TITO MATOS: EL SEMBRADOR DE LA PLENA CONCIENCIA

Comunidad
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Dicen que murió un plenero, un plenero compositor;
dicen que murió de pena, otros dicen que de amor;

dicen que murió mirando el cuero de su tambor.

(Fragmento de plena cantada durante su velatorio)

            La comunidad plenera exhibió el pasado viernes 22 de enero un derroche de amor y agradecimiento al plenero mayor Héctor “Tito” Matos ante su repentina partida el 18 de enero a sus 55 años de edad. La multitud desfiló detrás de su féretro cantando plenas por la calle Loíza hasta llegar a la escuela rescatada Pedro G. Goyco en Santurce, ahora renombrada como Taller Comunidad La Goyco donde se concentraron para rendirle su homenaje póstumo.

Para los cientos de personas y decenas de músicos que nos dimos cita para brindarle nuestro último adiós, la experiencia fue una rara mezcla entre profunda angustia y euforia colectiva ante el inmenso legado que ha dejado este virtuoso músico vanguardista. Desde horas de la tarde y hasta la medianoche requinteros con técnica impresionante golpeaban con fuerza el cuero de sus tambores para gritar hasta el cielo la pérdida de su gran amigo y hermano. De manera improvisada la voz de la plena callejera se hizo estruendo en la calle Loíza para reconquistar un espacio de expresión que nos parece robado. Hasta la brisa de la noche soplaba con un aire especial anunciando el encuentro de su espíritu con el de Cortijo, Ismael Rivera, Cachete Maldonado y otros tantos músicos que abrieron surcos antes que él.

            El hueco que deja Tito es muy grande, pues no nos despedimos únicamente de un gran percusionista, cantante y versátil compositor, sino que, además, se nos fue un gestor cultural comprometido con su propia vida al desarrollo de las comunidades y su empoderamiento, así como también perdemos a un abnegado maestro de la plena y el folclor puertorriqueño. La creación y fundación en 2020 del Taller Comunidad La Goyco en Santurce donde ahora tiene su sede “La Casa de la Plena”, es muestra fehaciente de su visión y compromiso comunitario. Saber que apenas pudo comenzar a disfrutar de ese maravilloso espacio de autogestión recién creado, resultado de su esfuerzo y tesón junto a tantos otros visionarios, no dejaba de golpear mi corazón con nostalgia y melancolía. Hay un detalle de su partida que también deja un dolor inmenso y un gran vacío en medio nuestro. Esa voz emblemática llena de rabia, dolor, sudor, lucha y compromiso, la puso siempre al servicio de su pueblo en incontables ocasiones para denunciar con valentía la corrupción, la falta de acción gubernamental ante las necesidades de su gente y para crear conciencia de nuestra realidad histórica y cultural. Son pocos los seres humanos que tienen esa versatilidad y menos aún que la regalen gratuitamente al servicio de su prójimo como lo hizo Tito.

            Y es aquí donde la figura de este ilustre músico y compositor puertorriqueño se agiganta y se yergue firme en la inmortalidad. Dedicó toda su vida a cultivar la conciencia nacional puertorriqueña con su voz acompañada de su pandero. Reconoció la urgencia del momento en que vive nuestro pueblo y aglutinó al mayor número posible de músicos, gestores culturales y líderes comunitarios para practicar de manera colectiva la autogestión como única fuente de salvación ante el embate de las políticas neoliberales que solo saben imponer medidas de austeridad y pauperización de la clase trabajadora. Elevó el género de la plena a un nivel superior que sus ancestros, pero siempre se mantuvo fiel a sus raíces. Por eso, el pasado viernes la fuerza espiritual de todo un pueblo (pasado y presente) se concentró en la Goyco para prestar respeto a un hombre que puso su mano en el arado para sembrar semillas de amor y de esperanza para su gente. Durante toda la noche sus discípulos cantores parecían haber encontrado una fuerza inagotable de inspiración para improvisar versos y construir coros en homenaje al Maestro.

De repente, un golpe de alegría me sobrevino al comprender que todo lo sembrado por el genio creador y comprometido de Tito Matos ha germinado con fuerza en el corazón de nuestra generación y que por lo visto esa semilla seguirá creciendo en las futuras generaciones de nuestra amada tierra Borinkén.

Plenero mi voz más querida,

Plenero mi quinto lloró, plenero tu voz que se queda,

Tu pandero suena, panderetero adiós…

(Juan “Llonsi”Martínez)