Jorge Negrete en Puerto Rico, Cuba y el Bronx

Historia

altaltaltaltEn octubre de 1944, Jorge Negrete viajó a Puerto Rico y visitó Ponce y otros municipios. También viajó al Bronx y se presentó en el teatro Puerto Rico junto a Ramito. En el viaje a Puerto Rico Jorge Negrete ofreció una presentación ante 40 mil soldados mientras una banda militar tocaba los himnos de México y Estados Unidos pero no el de Puerto Rico que no fue reconocido oficialmente hasta 1952 por lo que se supo que Jorge comentó a su hermano "No soporto tanta indignidad" quejándose de la política de Estados Unidos en Puerto Rico.

El profesor de arte Domitilo Negrón, que tenía una colección de Negrete - recortes de periódicos, discos, libros y películas- recordó sobre esa visita: “Negrete fue muy querido en Puerto Rico, era la época en que se veían mucho las películas mexicanas en nuestros cines, esos actores formaron parte de nuestras vidas”.

En una foto vemos a Negrete en el teatro Puerto Rico en el Bronx, vestido con el tradicional traje de los charros mejicanos y a su lado una mujer no identificada y el cantante puertorriqueño Ramito usando la tradicional pava. El teatro estuvo algún tiempo cerrado pero fue restaurado y reabierto en los años 80 cuando fuimos con Sandra Záiter, Ruth Fernández y otros compañeros a realizar un Telemaratón a beneficio de los niños de Ser de Puerto Rico.

La primera vez que Jorge Negrete fue a La Habana era un cantante lírico muy poco conocido. El empresario español que lo contrató decidió llevarlo a varias fábricas a fin de que las trabajadoras apreciaran su galanura”. Cantó a capela en la fábrica de caramelos y chocolates La Estrella. Finalmente se presentó en el teatro Encanto vestido de frac. No pasó nada. No causó impacto entre los asistentes, pese a que interpretó algunas rancheras. Diría el empresario años después: "Decididamente, había que cambiar su imagen. Tuvimos entonces la idea de vestirlo con un traje de charro mexicano típico, con sombrero bordado y todo. Y fue un éxito"

Dijo el Charro Cantor en una entrevista: "Quise siempre ser cantante de óperas y zarzuelas. Estudié para eso. Pero el éxito me lo dieron las películas de charros, como Me he de comer esa tuna y Ay, Jalisco, no te rajes Tuve una conversación profunda con el pintor José Clemente Orozco y él me reafirmó en mi mexicanidad. Me dijo que no debía avergonzarme de cantar rancheras, que venían del pozo de nuestro nacionalismo, que debía, sí, seleccionar las mejores, y que cantar ¡México lindo y querido!, era para mí, como hijo de esta tierra, más importante que interpretar La Traviata, que los italianos cantaban tan bien.”

Negrete dejó de ser para los cubanos el desconocido de su primera visita a La Habana para presentarse en el teatro Encanto. En sus visitas posteriores era ya una superestrella del entonces poderoso cine mexicano. La multitud lo asediaba dondequiera que iba.

Se cuenta una extraña anécdota. Una mujer, a la que todos tomaban por loca, andaba, con una niña en brazos, por los alrededores de la CMQ. Decía que la niña era hija del astro mexicano y que en su honor le había puesto por nombre Georgina Negretia. Planteaba que le había escrito decenas de cartas al “padre” y que nunca recibió respuesta. La mujer desapareció un buen día tal como había aparecido.

Sobre su segundo encuentro con el público cubano, dice la prensa: “Que nosotros recordemos, la ciudad de La Habana no le ha hecho nunca a artista ni visitante alguno, un recibimiento como el prodigado al actor y cantante mexicano Jorge Negrete, la tarde del lunes 3 de enero de 1944”. Desde temprano, los micrófonos de la RHC Cadena Azul dan amplios detalles del itinerario seguido por la comitiva de recibo. Del aeropuerto de Rancho Boyeros hasta llegar al Hotel Nacional, donde se hospedó.. Más de 30 automóviles, llenos hasta los topes de artistas, precedidos por oficiales de la Policía Nacional en motocicleta, desfilaron por aquella carretera, para ir a esperar el avión. Dos carros amplificadores iban dando detalles de la llegada del astro mientras varios discos lanzaban al aire la maravilla de su voz. Una figura varonil que se planta en la escalerilla del avión, agita la mano derecha en el aire, correspondiendo a la enorme ovación que se le tributa al pisar tierra cubana. Es Jorge Negrete: “Si todos mis esfuerzos hubieran servido nada más que para experimentar la emoción que me ha producido el cariño demostrado por el público de La Habana a mi llegada, ya están por bien empleados. Casi me hacen llorar.”

La prensa reseñó así su visita: “El 10 de enero inicia sus presentaciones en el teatro Nacional con el Trío Calaveras. Terminado su contrato, viajó a Puerto Rico, donde actuó en uno de los hoteles más lujosos, pero cuando conoce del huracán que azotó a Cuba en octubre de 1944, se aparece, inesperadamente, en La Habana para ofrecer una función artística para allegar fondos a los damnificados.”

Sus últimas actuaciones en Cuba tuvieron lugar en 1950, contratado por la emisora CMQ y la empresa Bacardí, en lo que constituyó un éxito aún mayor. De sus admiradores se despidió con el corrido “¡Ay Jalisco, no te rajes!”.

Su temprana muerte, en diciembre de 1953, fue objeto de un gran duelo popular en Puerto Rico y en Cuba

En la Plaza del Ropero de Guanajuato, muy cerca de su casa natal, fue develada una estatua de bronce de tamaño natural que recuerda al Charro Cantor.