Lucy qué tú sabes… de Daniel Torres

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Lo conocí inicialmente por su libro La isla del (des)encanto: Apuntes sobre una nueva literatura boricua (2015 | Isla Negra Editores). Se trata de un junte ecléctico de reseñas de libros, muchas de ellas publicadas anteriormente en revistas especializadas y electrónicas, y ahora recogidas (y editadas) aquí como breves ensayos de reflexión sobre lo que el nuevo quehacer literario de la isla tiene que ofrecer frente a la sólida tradición que le precede. Autoras como María Arrillaga, Nemir Matos Cintrón y Lourdes Vázquez sirven de puente entre los escritores de los años 70 y 80, como Moisés Agosto Rosario y Mayra Santos-Febres para los de los 90.

Y se llega al fin de siglo, con figuras más recientes como Yolanda Arroyo Pizarro, Max Chárriez, Ana María Fuster Lavín, David Caleb-Acevedo, Ángel Antonio Ruiz Laboy, Karen Sevilla y Luis Negrón, entre muchos otros. Para todos ellos la isla del encanto se transforma en una isla del (des)encanto.

Uno de los más destacados colaboradores de El Post Antillano, Wilkins Román Samot, entrevistó a mi amigo, cuyo nombre completo es Luis Daniel Torres Rodríguez. En su momento Wilkins comentó que es uno de nuestros más prolíficos escritores:

“Daniel Torres es a su vez docente e investigador de Español y Estudios Latinoamericanos en Ohio University. Es egresado de la Universidad de Puerto Rico (Literatura Comparada y Estudios Hispánicos, B. A.), de la Universidad del Estado de Nueva York (Español, M.A.) y de la Universidad de Cincinnati (Español, Ph.D.). Luis Daniel es novelista, ensayista, poeta, cuentista, crítico literario, antólogo, todo ello dentro de lo que ha sido una labor de hispanista forjada durante las pasadas tres décadas desde Ohio, Estados Unidos. Es oriundo de Caguas, un país que se ha venido forjando en Puerto Rico, país con el que ha mantenido una constante colaboración literaria que le ha permitido -como pocos escritores de la diáspora boricua- estar presente aún en su ausencia. A partir de su trabajo literario de mayor reconocimiento, Daniel Torres, como se le conoce literariamente, nos da respuesta de lo que ha venido haciendo. Sus respuestas como mis preguntas son para que nos vayamos conociendo y que le vayamos reconociendo a Daniel Torres el trabajo creativo qué hace y cómo lo hace y ha hecho”.

Como parte de la entrevista Wilkins le pregunta: “¿Qué otros proyectos creativos tienes pendientes?”

“Te mencioné de pasada Lucy, tú qué sabes, que es la tercera novela de la trilogía de dragas o travestis sobre las trans ya viejas y lo que deben pasar para continuar siempre vigentes en un mundo donde la construcción del género sigue siendo un reto. Para Lucy llegar a ese punto de la vejez donde es totalmente aceptada, porque nadie se fija en las viejas, es su momento máximo. La novela abre con el entierro simbólico y real de Aurelia por un grupo de dragas que se dirigen al cementerio marino Santa Magdalena de Pazzi en el Viejo San Juan, que es conocido como el cementerio de los próceres, y hacia allá se dirigen ellas Calle Norzagaray arriba para esparcir las cenizas de Aurelia entre las tumbas frente al mar. Y lo demás se va cocinando a fuego lento entre clases, conferencias, compromisos, viajes y

demás pendientes hasta que tenga el tiempo de sentarme y terminar de escribirla… Otro proyecto que tengo es la ensayística completa de la poeta María Arrillaga a titularse Ocurrencias gozosas: La ensayística de María Arrillaga. Ya estamos terminando el proceso de digitalización de los textos para armar y editar todo el manuscrito, y buscar editor. Este ejercicio de recopilar las obras de un mismo autor lo hice con Dulce canoro cisne mexicano: La poesía completa de Carlos de Sigüenza y Góngora (2012), libro que se publicó en Barcelona en la editorial Paso de Barca, y lo continué con la recopilación de toda mi poesía (in)completa hasta 2011 porque había comenzado a publicar en 1981 mi primer poema en Taller de poesía 1981. El volumen se llamó En (el) imperio de (los) sentidos: Poesía (in)completa 1981-2011 (2013) y salió en Isla Negra Editores. Finalmente, tengo una idea que no he madurado y que es una colección de cuentos a llamarse Confesiones de un Chacón Dancer y un divertimento literario que se titulará Diva Undercover, sobre un hombre gay que se viste de macho y vive como tal desde las fronteras del clóset, aunque es una diva total y absoluta. Siempre las fronteras entre los géneros sean literarios o de identidad sexual, me llaman la atención”.

