Elecciones para qué

Voces Emergentes

     Las elecciones son el supremo ejercicio democrático, dicen los doctos y algunos surrealistas de la mentira. Desde Grecia (donde había una democracia de pacotilla) estamos escuchando ese argumento poliédrico y tramposo.  La democracia es y será la palabreja que nunca pasa de moda.  Aquí y ahora, en la tierra de la antidemocracia asumida y enarbolada, se desgañitan (pronunciándola) los políticos y sus huestes.  Tiempo de  peste y elecciones. Circo y ajedrez cantinflero.

  Coincidencia del “destino manifiesto” de las colonias.  ¿Habrá necesidad de tanto revuelo porque se acaba el tiempo y no hay papeletas?  Las elecciones del próximo noviembre son un fuego fatuo. La Junta de Control Fiscal es quien gobierna y las decisiones de envergadura jurídica y política las toman en Washington.  Los y las honorables del Capitolio(con dignas excepciones) solo están para cobrar, robar y balbucear.  El asunto, prístino, del ejercicio democrático, solo existe en los textos de las ciencias políticas. Las colonias son el hoyo negro de la galaxia imperial.  El cambio tiene que ser de sistema y de conciencia, no de eventos electorales.  No se puede  asumir la determinación de definir quién tú eres, si la voluntad y el espacio del ser ha sido secuestrado.  Los poderes del colonialismo están, finamente orquestados, para resquebrajar el deseo de salir de la opresión. Esto no es nuevo, ya ha sido expuesto en gran cantidad de libros y estudios. Los pueblos se mueven como los elefantes, a paso lento. La barriga siempre juega un papel determinante, pero la definición llega como llega la marea:  en silencio.

      Pero vayamos a la pimienta del condimento.  En menos de noventa días las urnas serán la voluntad y el “enfatuamiento”, como diría Mayra Montero, de los hombres y mujeres de buena voluntad.  Se podrán tomar decisiones sabias, pensadas, en un contexto colonial?  En la vida de los colonizados la realidad es una mentira, un vodevil.  Si partimos de que tenemos una constitución y una ciudadanía salvadora; pues el asunto se pone, como dice Joaquín Sabina, “complicao”.  Ninguna de las premisas anteriores son correctas.  Nuestra llamada constitución está subordinada a los poderes del Congreso y la ciudadanía nos la quitan o nos la dejan cuando a ellos le dé la gana, o si no, nos cambian por Groenlandia.  Hay que dejarse de interpretaciones de cafetín con whiskey doble. Aquí quienes mandan son los gringos y hasta tanto y en cuanto no tengamos eso claro en la conciencia, todo seguirá entre pandemia, mascarillas y buscones de oficio.       Las próximas elecciones no resuelven nada en absoluto. Es el ejercicio antidemocrático por excelencia. Elecciones para qué.