirigido a la figura de Yulín. Recientemente recibí un escrito de una fuente anónima claro está, con ese anonimato de los cobardes escudándose bajo las redes sociales, apelando a todos los sectores cristianos en Puerto Rico. Esta campaña indica que no a pesar de que los cristianos puedan tener distintas creencias políticas y de que se interese opciones distintas para gobernar y mejorar este país, eso no se podía hacer con un partido inscrito por Alexandra Lugaro ni Rafael Bernabe, porque ellos no creen ni tienen temor de Dios. El autor o autora cierra su diatriba con una cita de Proverbios y pide que se haga viral esa petición.

Ese tipo de retórica me hace pensar ¿dónde quedo eso de la separación de la iglesia y el estado? ¿No se supone que los cristianos seamos tolerantes? ¿Por qué se teme y se juzga a personas de cierta honestidad intelectual que dejan saber clara sus posturas aunque sean controversiales; y sin embargo se prefiere escuchar mentiras y promesas falsas si dicen lo que uno quiere escuchar? ¿No es ese tipo de postura una hipocresía moral y social?

El Dios que yo pienso, es tolerante e inclusivo y no quiere que le teman sino al contrario, que lo amen. Son las gentes y sus mitos, creencias y posturas las que interpretan y crean situaciones discriminatorias como la que sugiera ese mensaje alegadamente cristiano. Desde una perspectiva personal no busco que nadie me imponga sus creencias religiosas ni políticas. Sin embargo, espero respeto y tolerancia hacia ellas, así como yo reciproco de la misma forma. Los extremistas y fundamentalistas rechazan la tolerancia de ideas que no vayan a tono con la que ellos pregonan. Ese tipo de postura no es aceptable. Lo que hace es fomentar el miedo, el odio, y marca negativamente las diferencias entre unos y otros.

Este país, esta hermosa isla, anda está sumida en una crisis profunda. Una crisis que no es solo económica sino política, religiosa y social. Si queremos transformarla y transformarnos debemos abrazar las diferencias de unos y otros, ser tolerantes, honestos y tener como principio fundamental el bienestar de todos y todas las puertorriqueñas incluyendo toda su diversidad. De otro modo cada cual juzgará solo desde el crisol de su propio lente y no saldremos del atolladero que nos encontramos. Para sacar los pies del plato el trabajo no es fácil pero tampoco es imposible. Requiere respeto, voluntad, tolerancia y honestidad. ¡Atrevete! Dile no a la pata del Diablo.