[Esteban Valdés Arzate] Ha muerto un poeta

Cultura

Con la idea de unirme al clan que celebraba la gloriosa gesta de Roberto Clemente, de un anaquel de mi biblioteca levanté el excelente poemario El planeta prohibido del amigo Juan Manuel Rivera, pues recordaba que sus páginas contiene un poemazo dedicado al "Astro Boricua". Abrí el libro en la página 123 y descubrí un precioso poema concreto que a la vez es ese trompo que sueña y canta, todo enjambre de abejas, sin derramar la cabuya de nuestras vidas.

Raudo regresé a mi lugar revoloteando de entusiasmo. Pensé en la contagiosa alegría de compartir la maravilla del hallazgo con Esteban, pues era mi gustosa asignación compartirle al entrañable amigo y colega cuanto poema concreto me topara en mis lecturas. Dispuesto a cumplir mi tarea, abrí Facebook. Fue entonces cuando di con la funesta nueva. (Luego descubriría que el dilecto JuanMa González me había madrugado con la idea de colocar en el muro el poema dedicado a Clemente.)

A pesar del mazazo invisible, cumplí la ingrata tarea de ser emisario de la pelona y divulgué la tristísima noticia entre la apretada piñata de colegas que juntos pastamos en los mismos prados de hermandad. Les compartí la terrible nueva de que ya no mora más entre los vivos Esteban Valdés Arzate, el tipo más chévere del mundillo literario boricua y creador del más regio soneto a las estrellas.

Por su delicada salud, él se sabía advertido de la cercanía de la ingrata, pero su humor y el deseo afanoso de completar un extenso y sesudo estudio de los petroglifos le llevaban a enunciar el común grito de guerra de otro muerto de grata recordación, Elizardo Martínez: "Hay que seguir hasta que se acabe la película".        

No comprendo a que viene tanto cariñoso rencor: este año la calaca se ha prendido encarnizadamente con nuestros hacedores de Poesía. En cuestión de meses se ha llevado a Carmen Valle, Alfredo Villanueva y ahora a Esteban.

Aunque nació en Ciudad de México en 1947 y se crio en México y Nueva York, también desde temprana edad se establece en Puerto Rico y enraíza su vida en el terruño. Estudió Ciencias e Historia en la Universidad de Puerto Rico. Allí obtuvo su Maestría en Artes. En los ´70 fundó y dirigió la revista/cartel Alicia la Roja. En 1977 publica el que será el 1er libro de poesía concreta en el país, Fuera de trabajo. En los ´80 colaboró en La Mueca, periódico clandestino de sátira, y, a partir de los ´90, en la Editorial La Iguana Dorada organizando los Encuentros Nacionales de Poetas. Ha participado en exposiciones en museos y galerías. Otra faceta paralela a su quehacer creativo es su apasionado compromiso sindicalista. En 1984 funda la Hermandad de Empleados del Dpto. del Trabajo (HEDET) de la cual fue Secretario de Organización y Presidente. Hasta 2007 fue Delegado principal de la Unión de Trabajadores (UGT).  En 2011 publica el hermoso poema objeto La Otra pueRta (sic). Su obra está signada por un persistente impulso particular de vanguardia y por los constantes valores estéticos libertarios: morales, educativos y políticos del compromiso social con los de abajo y con la juventud.

          En el valioso texto Primero, lo del arte pobre (2020), es obvio que el protagonista es el poeta, pero completan el cuerpo textual una reveladora conversación con Sofía Gallisá Muriente y Nicolás Pradilla (sic), y textos de Marina Reyes Franco que esbozan el contexto político y artístico en el que se publica Fuera de trabajo, tanto como un correlato de la lucha independentista.

          El Esteban que por siempre recordaré es el de esa foto tomada el 28 de febrero de 2020 en Librería Mágica durante la presentación de su novela En 1 país tropical. Esa sonrisa genuina y silvestre, su humor chispeante y su espíritu de guerrero que nunca se doblegó ante la incertidumbre y los quebrantos de salud que le aquejaban. Jamás escuché de sus labios reproche alguno. Es duro decirlo, pero ni siquiera el hecho de saberse ninguneado por los suyos le desteñía del rostro su reluciente y contagiosa sonrisa. Pocos meses antes de la partida, fue invitado a Ciudad de México a un exitoso reconocimiento por su trayectoria de artista conceptual que sé le llenó de grande satisfacción.

          Toda su vida Esteban fue un guerrero. Al poco tiempo de terminar un tedioso tratamiento médico, le descubren otra condición y nuevamente quieren hospitalizarle. Él se negó rotundamente a continuar la tortura china y se regresó a su casita. Lo visité varias veces. Andaba muy ocupado puliendo otra novela relacionada con la misteriosa desaparición de un renombrado nacionalista. También trabajaba en un detallado y revelador estudio de nuestros petroglifos. No podemos dejar que se pierda esa obra. Ésta testimonia el afanoso quehacer de nuestro Esteban Valdés Arzate. Leámosle y aprendamos a valorar su voz.

Mis condolencias a su amada Olga María Ortiz Acevedo, hijos, nietos y a los demasiados deudos de tan entrañable muerto inmortal.

Jamás estamos preparados para tamaña ausencia.

Hasta luego, amado hermano.