Hoy quiero que conozcan el prólogo de Lucy, tú que sabes, publicado en una hermosa edición bilingüe de Gnomo Literario, la única editorial de literatura risqué puertorriqueña: “Literatura peligrosa para lectores peligrosos”, traducido por Eïrïc R. Durändal Stormcrow, editor en jefe de Gnomo Literario que Daniel tuvo la gentileza de compartir conmigo:

“Exordio para una trilogía simultánea y discontinua

Si le pido las alas a la aurora, para irme a la otra orilla del mar…

Salmo 139:9

Morirás si da una primavera se cierra con la espera en una parada de guaguas como un punto de indecisión de Papo ante su condición de seropositivo. Conversaciones con Aurelia acaba con una boda gay en el Hotel Caribe Hilton, donde se ignora a la protagonista, La Gran Madama del Dulce de Coco, y osan sentarla en la parte de atrás del banquete de recepción, como si quisieran esconderla. Lucy, tú qué sabes se abre con un grupo de dragas cansadas y tristes camino del cementerio marino del Viejo San Juan, llamado Santa María Magdalena de Pazzi, donde van a esparcir las

cenizas de Aurelia, su Madre. Ellas van pensando y diciendo qué será de ellas ahora que la Reina se les ha ido y les llega el silencio inevitable de la muerte. Ya se acabaron toditas esas conversaciones inútiles con Aurelia. Ahora parece que ya no tienen una depositaria de todos esos discursos y se instala el eco del silencio quedamente. Entre la espera, una boda y un entierro se balancea la narrativa breve de esta trilogía que busca hablar de la posición fluida del género, como impresiones o fotos fijas que se añaden a un álbum familiar tal vez mucho más completo, con todas las posibilidades y combinaciones que siempre serán una ficción.

Lucy, tú qué sabes es la tercera y última entrega de esta trilogía simultánea y discontinua que comenzó en 1993 con Morirás si da una primavera y siguió con Conversaciones con Aurelia en 2007 quedando siempre inconclusa, como la vida misma. Los tres experimentos narrativos se podrían leer indistintamente como micro-novelas cortas, pero siempre se volvería a todos ellos de uno u otro modo. Son discursos narrativos mínimos que participan de una sensibilidad LGBTQ+. Estas historias buscan explorar una identidad queer posible e imposible. La primera lidia con la temática del VIH y sida en una época en que no se hablaba ni se escribía sobre el tema, por allá por los años ochenta en el inicio de la pandemia, y, la segunda, aborda el paradigma de la posible construcción del género con “dragas malas y perversas” en un local llamado El pájaro azul, para la década del noventa. Ahí, ellas tienen sus showcitos y el universo narrativo se transforma en un microcosmos del melodrama, donde los juegos de poder son siempre evidentes. Y con Lucy, tú qué sabes se cierra este ciclo narrativo en la primera parte del segundo milenio. Esta es la historia del recuerdo de la draga madre envejeciente que ha buscado su lugar en el mundo con sus hijas putativas a la conquista de un espacio más allá del supuesto patetismo que le quieren adjudicar, para levantarse de ese peldaño, afirmar su entorno propio y el de las otras. Se llega a un punto de hablada de quienes han vivido y se han desilusionado de la vida, para perderse irremediablemente en los caminos del recuerdo y volver a empezar, cayendo casi siempre en toditas las trampas que inevitablemente les tiende la nostalgia: en el sabor del café de medianoche, en la música de una canción pop que se escucha a lo lejos, en un gesto ajeno o en un recuerdo perdido para siempre en la memoria y alguna vez recobrado por un breve momento… Lo humano trasciende aquí lo meramente lésbicogaytransqueer y mucho más, para reintegrarlo en el intersticio que le correspondería en el tejido social o por los menos eso intento”.

Una novela disponible en Amazon y en varias librerías de la isla que merece ser leída en donde, para mi gran sorpresa, uno de sus personajes es Yiyo, que se apoda como yo y es “el chillo de Adela”. Y encima, Lucy vive en el Condominio Guayama, en la Calle Loíza, ¡¡¡donde yo también vivía!!! La ficción copia la realidad…