El junte de las mariposas

Antillitas

Una vez, entre las mariposas que viven en el Yunque, se organizó una fiesta. Querían celebrar el cambio de Gina, por haber salido de su crisálida y desarrollar sus alitas.


Ester y Cindy, que eran mariposas también, pero más viejitas, le habían preparado un pastel de hojas que estaba divino. Gina las quería mucho.

 

Luego de cantar con gozo y comerse el pastel, todos se concentraron en los hermosos colores de las alas de Gina. Eran amarillas y verdes fluorescentes con bordes negros y destellos dorados. ¡Demasiado fascinantes! Como ya estaba creciendo, Gina debía usarlas. En el intento de volar por primera vez, tuvo mucho miedo y no pudo hacerlo varias veces. Ester y Cindy se reían de ella, haciéndola sentir mal.

 

Todas las demás mariposas comenzaron a reírse también poco a poco. De momento, Sergio, uno de los guardianes de las mariposas gritó: "¡Silencio! No olviden que ustedes también fueron orugas."

 

Luego del grito de Sergio, las mariposas ayudaron a Gina y Ester y Cindy aprendieron una gran lección.