Fin de una historia de 80 años: cierre del Colegio Espíritus Santo

Caribe Hoy

En los pasados días ha circulado la noticia del cierre de mi alma mater: el Colegio Espíritu Santo de Hato Rey.  El Colegio o Espíritu, como le llamamos, fue fundado en 1942.  En ese entonces los alumnos empezaron reuniéndose en el garaje de una casa que fue creciendo y se convirtió en la edificación que todos conocemos hoy día y que ubica en la calle Pachín Marín de la Urbanización Floral Park en Hato Rey, Puerto Rico. Originalmente empezó con un kindergarten y un primer grado con 45 estudiantes matriculados. Por muchos años el Colegio fue un verdadero ejemplo de lo que es una escuela de la comunidad.

 

Mis padres fueron de la primera clase graduanda.  Fue en Colegio donde se conocieron y se enamoraron.  Como ellos, allí comenzó la historia de amor de muchos compañeros y compañeras.  Pero más allá de la historia de amor de unas personas particulares, en el Colegio se escribió una historia de amor de amigos y amigas entrañables que dura y perdura desde el 1942 hasta el presente. Todavía mi Madre, de 86 años conserva amistades que se formaron en sus años del Colegio.  Amistades qué, como las que yo formé en el Colegio, más que amigos y amigas, somos hermanos y hermanas.

 

Yo entré al Colegio desde primer grado y me gradué de allí en Cuarto año.  De mis primeras memorias está “Misis Torres”, que con tanta paciencia me enseñó a leer y escribir.  Todas las tardes, luego del almuerzo, el sueño me atacaba y antes de que mis ojos se cerraran y mi cabeza cayera como plomo en el pupitre para una siesta, Misis Torres, con ternura, me pedía que fuera su asistente. Con ese simple gesto mi sueño se espantaba y me hacía sentir importante. Mis tres hermanos y mi hermana también son exalumnos. En el Colegio había muchas familias grandes, con muchos hijos e hijas, de modo que se fue creando una gran familia en el barrio de Floral Park, donde muchos asistíamos a la misma escuela, al Espíritu Santo.

 

El Colegio era un lugar de pura diversidad. Compartíamos como iguales gentes de todas las clases sociales, de diferentes nacionalidades y culturas. No me quiero poner a idealizar ni decir que era un lugar perfecto, porque no lo era.  Pero dentro de las limitaciones normales, el Colegio era un centro de educación de primera.  Mas aún, fue un lugar donde muchos aprendimos a tener un fuerte sentido de solidaridad y compromiso, con y para nuestros compañeros de clase y nuestra comunidad.  Compromiso que trascendía y era recíproco entre muchas otras clases graduandas, y que a través de los años hemos visto crecer.

 

 La noticia del cierre a muchos nos tomó por sorpresa porque desconocíamos de la precariedad en que se encontraba.  Entre lo que ha trascendido es que la matrícula de alumnos para este próximo año era mortalmente baja, lo que hacía insostenible mantener en funcionamiento el Colegio.  Entre los comentarios de las redes sociales, son muchos los exalumnos entristecidos por el cierre.  Hay, otros, de generaciones más contemporáneas, cuyos recuerdos y experiencias recientes, no parecen ser tan gratificantes como la de cientos de nosotros, que llevamos ya unos añitos de habernos graduado.  Sin restarle merito a la opinión de nadie, entiendo que el impacto de la economía y la baja en la demografía del país ha jugado un papel mortal en este cierre.

 

Ha circulado una carta notificando el cierra que se ha querido pasar como oficial. El tono y el contenido de la carta ha creado malestar.  Sin embargo, es menester aclarar que esa carta no fue escrita ni firmada por el Monseñor Valeriano Miguelez.  El Padre Valeriano ha sido un campeón de causas y luchas, y ha dado el resto tanto por la Parroquia como por el Colegio Espíritu Santo.  La forma poco sensible en que esa misiva comunica la situación, sin duda ha generado gran malestar y ansiedad en el propio Padre Valeriano, quien así lo ha comunicado a exalumnos. Si algún error cometió, es haber delegado la administración del Colegio a un Directorado que no tuvo los mejores intereses hacia el Colegio permitiendo que la situación llegara a la precariedad en que se encuentra, sin pedir ayuda a los cientos de exalumnos que hoy, asombrados, intentan hacer un último esfuerzo por evitar un cierre definitivo.

 

Somos conscientes que todo en la vida tiene un principio y un final.  Nos gustaría pensar, sin embargo, que este no será el final de la institución que formó a tantos hombres y mujeres en ciudadanos comprometidos con esta sociedad.  Si al final ese fuera el curso del destino, es importante dejar constancia que el Colegio Espíritu Santo ha cumplido cabalmente su misión de educar y formar personas comprometidas y solidarias. Colegio Espíritu Santo, siempre te guardaré grabado en un rincón de mi corazón.

 

Colegio Espíritu Santo,
Alma Mater sin igual,
aurora de la enseñanza,
modelo del saber y del triunfar.

Alma Mater, nuestro amor,
te cantamos con fervor
este himno que será
Luz de Dios que es la Verdad.

Colegio Espíritu Santo
eres flor de inspiración,
por eso te guardaremos
grabado en el rincón del corazón.

(composición de Frankie Jirau, Clase ’56)