Contradicciones de la Vida

Creativo

altEra el 12 de mayo de 1898. Aunque los rumores, chismes y comentarios sobre la guerra corrían por toda la isla, Felipe Antonio no les prestaba completa atención. Se acostó esa noche muy temprano, pero no logró tomar el sueño hasta muy tarde.

No podía sacar de su mente la imagen de Isabel, la hija de don Fernando del Coral. Por fin consiguió conciliar el sueño en las postrimerías de la madrugada. De pronto sonó aquel estruendo. A Felipe Antonio le pareció que fue inmediatamente que se durmió, pero ya habían pasado aproximadamente cuatro horas. Estaba rompiendo el día y ese primer cañonazo había sido desde la fortaleza del Morro. Unos segundos después las explosiones continuaron de forma continua. Saltó prácticamente de su cama a observar por la ventana de su residencia en la ciudad capital. En ese momento comenzó una lluvia de explosiones y pudo observar 12 barcos, que “aprovechando la oscuridad de la noche, con las luces apagadas y sigilosamente se [colocaron] muy próximas a los muros del Castillo del Morro.” Cuando culminaron las explosiones, salio corriendo a casa de Isabel para ver como se encontraba.

Al llegar allí observó la casa de don Fernando hecha escombros, una de las tres casas cercanas al Hospital de Beneficencia que habían recibido impactos de bombas. Afortunadamente Isabel y toda su familia se encontraban ilesos en el hospital junto con el Padre Lorenzo Roura.

Fueron pasando los meses y periódicos anunciaban los últimos pormenores de la guerra: Ese mismo mes “la armada de Estados Unidos tomo posesión de Guam, en junio los Marines americanos desembarcaron en la bahía de Guantánamo en Cuba, victoria americana en la contienda de Las Guasitas, en julio surge la Capitulación española de Santiago de Cuba. Finalmente, el 25 de julio de 1898, la fuerza expedicionaria bajo las ordenes de General Miles desembarcan en Guanica y empiezan la invasión de Puerto Rico.”

Muchos recibieron la invasión norteamericana con vítores y aplausos. Días más tarde Felipe Antonio, se encontraba con Isabel en una fiesta en una hacienda de unos amigos de don Fernando del Coral. En la misma fiesta se encontraba aquel abogado, Eugenio Maria de Hostos con su familia. El pequeño Alejandro Maria de Hostos narraba los comentarios de su maestro de escuela que les decía:

¿Por qué creer que los yankees no ligan con nosotros? ¿Qué dicen por ahí que tienen cara de palo? ¿Y qué? ¿Qué nos miran por encima del hombro mascando tabaco y escupiendo a derecha e izquierda? ¿Y qué? ¿Qué les gusta las parrandas y las hembritas?... Pero lo importante es que nos van a traer, el espíritu práctico, el progreso, el oro de Nueva York, las fabricas que van a montar aquí, el gran impulso a la industria y el comercio. Creanme estamos al comienzo de una nueva era...

Pero por otro lado también era de conocimiento común que se estaba suscitando algunos obstáculos para los americanos. El padre de Isabel, Don Fernando, (quien se encontraba también con ellos), alardeaba de que su hijo mayor, Ignacio, era parte de las tropas españolas junto al coronel Puig. En la ultima comunicación que tuvieron con el este les había contado sobre unas diarreas que había sufrido la compañía L del ejercito de los Estados Unidos por una comelata de mangos o de carne podrida. Este percance había detenido a los negros de Massashussetts que formaban la compañía L. En ese momento Isabel interrumpió a su padre para indicar que su hermano había desaparecido después que el coronel Francisco Puig se había suicidado luego del choque que tubo con los estadounidenses en Ponce. Puig llevo su tropa desde Utuado llegando hasta Arecibo el primero de agosto. Luego teniendo su moral totalmente por el piso por no haber luchado hasta morir con los estadounidenses. Abatido por el dolor, la vergüenza y la pena, Puig se suicido la madrugada siguiente.

Ya en octubre se comenzaba la conferencia de paz en Paris. En diciembre llegaron las noticias a casa de Felipe Antonio, se había firmado el tratado de Paris. Estados Unidos tomaba control de Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guán. En casa de los Santiago hubo una oscura alegría por este suceso. En su mayoría todas las personas estaban felices por que la guerra había terminado, pero don Evaristo Santiago, (padre de Felipe Antonio), estaba más misteriosamente feliz.

Había pasado más de un año de estos acontecimientos. Se le había otorgado la ley Foraker a Puerto Rico. McKinley acaba de ser electo de los Estado Unidos. Y en ese mismo mes Fernando Antonio Santiago contraía nupcias con Isabel Maria Del Coral. A pesar de que ambas familias tenían una posición privilegiada, la boda había basado casi desapercibida por que había tenido que ser una boda de emergencia. De no haber sido por los “chismosos” del pueblo, nadie se hubiera enterado de que Isabel tenía dos meses de embarazo.

Don Evaristo prefería no hablar de esto y se pasaba los día alabando las benevolencias del “Tío Sam.” El pensaba que los procesos de americanización tenían que darse lo antes posible en Puerto Rico para así poder anexionarnos los Estados Unidos. Don Evaristo era fiel creyente de que la ley Foraker era una bendición para Puerto Rico. La, misma pretendía organizar un gobierno civil en la isla, declaraba la ciudadanía puertorriqueña, incorporaba a la isla al sistema de navegación de los Estados Unidos por medio de las leyes de cabotaje y dividía el gobierno en tres ramas.

