La expresión como vehículo de inclusión o exclusión

Caribe Hoy

En este mundo globalizado que vivimos el internet es accesible a la mayor parte de las personas.  Ello facilita muchísimo la comunicación formal e informal a través de redes sociales u otras plataformas.  Lo cierto es que esa capacidad de acceder y comentar sobre cualquier cosa, puede transformarse en la necesidad de convertirse en protagonistas en la comunicación, que puede llevar a la fama, la notoriedad o simplemente pasar como comentarios inconsecuentes. Bajo este accionar muchas personas se han convertido en lo que se llama “influencers” o personas que quieren mover la opinión pública para un lado específico.

 

Los “influencers” pueden tocar temas de interés social que aportan al conocimiento y crecimiento del país o pueden ser banales y llanos, en cuyo caso disminuyen o retrasan el valor de la aportación.  Hace días, me topé con un titular de Tweeter que hablaba de las aportaciones del alcalde de la capital.  Bajo el titular un internauta escribe un comentario crítico sobre el asunto.  Renglón seguido el comentario en respuesta y la discusión que sigue entre los internautas se vuelve intolerante y enteramente de corte político partidista.

 

Así mismo, los otros días luego de que se anunció el nombramiento del nuevo presidente de la Universidad de Puerto Rico, se hace pública un post de un catedrático que le recuerda al nuevo presidente haberle dado su apoyo. Ese reclamo se hace ya que muy poco o casi ningún recinto apoyó al nuevo presidente tenían dentro de los diversos sistemas de a UPR. Seguido al recordatorio de apoyo hay una exigencia fuerte de erradicar el racismo limpiando la casa.

Mi observación sobre estos dos posts, es a los efectos que ciertamente uno tiene derecho a comunicarse y expresar sus posiciones. Sin embargo, tan pronto el tono de la comunicación se torna intolerante y exige tomar la postura que promueve el comunicador como la solución al problema planteado, a mi juicio, se crea otro problema.  Siendo el pensamiento que solo una de las partes en el dialogo tiene la verdad o la solución al asunto planteado. Eso no solo puede estar incorrecto, sino que podría promover que se reproduzcan las mismas formas erróneas de trabajar los asuntos, en exclusión de aquellos o aquellas que discrepen del punto de vista del comunicador.

 

En Norteamérica y en Puerto Rico, el discrimen racial de todo tipo se ha exacerbado. La intolerancia es notable.  Se ha polarizado las respuestas extremas de unos grupos y otros.  Entonces mi interrogante es, si la intención de muchos es ser inclusivos, romper viejas formas de exclusión y darles voz a todos, porqué entonces volvemos a reproducir las formas de comunicación que tanto criticamos.  Es evidente, que todavía nos falta mucho que recorrer para lograr una verdadera igualdad, más allá de querer imponer la visión de unos sobre otros.