¡Hostos guerrero de la libertad! [frente a Madrid y Washington]

Cultura

(San Juan, 11:00 a.m.) Eugenio María de Hostos, nacido en Mayagüez el 11 de enero de 1834 y fallecido el 11 de agosto 1903 en República Dominicana, es una de las figuras más cimeras y universales del siglo XIX. De hecho, se encuentra entre los 50 mejores pedagogos de todos los tiempos.  Pasó los años de adolescencia en contacto con la cultura española, donde forjó su personalidad política. Recibió su educación superior en derecho y otras disciplinarias filosóficas. España, indudablemente, debió dejar huellas profundas en su pensamiento político.

Conspirador para que España pasara de la Monarquía a la vida republicana, entendía que caída la Monarquía borbónica se abriría un nuevo y esperanzador horizonte para las Antillas.

La novela La Peregrinación de Bayoán, escrita apenas tenía 24 años, representa un “grito sofocado de independencia”. Por ella inicia su vida política. La obra tiene el propósito de despertar la conciencia adormecida de los antillanos en la causa de la libertad. Tal propósito estaba explícitamente manifiesto por lo que la reacción no se hace esperar, la obra es recibida fríamente por españoles y antillanos de mentalidad colonialista.

     Su venta fue prohibida en la isla de Puerto Rico, hacia donde justamente se dirigía el mensaje orientador de la novela.

     Manuel Maldonado Denis, enjuicia la novela de Hostos como contenedor de que alguna fórmula conciliadora solucione lo que invariablemente sucederá: la emancipación antillana. La réplica que Betances le cursara a Hostos lo debió sumir en critica reflexión, por aquello de que “cuando se quiere una tortilla, hay que romper los huevos: tortillas sin huevos rotos o revolución sin revoltura no se ven”, (citado por Maldonado Denis; en Hostos, El Antillano, Revista Casa del las Américas No.75, nov-dic, 1972, pág. 19). Esta gran verdad la propia existencia la iba conformando.

     En el prólogo a las Obras Completas Camila Henríquez Ureña, ilustra que: “El resultado de esta actitud fue que esta obra (se refiere a la novela) causó irritación entre los españoles, pero también entre los antillanos de ideas libertarias”, (Hostos, Obras, Casa de las Américas, pág. 10). Ciertamente Hostos en su afán de conciliar intereses que no eran posibles conciliar, como los son de la independencia; por una parte, y los del coloniaje, por otra, enfrentó la protesta amistosa de Ramon Emeterio Betances, quien determinantemente le señala que la independencia de las Antillas se logrará solo con las armas. Hostos mismo lo reconoce cuando afirma que ese “grito sofocado de independencia” no encuentra eco optimista en Betances. Lo positivo de esa discrepancia vital es que Hostos ulteriormente saca frutos provechosos que redundaron  en beneficio de la causa abanderada por los patriotas antillanos.

     En su celebre discurso ante los miembros del Ateneo de Madrid, el 20 de diciembre de 1868 increpó a los liberales su falta de cumplimiento a la promesa de ayudar a la libertad antillana. Con ese pronunciamiento se produce un rompimiento de Hostos con los responsables de la política española y consecuentemente dará un viraje en el método y la forma de abordar la lucha política.

     Parte Hostos a Nueva York, lugar de reunión de los patriotas cubanos y puertorriqueños en el otoño de 1869. Allí dirigió el periódico La Revolución, perteneciente a la Junta Revolucionaria Cubana.

     En la década del 70, sufre Hostos una metamorfosis política reclamando tanto a España como a Estados Unidos la independencia absoluta de Puerto Rico, y en el mejor de los casos, de las Antillas. Hostos confiesa haber cometido un grave error al pensar que, con la independencia de Cuba, estaba asegurada de antemano la de Puerto Rico. De Betances entonces diría que tenía “un ideal un poco menos complejo que el mío, por eso mismo más real y más de hombres. El ideal de Betances fue romper los huevos que había que romper en Puerto Rico para hacer de ella una tierra independiente” (Maldonado Denis, OpCit) aseveración que compromete a reconocer en Betances al hombre práctico, mientras Hostos permanecía atado a su no desarraigado marco teórico-político forjado en la tradicional educación española.

    Pero al inquieto peregrino de la libertad no le basta con propagar la idea de la libertad de Cuba y Puerto Rico. Cree como José Martí que “hacer es la mejor forma de decir” y abandona una segura posición académica en Chile para enrolarse en las filas de una expedición dirigida a liberar a Cuba que capitaneaba el patriota cubano Francisco Vicente Aguilera.

     Regresó a los Estados Unidos (Nueva York) el 22 de abril de 1874 para unirse a la expedición de Aguilera.  Los patriotas partieron del puerto de Boston en el vapor Charles Miller el 29 de abril del mismo año, pero la expedición no logra su propósito por las condiciones meteorológicas (hizo aguas) y a la patente infiltración de esta por los agentes del enemigo. (La devoción y el respeto que Hostos siente por Aguilera se relata en uno de sus más hermosos trabajos, Retrato de Francisco Vicente Aguilera publicado luego de la muerte de este).

     Una vez fracasada la expedición de Aguilera, Hostos partirá de Nueva York para lo que habrá de ser su primera estancia en Santo Domingo.  Se establece en la ciudad dominicana de Puerto Plata donde escribe, “ignoraba que allí había yo de conquistar algunos de los mejores amigos de mi vida”. En efecto, es allí donde entabla una amistad imperecedera con Betances, Luperón y Henríquez y Carvajal por mencionar algunos patriotas antillanos que se honraron y honraron al gran patricio con su amistad. (Maldonado Denis, Op.Cit  pp 18-19).

     En Nueva York, en 1876, y en los años que siguen su labor periodística le absorbe todo el tiempo; y su empeño es crear conciencia entre los inmigrantes antillanos. Redacta para tal fin, la Liga de los Independientes, y desde esa tribuna saca numerosos artículos sobre la problemática política de las Antillas. Los estatutos de la Liga contemplaban entre otras cosas, trabajar material e intelectualmente por la independencia absoluta de Cuba y Puerto Rico hasta tanto no consiguieran la separación definitiva de España y la autodeterminación como naciones soberanas. El proyecto de simple autonomía es olvidado para siempre y ahora su postura se torna radical.  

     Para Camila Henríquez Ureña los compromisos estatutarios que asumía Hostos en la Liga de Los Independientes significaban “terminantemente la posición de Hostos como revolucionario”. Después del citado rompimiento con España podemos apreciar francamente a un Hostos distinto en la lucha y en la manera de abordar los asuntos políticos, los que ya se vislumbraba con la declaración en favor de la independencia absoluta.