Recuerdos del 2022 para la comunidad LGTQ´+

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Recuerdo cuando en el mes de mayo del 2022 la excelente organización Waves Ahead de Puerto Rico le dedicó a Pablo Navarro Hernández su espacio en Héroes y Heroínas: “En memoria al Reverendo Pablo Navarro Hernández, dedicamos su espacio en este mes de mayo a Héroes y Heroínas. Reconocido activista de la comunidad LGBT+ sobre todo en los escenarios de la fe cristiana. Profesor universitario y conferenciante de los temas de la espiritualidad y las necesidades y realidades de las personas de edad avanzada. ¡Su labor fue imprescindible en nuestra comunidad y le damos gracias eternas!”.

Hoy quiero compartirles un trabajo que Pablo y yo escribimos a dos manos… “Mi nombre es Pablo, como mi padre. A él le ponen ese nombre por el apóstol. Esas dos cosas han marcado mi vida. Primero, ser hijo de un soldado maravilloso, pero fanático religioso. Segundo, porque la lectura bíblica, y en especial los evangelios y las cartas del Apóstol, formaron mi vida.

Nunca fuí un niño tradicional y claramente no era el hijo que mi padre hubiese deseado. Con la adolescencia vino el inevitable conflicto entre mi identidad de ser evangélico pero sentirme atraído por mi propio sexo.

En esa gran lucha me encuentro con otros retos: ser parte de la diáspora; pasar mis años de universidad en Montgomery, Alabama dónde me encuentro con la figura insigne de Martín Luther King; el estar haciendo un doctorado en Nueva York durante la rebelión de Stonewall que da el comienzo actual del movimiento Gay; ser parte de la lucha en contra de la guerra de Vietnam. Todo esto me preparó para lo que habría de venir, sobre todo ver morir casi todos mis amigos en la epidemia del SIDA. En el proceso, me casé con una mujer estupenda, que sigue siendo mi mejor cómplice. Cómo casi todos los hombres gay, me enamoré o tuve amoríos con hombres a los que todavía recuerdo y nombro en mi mente para poder alcanzar el sueño.

Los conflictos entre mi identidad de hombre evangélico/cristiano y gay latino seguían sin resolverse. Esto me lleva a una profunda depresión. Después de experimentar y descartar medicación para la condición, caigo de nuevo en depresión. Regreso al psiquiatra y le pregunto qué vamos a hacer, y me contesta lo siguiente: "No eres un buen candidato al medicamento, por las siguientes razones, primero eres muy inteligente, estás muy saludable, tienes mucha gente que quieres y que te quiere. Además, eres muy espiritual."

Le respondí: "No me gusta que me digan que soy inteligente, porque eso siempre tiene cola. Lo de estar saludable y el que tenga tanta gente que quiero y me quiere, me hace muy feliz. Pero que lo de la espiritualidad no es cierto, hace años que no piso una iglesia ". Su respuesta me tocó profundamente:dijo, "Vienes aquí y la mitad del tiempo estás hablando de la iglesia. Todavía no entiendes que Dios y la iglesia no son la misma cosa."

Unos días después fui a una fiesta en la que había un grupito de hombres que se conducían en forma muy distinta. Me les acerqué, y en la conversación me invitaron a su iglesia. Pensé para mí mismo, "Dale con la iglesia." Pero me aclararon que era una iglesia gay. Yo soy antropólogo y se me picó la curiosidad científica. Dije que iría con ellos. Al llegar a la iglesia “Las Otras Ovejas del Rebaño” no podía creer lo que vi. El Coro parecía una audición a un musical de Broadway. Había gente bailando y cantando como si estuvieran en una barra de la comunidad LGBTTQ. Pero lo más que me estremeció fue que la Pastora dijera que en la congregación se encontraba un futuro pastor. Yo no me di por enterado, pero me señaló a mí. No lo podía entender. Primero porque vengo de una tradición bautista que ve lo de adivinar cosas como un vestigio del espiritismo. Además, yo nunca me vislumbré como pastor, director del coro a lo mejor, pero pastor, nunca.

Mi estadía en la iglesia “Las Otras Ovejas del Rebaño”, aunque sanadora, era conflictiva. Pronto fui nombrado al grupo directivo de la comunidad de fe. Pero soy de un culto de mucho orden y vengo de una iglesia comunitaria en la que el pastor era siervo de la iglesia y le respondía a la asamblea. Alma y Charito, a quien siempre he tenido en muy alta estima, venían del neopentecostalismo y por lo tanto su estilo de adoración y el énfasis en la Teología de la Prosperidad, no cuadraban con mi experiencia religiosa. Pero, el tiempo que participé fue para mí una gran experiencia de reconciliación con mis raíces cristianas. Eso lo vi en muchas otras personas que allí conocí. En esos días recibí una invitación para servir como "Resident Scholar " en el Seminario Evangélico Luterano de Chicago. Coincide esto con una sabática de mi trabajo en la Universidad Interamericana de Puerto Rico. Me traslado por varios meses a la ciudad de Chicago, donde comienza el próximo capítulo de mi vida.