Es una película más de las que uno ve cuando no hay nada que hacer, y se justifica salir a la calle. El cine, o la playa de noche, siguen siendo las actividades más baratas en la ciudad.
Andre Davis (Chadwick Boseman), detective de la policía de la ciudad de Nueva York, tiene problemas con una comisión de derechos civiles, pues ha asesinado a 8 de los nueve delincuentes con los que había tenido que intervenir en tiempos recientes. Cualquiera se preocupa. Él no. Su justificación es que nunca dispara primero, sino que lo hace en legítima defensa.
La película gira en torno al asesinato de ocho policías, y el deber de Davis, de descubrir que realmente pasó. En el transcurso de la película descubre que se trató de un caso complejo de corrupción policiaca.
El resto del filme es un proyecto trillado, no obstante que se ha repetido en tiempos recientes, en el cual el cine de Hollywood, lo que quede de este pueblo de California, se ha impuesto la tarea de narrarnos los problemas sociales desde la mirada de policías éticos. Lo interesante es que estos policías son, en tiempos recientes, afrodescendientes en los EE.UU.
Si usted vio Serpico (Dir. Sydney Lumet, EE.UU., 1973) o más recientemente Black and Blue (Dir. Deon Taylor, EE.UU., 2019) se dará cuenta que el elemento que ha cambiado es la razón racial del policía que es ético. Ahora son negros. Interesante cambio cultural en Hollywood.
En fin, la va a ver si le gusta el cine de intrigas y acción. Entre esta y otras, apoyo a 21 Bridges, pues la vida ética es necesaria. La va a ver a su ritmo y deseo.