Soy el uno, el que suma dividendos
de los ismos endeudados
y en mi cuna de oro no cuenta la heredad del 99,
ni su mesa, ni su alterada semilla de mostaza.
Sus caminos pobres yacen
en libros soñadores de frutos mágicos
y noches de amantes imantados
en fiestas de gatos simbióticos.
La situación de la cadena alimenticia, no me preocupa,
que las aguas inunden los espacios, no me preocupa,
que exploten bombas y se maten, no me preocupa,
que el hambre y las plagas los atrapen, no me preocupa.
La prolijidad inmensa y buena de su tierra, no me preocupa.
Mi suelo no es yermo, es inmaculado, es el que guarda
la mínima casta que borra lenguas amargas
con banquetes de abundante y malabarista egoísmo
en las 99 revistas que compran los 99 para soñar.
Ni el arribo de futuro cuando el lodazal sea
nostalgia seca en las ovejas,
ni la muerte que en masa bermeja trote por todo el globo,
gima, tiemble o solloce,
no me preocupa nada, pues me alimento
de los 99 fetos de sudor amniótico e inteligente ciencia
que ahogo a mi conveniencia.
Soy el somos contenido en el uno apocalíptico,
el entero original más importante, el primogénito;
soy el porciento necesario
de error humano en todo experimento
…y qué me importa.