Simone en mi memoria [de Eduardo Lalo]

Zona Ambiente
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De la mano de Eduardo Lalo, tras leer su esplendoroso libro “Simone”, recorro la noble ciudad de San Juan, ciudad que compartimos sin saberlo. Sisifoneámos sus caminos en una búsqueda estéril y sin sentido. Cual alma paralela, junto a él me pierdo en los entresijos de esta gran madre que esconde en sus vericuetos la mirada que escudriña. 

Conocí al mendigo que lo escarba todo, al enfermo que se consume con la plaga del siglo, al tullido sembrado en su trono mohoso, a la mujer que nos ofrece su sexo abierto y frondoso. Nos descubrimos en cada una de las sombras que se unen a nuestro viaje. Enredándonos en las trampas con que nos provoca la divina Simone, nos topamos de repente con la majestuosa dualidad de la chinesca Li. 

Nos encontramos en su cama, sudorosos y cubiertos de semen; imposibilitado a entrar en ella, fornico con su mente, donde me vengo en un despliegue de jugos aleatorios. Juntos lloramos la pérdida de aquella mujer/hombre que se aleja de la mano de su querida. De momento me confundo y despierto del sueño. Una larga disquisición sobre el escritor y la industria editorial altera estrepitosamente mi devaneo. Miro la lectura con un ojo más claro. Pongo los pies en tierra y me doy cuenta que Lalo continúa su viaje hacia la nada. 

He leído su obra y esta novela, que es más bien un cuento largo, sigue la misma fórmula de siempre: el hombre buscándose a si mismo en la ciudad que lo ahoga y constriñe: San Juan, San Nada, San Ilusión, San Ambiguo. Ensayos tras ensayos, agolpados entre las paredes de hermosos y subyugantes libros. Sospecho que el premio Romulo Gallegos es merecido homenaje a su obra, no a un trabajo en particular, que le dedican sus colegas. A lo dicho, pecho…total, yo no soy un académico…