San Ignacio y la cultura de robar: ¿Es la iglesia católica responsable de tanta corrupción?

Cultura

(San Juan, 1:00 p.m.) El último escándalo que vincula a un colegio católico en Puerto Rico no es el último. Es el último que hoy conocemos, pero todo indica que debe de haber más. Por lo tanto, algo nos hace pensar que la organización que administra estos colegios, entiéndase la Iglesia Católica, sede de Puerto Rico, es en términos generales responsable del problema.  ¿Por qué? Porque todo indica que los jóvenes, niños y niñas, que salen de estos colegios, así como sus padres, tienen una propensidad que los marca al escándalo, al robo y a la participación de actos de corrupción pública.

Es curioso pero nos acabamos de enterar que una treintena de niños estudiantes del prestigioso Colegio San Ignacio, participaron en un esquema para defraudar el Departamento del Trabajo, y apropiarse de los cheques de desempleo por razón de la pandemia del Covid-19.  Lo “simpático” del asunto es que se alega que algunos de los padres y madres tenían conocimiento; que había un padre organizador, “un empresario”, y que supuestamente algunos empleados del colegio participaron.  Lo “bonito” del evento, es el silencio en la prensa de nombres, apellidos, y vinculaciones entre los participantes, la gerencia escolar, y sectores “respetables” de la sociedad.   Pero ¿en serio que tanta gente participó en esto?

En el portal de dicho colegio se destaca lo siguiente, como parte de la misión de la escuela. Este indica que “En el Colegio San Ignacio de Loyola evangelizamos educando con el propósito de promover relaciones humanas solidarias, justas y fraternas, para la Mayor Gloria de Dios”.  Nos preguntamos en donde falló esta escuela, que aparentemente estudiantes, padres y madres y empleados, vieron como natural defraudar al estado. Seria sencillo indicar que es un problema cultural, que toda la sociedad boricua es igual.  Discrepo.

Sería más correcto indicar que hay un problema de estructura con la Iglesia Católica y los colegios que esta administra en Puerto Rico.  Todo indica que los problemas de corrupción son más repetitivos en dichos colegios, y podría uno pensar que son más prominentes en el espacio católico que en el laico (publico) o en el privado de otras denominaciones.

Pero el problema de corrupción asociada a la educación en colegios católicos comienza a ser una repetición continua.  Por ejemplo, en el Colegio Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, una madre, Zulma Rentas Ramos, fue hallada culpable y sentenciada a prisión en el 2020 por haber robado $71 mil dólares de la clase graduanda de dicho colegio en el cual estudiaba su hija. 

De igual forma, en el famoso y desacreditado “chat” de Ricardo Rosselló, del verano del 2019, la escuela que predominó en el diálogo, lo fue el Colegio Marista.  Por este episodio nadie ha sido hallado culpable o acusado, pero la situación fue suficiente para “derrocar” al gobierno de Rosselló y lograr su renuncia.

Por lo tanto, ante este cuadro, no sabemos si la orden Jesuita de San Ignacio, los hermanos Maristas del Colegio Marista, o la devoción Mariana del colegio Perpetuo Socorro son responsables. Tampoco sabemos si la Iglesia Católica, en su conjunto, es responsable. Lo que si podemos dar fe hoy, es que hay una relación histórica entre el poder, el estado (desde Cristóbal Colon y el descubrimiento) y la Iglesia Católica, donde la corrupción es un asunto normalizado. 

A ver, ¿es que los padres y madres que vieron a sus hijos comprando con dinero que no les pertenecía, no les preocupó?  ¿Es que los que participaron en el chat de WhatsApp de San Ignacio, vieron como normal extorsionar al estado?  No puede ser, el problema es una cultura que ya ha aceptado la corrupción como normal. Me pregunto, ¿De qué se habla en las misas de las iglesias asociadas a estos tres colegios, de cómo robar?  Pensemos.