(San Juan, 9:00 a.m.) Finalmente se inició el proceso social del derribo de las estatuas. Anoche un grupo de boricuas, desmontó de su pedestal la estatua de Juan Ponce de León, venerado en Puerto Rico por algunos, pese a que fue el primer genocida de la colonización española en el continente hoy conocido por América; y por otro lado, él junto a sus familiares, fueron los primeros corruptos en la mala administración colonial. Se trata de un acto de justicia social, contra una figura vinculada a la peor expresión del colonialismo español en Puerto Rico.
El acto de justicia social simbólica, se da en el contexto de la llegada del Rey Juan Carlos VI, jefe de la corona y del estado español, quien viene a una visita protocolar y de negocios a Puerto Rico. Viene a invitación del alcalde de San Juan, Miguel Romero, quien de forma contradictoria siendo parte del Partido Nuevo Progresista (PNP), es decir creyentes de la anexión a los EE.UU., invita a otro colonialista del viejo régimen colonial español.
Pese a que desde una mirada de proyecto de país, los boricuas deberían preguntarse si desean tener una relación política con España, una vez se advenga la independencia, no es menos cierto que todo lo relacionado a España, así como a los EE.UU., representan el colonialismo en su máxima expresión. Por lo que es válido repudiar toda relación con ambos poderes metropolitanos. Esto incluye no reconocer los nombres de avenida Kennedy, Roosevelt, Eleanor Roosevelt, en fin, la playa Domes en Rincón.
Si algo nos ayuda a ver el derribo de la estatua, es que posiblemente se inicia un proceso masivo de negar y repudiar una mirada colonial sobre nuestro pasado. Es momento de tener una mirada soberana de nuestro pasado, reconociendo la experiencia colonial desde nuestra perspectiva. Es decir, desde la experiencia del colonizado. Pensemos.