(San Juan, 11:00 a.m.) El asesinato de George Floyd el pasado 25 de mayo ha abierto un nuevo debate: la lucha por la justicia sin parámetros claros de los derechos civiles y constitucionales y los derechos humanos. La lucha se ha abierto por la justicias, sin reclamar derechos pero reclamando igualdad, se ha pronunciado de forma manifiesta en los países del norte de forma monumental. Mas y mas, desde Francia, Inglaterra, Alemania o los EE.UU., las protestas continúan, pero en ninguna de ellas escuchamos un marco de regulación uniforme, que como mínimo comience con las constituciones nacionales de dichos países.
Entonces nuestro accionar humano y social nos lleva a pensar que la gente está luchando pero que ha habido un cambio cultural. Hoy se justifica la lucha por la justicia y la igualdad, a partir de las redes sociales. De esta forma nadie piensa en el estado de derecho, las garantías constitucionales a las personas acusadas, y menos aun, en la igualdad jurídica.
Mientras, lo que se promueve por las redes sociales, es la total destrucción de personas e identidades personales. Algo que el lawfare, narrativa teórica para entender el momento y el rol de la derecha en esto, pero que no ha reconocido que la autonomía de las redes sociales es parte del problema.
Por lo tanto, deberíamos volver de forma combinada a un pasado de garantías de derechos, constitucionales, civiles y humanos. Por otro lado reconocer que la libertad de expresión, aparentemente, no tiene límites. Ahora bien, lo que si requiere es enmarcarla en una narrativa de derechos, que es la que garantiza el bienestar para todos y todas. Pensemos.