(San Juan, 1:00 p.m.) Curiosamente la visita del Rey Felipe VI, rey de España, el jefe del estado a nivel protocolar, ha sido un evento sin mucho sabor, pero con algún significado. El país cansado de la protesta, no salió a protestar. Un grupo de personas derribaron la estatua del primer colonizador oficial, Juan Ponce de León, mientras el resto del país permaneció en calma. Es más, hay la leve impresión, de que el grueso del país vio con simpatía la visita. Pero los que de forma contradictoria capitalizaron en el hecho, fue el Partido Nuevo Progresista (PNP). Se comportaron como buenos entes soberanistas. ¡Curioso!
Es contradictorio, pues siendo un país que promueve la integración plena del país, fueron los únicos que defendieron su gestión, al punto que la vieron como una iniciativa importante para diversificar las fuentes de ingresos del país. Una estrategia de mercadeo, bien pensada, a sólo días de haberse aprobado el Plan de Ajuste de la Deuda, y para bien o para mal encaminado el país por la Junta de Supervisión Fiscal. En otras palabras, ahora que la propia Natalie Jaresko dice que una vez resuelta el plan de la deuda, lo que hay que resolver es el estatus del territorio colnial. ¡Terrible!:
Por lo que, si me preguntan, de forma siniestra el PNP encamina la estadidad por todos los frentes, entre otros, expandir los mercados de consumo de la isla, de los EE.UU. ahora a España y Europa. No es una mala idea. Lo que si fue una incorrecta posición, fue la del independentismo en general, que se declaró “inapelado” ante la presencia del rey, y sobre todo su gestión de negocios.
¿Alguien me puede explicar como será la república, país libre e independiente, que promueve el campamento independentista para el futuro de Puerto Rico? No es posible vivir enajenados de la materialidad del país, pero nadie se planteó en el campamento independentista si en la independencia Puerto Rico habrá de hacer negocios con España. Pensemos.