¡Puerto Rico juramentó a [otro] gobernador no electo!

Política

“Es un honor para mí servir al presidente Trump

y al pueblo de Estados Unidos, en especial a aquellos

que viven en Puerto Rico…”

Justin Peterson

Nuevo miembro de la Junta de Control Fiscal

impuesto por Donald Trump

“Estamos deseosos de trabajar junto a Justin Peterson para avanzar en la misión de la Junta, según lo ordenado por PROMESA…”

David Skeel

Presidente de la Junta de Control Fiscal

(San Juan, 10:00 a.m.) ¿Le ha dado usted seguimiento a los debates de los candidatos a gobernador y a las encuestas? ¿Tiene su candidato preferido o preferida? ¿Votará el próximo tres de noviembre confiado en que su participación tendrá alguna consecuencia en favor del País?

Deténgase un momento y observe, más allá de la fanfarria partidista, los anuncios estridentes y  las listas de promesas.

Quizá usted no se ha dado cuenta, pero, ¡ya tenemos gobernador!

Como en los viejos tiempos, lo impuso el presidente de Estados Unidos. Nos habían dicho que el último gobernador estadounidense impuesto había sido Rexford Tudgwell, en 1941--¡hace más de medio siglo!-- y que incluso hubo un gobernador puertorriqueño impuesto por Washington posteriormente, Jesús T. Piñero. Pero luego eso se suponía superado, desde que generosamente nos permitieron elegir a Luis Muñoz Marín en 1948. 

El nuevo gobernador impuesto se llama David Skeel. Acaba de ser nombrado por el presidente Donald Trump como el nuevo presidente de la Junta de Control Fiscal (JCF), con la directriz expresa de implementar rigurosamente la ley PROMESA. ¡Ya ve que sí  hay promesas que se cumplen!

Desde 2016 dicha Junta de Control Fiscal nos fue impuesta por el Congreso de Estados Unidos para controlar y dirigir nuestras vidas. Son siete personas impuestas desde Washington y una directora ejecutiva ucraniana, igualmente impuesta, a quien desprendidamente le pagamos un salario de más de medio millón de dólares al año.

Recientemente ha hecho su entrada triunfal un nuevo miembro de la Junta, Justin Peterson, antiguo militante del partido Republicano estadounidense, socio de varios ex presidentes, experto en transacciones petroleras y energéticas y cabildero al servicio de los acreedores que quieren llevarse de aquí hasta los clavos de la cruz.

Porque de eso es que se trata este asunto. ¿Usted pensaba que venían a ayudarnos a salir de la bancarrota, ellos que tanto nos aprecian y consideran? Siento decepcionarle. Se trata de un grupo de eficientes cobradores, que no se va a detener hasta habernos sacado el jugo, para pagar una deuda multibillonaria, fruto de la negligencia de numerosas administraciones gubernamentales y la indiferencia o complicidad de los “socios” del norte.

La Junta controla el presupuesto del ELA. Decide qué  se puede y qué no se puede hacer con nuestras finanzas. Se asegura de que una parte sustancial vaya a parar al pago de deuda, aunque arrasen con la Universidad, con los fondos de retiro y con lo que sea, en perjuicio de todos nosotros.

Y, claro, quien controla el presupuesto, controla el País.

Entonces, ¿sobre qué es que va a gobernar la persona que salga electa el tres de noviembre?; ¿y sobre qué es que va a legislar la legislatura que salga electa ese día? ¿Qué les queda, si algo?

¿Es cierto o es exagerado decir que ya tenemos gobernador; que, como en los viejos tiempos,  nos lo impusieron desde Washington, que es el estadounidense presidente de la Junta de Control Fiscal David Skeel?

No he querido quitarle el entusiasmo electoral. Sólo ha sido mi responsabilidad advertirle que no se haga de demasiadas ilusiones. Quien salga electo el día tres tendrá que ir a la Junta el día cuatro o el día cinco, a pedir permiso, a rogar, y luego a acatar todo lo que el verdadero gobernador y el grupo de siete más una, dictaminen e impongan.

Así las cosas, parecería que las elecciones del tres de noviembre son, en cuanto ejercicio de participación democrática, una pérdida de tiempo. O peor aún, un fraude. Probablemente es así.

¿Servirán, no obstante, para algo? 

Quizá, si pudiéramos elegir un grupo de ciudadanos y ciudadanas realmente comprometidos con nuestro pueblo, con valentía y voluntad para dar la batalla contra la Junta, quizá digo, valdría la pena participar. Si lográramos seleccionar personas que honestamente  lucharan contra la corrupción y la incompetencia, que le llamen al pan, pan y al vino, vino, podría tener sentido el esfuerzo.  

O para decir que NO a quienes pretenden que le hagamos cucas monas precisamente a quienes nos imponen la Junta desgraciada.

Un voto de protesta y adecentamiento, quiero decir. ¿Qué le parece?