Domingo con olor a pan

Caribe Hoy

Desde la noche anterior ya tenía en mente el desayuno que me haría el domingo, unas ricas tostadas francesas con mi pan de agua favorito. Ese pan de agua crujiente, tostadito por fuera y blandito por dentro que hacen allí en la panificadora que queda casi al final de la avenida Piñero y antes de la Muñoz Rivera.  En el mismo sitio que hacen las mejores mallorcas de Puerto Rico.

Me levanté a lo domingo de claustro.  No me amanecí pero era suficientemente temprano.  Saqué mi pandilla de chicas al patio y salí en mi carro a buscar ese ingrediente especial que necesitaba para hacer el desayuno que desde la noche antes me hacía la boca agua, el pan. Llegando a la panadería ya era evidente que la fila era larga.  Ahora con el distanciamiento las filas siempre son largas.  La fila comenzaba en la puerta de la panificadora y llegaba hasta la salida de carros de la gasolinera vecina.

Me estacioné. Mascarilla en mano, me disfracé del zorro o en mi caso de zorra. Me puse en fila.  A pesar de que la mascarilla cubría mi boca y nariz, el olor embriagante del pan era tal que impregnaba toda la cuadra haciendo imposible que uno no sucumbiera al deseo de un bocadito.  Enseguida los jugos gástricos se activaron y el estómago empezó a hablar. ¿Por qué el olor a pan horneado nos seduce tanto?

La percepción de olores es una característica muy importante para el desarrollo de los humanos. Según investigadores de la Escuela de Medicina de Pittsburg, percibir olores está relacionado al principio físico de cooperación. Esto es, que en los procesos físicos de cooperación muchas partículas y neuronas interactúan unas con otras.  En el caso del olor, cuando una persona inhala una mezcla compleja de moléculas viaja hacia los receptores de la nariz, activando millones de neuronas olfativas que envían señales al cerebro.  Este último es el encargado de decodificar el olor.  Estudios han demostrado que un olor delicioso puede hacernos sentir más felices.

En el caso del pan también se activa el sentido del gusto con el sabor, el del tacto con la textura de la corteza, el de la vista al percibir si está más doradito o menos, o si luce apetitoso; y el del oído con el crujir de un mordisco. ¿A cuántos no nos ha pasado que no mas recibir ese pan calientito, el aroma mismo nos lleva a arrancar un pedazo para saborearlo enseguida?

El olor a pan recién horneado nos transporta a sensaciones e imágenes placenteras y de confort. Nos lleva a pensar en una buena taza de café con lecha acompañada de pan tostado, caliente y crujiente, embadurnado con mantequilla o mermelada. O unas tostadas francesas cubiertas con chocolate, nueces y frutas, bañadas con “syrup de maple”.  Entonces, no te prives.  Date gusto y saborea un buen pedazo de pan recién horneado.  Buen domingo y buen provecho.