Lluvias torrenciales en Puerto Rico ¿limpieza o tormenta?

Caribe Hoy

Recientemente el Presidente Biden prometió que iba a tomar acción seria para frenar el cambio climático y prometió cortar a la mitad la contaminación producida en Estados Unidos por los gases invernaderos.  Mientras esto sucede en Estados Unidos los inviernos son cada vez más crudos y las condiciones climáticas los azotan con más dureza. Puerto Rico, no está exento del cambio climático porque somos parte de este globo terráqueo.

En estos pasado días, como consecuencia de los remanentes de un frente frio y una vaguada en los niveles altos de la atmósfera, no ha parado de llover copiosamente sobre nuestra isla. En las últimas 24 horas algunas zonas han recibido sobre 12 pulgadas de lluvia causando alertas de inundaciones repentinas.  Las lluvias inclementes en nada ayudan a aliviar la desesperanza que se vive en el país ante las vicisitudes económicas que pasa la mayoría de los residentes para lograr sobrellevar su diario vivir de forma digna.

Estas lluvias, al contrario, pueden acentuar la situación de ahogamiento que sentimos los puertorriqueños. Mas allá de que la acumulación de agua tapa literalmente los hoyos de las carreteras provocando que nuestros vehículos estén más expuestos a sufrir daños a sus gomas o al tren delantero, las lluvias torrenciales nos traen la preocupación de que no se filtre el agua por el techo de nuestras viviendas, que no se tapen las alcantarillas y se inunden las calles provocando la entrada de agua a nuestros hogares con la consecuente pérdida de los “muchos o pocos” bienes que se tengan.

Llueve y las carreteras se hacen intransitables.  Las luces de tráfico dejan de funcionar.  Ello sin mencionar la falta de alumbrado que hay por todas nuestras avenidas y que ante la oscuridad pone las áreas como boca de lobo aumentando los riesgos de accidentes.  ¿Y cual es el remedio del gobierno?  Decir a los ciudadanos que se mantengan en sus hogares hasta que pasen las lluvias; aseveración hecha por Eileen Vélez Vega, secretaria del Departamento de Transportación y Obras Públicas, y Nino Correa, Comisionado de Manejo de Emergencias.  Aunque esta petición a primera vista es una sensata, en nada resuelve los problemas de inundaciones que se sufren cada vez que recibimos varias pulgadas de agua.

La génesis del problema, entre otros, está atado a la laxitud en la concesión de permisos de construcción sin contar con la infraestructura necesaria para poder acoger todas las escorrentías de agua que fluyen cuando llueve, la falta de contar con buenos inspectores del estado que estén pendientes de que se construyan calles, avenidas y expresos con desniveles apropiados para evitar la acumulación de agua en lugares indeseados, y la falta de mantenimiento de la infraestructura existente. En este país florido, sin embargo, en vez de atacar los problemas en su base, últimamente, la solución más fácil parece ser tender a coartar las libertades civiles, la libertad de movimiento, y mandarnos o sugerirnos que nos encerremos en nuestros hogares.

Mientras el gobierno encierra al pueblo, por otro lado, promueve la venta a gentes adineradas de áreas costeras y otras áreas dentro o cerca de recursos naturales valiosos.  A estos les conceden permisos, les declaran obras esenciales y les permiten talar bosques, cortar manglares, invadir las playas, y eliminar flora y fauna.  Mientras los gobernantes evadan su responsabilidad de proteger nuestros recursos naturales y eviten la erosión costera, entre muchos pasos que deben dar para proteger nuestro ambiente, seguiremos experimentando los azotes del cambio climático, así como las lluvias inclementes de estos días.  Sugerirnos el encierro para evitar los riesgos de las inundaciones no es la solución.  La solución para reducir el embate del cambio climático es que el gobierno (estatal y municipal) proteja adecuadamente nuestro medio ambiente.  Esto incluye cesar la venta, explotación y mal uso de nuestras, costas, playas y recursos naturales. Si hacen esto, con gusto me quedo en casa.