El accidente feliz que nos provoca [encontrarnos en] la vida

Cine caribe

See the source imageCine boricua, mandatorio. Documentales, la gran apuesta nacional a crear una narrativa propia, soberana y plural. Entonces, bajo esta premisa, y luego de dos semanas de ver cine boricua, fui a la última tanda antes del toque de queda, del llamado al distanciamiento social que nos impuso, de forma correcta, el gobierno de Puerto Rico. Pues ir a la última tanda de cine presencial en cartelera, antes del encierro, es como El accidente feliz (Dir. Paloma Suau, Puerto Rico, 2020).

El boom y empuje de los documentales en la cinematografía boricua, tiene una larga tradición. Desde la década de 1950, y el cine/educativo/documental desarrollado por la DIVECO , pasando por la década de 1960 y 1970, del documental de vanguardia y político, hasta llegar a tiempos recientes, donde el documental político se ha vuelto a hacer presencial.

Para muestras muchos botones de por dónde va la cosa [de forma dominante] hoy en Puerto Rico en torno al documental: Todos íbamos a ser reyes (Dir. Marel Malaret, Puerto Rico, 2019); Filiberto (Dir. Freddie Marrero, Puerto Rico 2019); 1950 (Dir. José Manuel Dávila, Puerto Rico, 2019), Nuyorican Básquet (Dir. Julio César Torres y Ricardo Olivero, Puerto Rico 2017); Vietnam (Dir. Gabriel Miranda, Puerto Rico 2018); Las Carpetas (Dir. Maite Rivera, Puerto Rico, 2011); El antillano (Dir. Tito Román, Puerto Rico, 2009).

Entonces, llega Paloma Sua y nos plantea un documental [en narrativa cultural no dominante] de la estética, de la plástica, de un personaje nacional, que no es cualquier persona: Antonio "Toño" Martorell. Este trabajo de Suau lo relaciono más con los documentales en torno a la vida del artista plástico boricua Domingo García (Dir. Juan Carlos García, Puerto Rico, 2018) Destellos en Domingo (26min) y Artes gráficas y dibujo: reflexiones de un pintor (44 minutos). Se trata de otra corriente de documentales en torno a las artes plásticas que también se van generando en Puerto Rico hoy.

Mis recuerdos de Martorell se remontan a la década de 1985, cuando el FBI realizó los arrestos contra el Ejercito Popular Boricua - Macheteros. Entonces, Martorell no existía en mi vida. No obstante, en el quehacer político y social, éste apreció por vía de una magistral actuación performera llamada Manotazos, la cual se ejecutó en la Escuela de Artes Plásticas en el Viejo San Juan. A partir de ahí, Martorell es una constante en mi vida, sin proclamar una amistad profunda mas allá de los encuentros circunstanciales y coyunturales, donde hemos participado en eventos nacionales e internacionales en más de una docena de ocasiones.

Toño es un encuentro continuo en la vida. En este sentido, se trata de una persona que ha creado una figura, pública, siempre pública, cuya existencia se torna en un referente. Entonces, escribe libros como es artista plástico; comenta la vida, sin ser y siendo comentarista; protesta en solitario, pero junto a él, en las elecciones del 2016, fuimos - ambos - invitados de honor a la asamblea general del Partido Independentista Puertorriqueño. En este sentido para mi, en la relación intima de la vida pública, Martorell y yo valoramos algo en común: la independencia de Puerto Rico.

Con este cuatro fui a ver la puesta en escena de la interesante, compleja y a veces unicentral vida de Antonio Martorell que hizo la directora de cine boricua, Paloma Suau. Se trata de la película hecha por ella, la cual miro como un artefacto artístico, y reconozco que es su película y no la que yo hubiese realizado.

La película, un sueño de toda persona criada con los haberes y saberes necesarios, se inicia en la amistad de la familia Suau-Carrión con Martorell. Ese fundamento define la vida, pero también la estética de la aproximación que Paloma Suau hace del artista. Es una aproximación muy personal, muy familiar, pero en particular de una mirada de Puerto Rico a partir de una configuración social particular de la realizadora. Ni bueno ni malo. Seamos sensatos: arte, en su sentido más naive posible.

Desde esta mirada, el documental El accidente feliz, a partir de una mirada intima, y ojo no necesariamente desde una narrativa femenina, nos acorrala con la vida de Martorell, al ritmo de Martorell. De esta forma el documental, en su narrativa lineal (principio a fin) nos adentra a la vida de la productividad [pienso muy masculina] cultural del maestro de las múltiples artes, Martorell, donde continuamente él hace gracia de la desgracia, y nos deja saber, que pese a todos los infortunios de la vida, como diría el también maestro Chico Buarque, en el quehacer del también maestro boricua, Héctor Lavoe Pérez, "la vida es bonita, es bonita, a la, la, la" .

Los aciertos del documental son muchos. En particular, contarnos la vida de producción creativa [y de remuneración financiera, por cierto] de Antonio Martorell. Por otro lado, utilizar la velocidad como una técnica narrativa visual. Esta película va bien rápido, y de esta forma crea una atmosfera de montaña rusa, impresionante. Esa narrativa, en esta película valió la pena, por ser la vida de Martorell una que no se detiene nunca en el quehacer de la exposición pública.

Por otro lado, los elementos de inter-fases-escena, utilizando a la hija de Martorell, quien es una bailarina de movimiento corporal, fue un gran acierto. De igual forma la selección de la música, fue acertada.

Al final, uno se siente que la película es como un vehículo todo terreno. Después de uno conocer esta mirada de la vida de Antonio Martorell, uno se pregunta, "que nos haríamos, si no lo tuviéramos". En fin, adelante Paloma Suau, adelante.