Nací en el 96’. No hay razón para decirlo.
Tampoco la había para haberlo hecho.
Comenzando se me negó el privilegio a ser un hijo.
Pero no lo pensé hasta que aquella señora
a eso de los 6 en la escuela dijo:
“él no es mi hijo.”
Entonces, ¿hijo de quién? Ya yo lo sabía
sí cuando mis labios decían “madre” no era su rostro el que veía.
Con esta dicha no soy el único.
Y me entero que para cierto público somos hijos del Estado
Esto, a eso de los 13. Cuando ya era “delincuente”.
Ahora, a mis 20; sonrió y hablo sustancia cuando es necesario. Conveniente.
No quiero, no amo. No lo he hecho y sobre ello escribo a diario
Quizás por eso soy hijo de nadie en específico.
De nadie en particular
O de nadie
simplemente.