En apoyo al Proyecto Pato [aunque cautela]

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Recientemente la prensa del pais dió sonada prominencia a una iniciativa busca visibilizar las luchas de vida y reivindicar los derechos de nuestra comunidad LGBTQ+: “The Pato Project”.

Resulta que un “comunicador” lleva gestando desde hace cuatro años, a raíz de una investigación que realizaron para identificar las necesidades que la generación joven tenía para “sentirse que estaban verdaderamente incluidos en la sociedad. “Descubrió” que una respuesta constante fue “la falta de educación en términos de ser representado en los libros de historia”.

Una de las metas de su proyecto es que el material recopilado sea archivado en la Universidad Ana G. Méndez o en el Centro de Estudios Puertorriqueños del Hunter College, en Nueva York, para crear un currículo de la historia queer en Puerto Rico.

Parece ser que estos estudiosos del tema saben menos que mis lectores ya que nosotros sabemos que Javier Laureano lleva años estudiando este tema desde su proyecto el “Archivo de las Comunidades LGBTQ+” y la ampliación democrática de los archivos históricos de Puerto Rico.

Hoy les comparto la reacción de Javier al Proyecto Pato…

“Como historiador que estuvo once años investigando para publicar uno de los primeros libros de historia LGBTQ+ de Puerto Rico, “San Juan Gay”, y que completó su tesis doctoral del mismo tema en la Universidad de Puerto Rico, comienzo por felicitar a The Pato Project por su reciente actividad reseñada por este diario y enfocada en recopilar historias de nuestra comunidad.

También resulta importante recordar que el término “pato” sigue siendo un insulto que debemos calibrar con cautela. La apuesta aquí es a que nuestra comunidad, como ha hecho antes, resignifique y se reapropie del insulto. Hasta entonces, ¿estamos preparados y preparadas para revivirlo en los medios de comunicación?

Por casi medio siglo uno de los principales ejes de gravedad de nuestra comunidad ha sido su lucha en contra de estos epítetos homofóbicos porque se usan para violentar y atacar a nuestra gente. No es fortuito el que los índices de suicidio en la juventud LGBTQ+ sean más altos que en la población general.

De hecho, en 1974, la letalidad de esos ataques llevó desde el día uno a la creación de la primera organización política LGBTQ+ de la isla, la Comunidad de Orgullo Gay (COG), que denunció el uso del término “mariposas” en los medios, así como a condenar el personaje televisivo “afeminado” Serafín Sin Fin y Sin Meta, interpretado por José Miguel Agrelot.

En la historia del movimiento político LGBTQ+ de los pasados 50 años, pocas personas han luchado más en contra del uso de la palabra “pato” en los medios que Pedro Julio Serrano. Entre otros, Serrano logró que esta palabra se dejara de usar en el entonces programa radial masivo El Relajo de la X. Igualmente, denunció el altercado público entre los senadores Thomas Rivera Schatz y Eduardo Bhatia, cuando el insulto de “pato” retumbó en el hemiciclo. Además, logró que La Comay descontinuara esta práctica de odio en su programa de televisión. Las mujeres también han sido objeto de este ataque, no olvidemos el lema “No metan la pata en San Juan”, en las elecciones de 1996.

Por otra parte, muchas veces los sujetos en las minorías reasumimos estos insultos y los resignificamos desde el interior de nuestra comunidad, como por ejemplo los trabajos de literatura de La Patografía (1998) de Lozada y Abolición del pato (2013) de La Fountain. Sin embargo, es importante señalar que The Pato Project es distinto a estas iniciativas creativas porque el insulto toma ahora la forma de una organización inscrita en las instituciones del gobierno. Lo que cambia aquí es el carácter institucional del insulto y su reapropiación en un espacio público en Puerto Rico caracterizado por una historia de lucha en su contra.

Luego de revisar la historia de estos epítetos, me uno, no sin cierta cautela, a El Proyecto Pato y a su trabajo de resignificación de esta palabra, como lo tuvieron el de “queer” y “gay” en Estados Unidos. Ya vemos en las generaciones más jóvenes una evolución en el uso del nombre, que tanto dolor evoca”. Al igual de Javier, me uno, “no sin cierta cautela”, a El Proyecto Pato aunque tanto dolor me evoca.