Celebramos jubilosamente la victoria electoral alcanzada por Luis Ignacio Lula da Silva, en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales efectuadas ayer en Brasil.
La contundente derrota propinada al actual presidente de Brasil, el neofascista Jail Bolsonaro, llena de esperanza de un futuro mejor, tanto al pueblo brasileño como a los pueblos del Caribe y América Latina.
La victoria electoral de Lula se suma a la alcanzada en fechas recientes por Gustavo Petro en Colombia, Gabriel Boric en Chile, Xiomara Castro en Honduras y Pedro Castillo en Perú. Éstas a su vez han sido precedidas por procesos políticos y sociales progresistas, diversos y complejos, en Venezuela, Cuba, Bolivia, México y Nicaragua.
Indiscutiblemente, Nuestra América es el más importante escenario planetario de las luchas que libran los pueblos a favor de la libertad, la democracia, la participación y la justicia.
El triunfo de Lula tiene un enorme significado político. Ha prevalecido el
paradigma de la democracia verdadera, de la equidad, del respeto al ambiente,
la vida y la salud, de la vocación de paz y dignidad.
A su vez, implica una contundente –aunque no definitiva-- derrota de la
extrema derecha, fanática y violenta, que mientras tanto mantiene el control de
la rama legislativa y de importantes ciudades como Sao Paulo y otras; y que
conserva un enorme poder político, mediático y económico que, en ánimo
revanchista, sin duda utilizará para tratar de impedir que se hagan realidad las
aspiraciones mayoritarias que encarna Lula.
A partir del próximo primero de enero, fecha en que Lula juramentará
como nuevo presidente, Brasil iniciará una nueva ruta, llena de grandes retos y
expectativas.
Expresamos nuestra profunda solidaridad al hermano pueblo brasileño en
este crucial momento de su historia, que en más de un sentido es la nuestra.
Julio A. Muriente Pérez
Ángel Rodríguez León
Copresidentes
Movimiento Independentista
Nacional Hostosiano (MINH)