Pero su hijo no pensaba igual. Felipe había sido cautivado por las ideas de Betances, quien había advertido antes de morir que la invasión estadounidense seria una nueva dominación colonial. Para Felipe la ley Foraker solo traía deficiencias y obstáculos para el país: el gobernador seria nombrado por los Estados Unidos, se tendría un comisionado residente que no tendría ni voz ni voto en el congreso, las leyes de cabotaje imponían un impuesto de un 15% a los productos que se exportaba de la isla, a las importaciones se le debían pagar la misma cantidad de impuestos que en estado Unidos, la isla no podía establecer sus propios impuestos, la moneda puertorriqueña fue retirada, negó el derecho de un gobierno propio imponiendo uno dominado por los norteamericanos, el status político se quedo sin definir, se le negó a la isla el derecho a realizar sus pactos comerciales, toda la economía del país quedo en manos de los estadounidenses. En fin, los derechos obtenidos con la ley Foraker eran menores que los concedidos por España con la Carta Autonómica. Las discusiones sobre estos temas eran casi diarias entre Felipe Antonio y su padre.

Para Felipe Antonio todo esto significaba una contradicción. Por un lado, el amor a su patria y por el otro se encontraba su padre quien formaba parte del Partido Liberal Fusionista y era amigo personal de Muñoz Rivera. De hecho, don Evaristo en conjunto con don Fernando, (quien llenaba las filas del Partido Autonomista Ortodoxo), había sido uno de eso artífices anónimos de la unión entre el Partido Liberal Fusionista y el Partido Autonomista Ortodoxo. Los años continuaron pasando y con ellos la situación del país empeoraba. En 1914 estallo primera guerra mundial. Y para agravar la situación dos huracanes azotaron a Puerto Rico, San Felipe y San Ciprian arrasaron con Puerto Rico hundiendo más la escasa economía del país.

Para esos días ya don Evaristo estaba siempre de mal humor pues sus negocios en la caña se estaban viendo afectados. Sus cultivos se estaban perdiendo y los inversionistas ya no estaban tan interesados en el azúcar. Pero aun defendía a los Estados Unidos, ahora por que les habían otorgado la ciudadanía americana por medio de la ley Jones. Pero para Felipe esto significaba una derogación de su ciudadanía puertorriqueña y que los Estados Unidos solo lo hacían para poder llevarlos a la guerra. Para ese entonces el tabaco estaba ganado lugar. Esa fue la tendencia desde principio del 1900 hasta cercano el 1929.

Felipe había decidido enfilarse en el Partido Nacionalista. Donde conoció a Pedro Albizu Campos. Un joven abogado que apenas había entrado al partido nacionalista e inmediatamente comenzó a dirigirlo. Para eso días y bajo el Nuevo Trato o el "New Deal" se crea el "Puerto Rico Emergency Relief Administration" (PRERA) en el 1932 y mas tarde la "Puerto Rico Reconstruction Administration" (PRRA) en 1938. Pero Felipe ahora seguía las ideas de Albizu. Incluso resolvió formar parte de los cadetes de la republica. Es por esta razón que llega hasta Ponce aquel domingo de ramos de 1937. Formaría parte de aquella manifestación pacifica. Al llegar allí junto a sus demás compañeros, incluso junta a Isabel que formaba parte de las enfermeras de la republica; se dieron cuenta que los habían emboscado. Cuando comenzó el tiroteo de parte de la policía, Felipe corrió junto a Isabel. Mientras lo hacían vieron caer aquella niña de algunos doce o trece años que había sido ultimada a balazos por la policía. Isabel trato de ayudarla, pero ya era demasiado tarde. En ese momento Felipe recibió un balazo en la pierna, pero con la ayuda de Isabel y de otro compañero, (Ulpiano Perea, un joven mayagüezano que luego resulto muerto a causa de los disparos de la policía), logra salvarse.

El panorama de Puerto Rico no cambiaba, ni mejoraba. La población de Puerto Rico había ido aumentando desde la invasión americana hasta finales de los años 30. Para esa fecha la población ya alcanzaba 1,543,913. Isabel ya comenzaba a sugerirle a Felipe irse a “los nuevayores”. Pero Felipe pensaba que no podía abandonar su patria cuando esta más lo necesitaba. Muchos de sus compañeros militantes del Partido Nacionalista, trabajadores agrícolas, ya no podían subsistir con lo que cultivaban. Además de que su edad estaba ya bastante avanzada. Felipe no quería tampoco dejar solo a su hijo, (Evaristo Antonio, quien ya estaba cerca en los cuarenta años y de quien se sabe muy poco. Excepto que había estudiado agricultura en el recién establecido Colegio de Agricultura y Artes Mecánicas de Mayagüez aproximadamente en el 1918). Las cosas se agravaron para Felipe cuando la policía le encontró a su hijo el “carnet rojo” que lo identificaba como miembro del partido nacionalista. Lo arrestaron y lo pusieron en prisión bajo cargos de subversivo y ser peligroso para la nación.

Para Felipe esto fue un golpe muy fuerte. El que ya se encontraba mal de salud y la muerte de su padre hacia un año atrás le habían dejado de muy mal estado el corazón. Por lo cual no resistió la impresión, ni la presión y se suicidó. Cuando Evaristo Antonio salio de la cárcel ya Muñoz Marín había salido electo como gobernador de Puerto Rico. Decidió buscar la historia de su familia. Encontró dos cosas que le llamaron la atención. Encontró una carta de su abuelo don Evaristo Santiago al presidente McKinly pidiéndole que intervinieran en Puerto Rico y un documento que vinculaba a su abuelo con los procesos de la masacre de Ponce. Aparentemente Don Evaristo Santiago había dado parte a la policía de la participación de su hijo Felipe Antonio en una conspiración contra el gobierno de los Estados Unidos que se llevaría a cabo en Ponce el Domingo de Ramos de 1937.