Reencuentro de amigos en Papo Impala está quitao [cuarenta años de aniversario]

Crítica literaria
Typography
  • Smaller Small Medium Big Bigger
  • Default Helvetica Segoe Georgia Times

Pero que mira, de aquello naa
Elhombrestá quitao, clin,
de esquín me voy,
nooo mi pana por lomás santo
Papo Impala está quitao

El sábado, 18 de marzo de 2023, a las 8:30 p.m., fui a ver junto a mi esposo, en la Sala Experimental Carlos Marichal del Centro de Bellas Artes Luis A. Ferré de Santurce, la puesta en escena del clásico de Juan Antonio Ramos Papo Impala está quitao. Para esta ocasión, se celebraban los cuarenta años de este inigualable monólogo que ha llevado a su actor Teófilo Torres a viajar por varios países entre estos Cuba, República Dominicana, Perú y Estados Unidos. Los que hemos estado al pendiente de este trabajo dramático sabemos que se ha presentado en café-teatros (no olvido cuando lo vi en los ochenta en el Café Vicente en Río Piedras), centros culturales, residenciales públicos, instituciones carcelarias, librerías como El Candil en Ponce entre otros espacios. La noche del sábado, 18 de marzo, la sala Carlos Marichal, donde caben más de doscientas personas, se llenó a capacidad y allí nos dimos cita Juan Antonio Ramos, autor del libro y yo que, por décadas, me he dedicado a que los jóvenes universitarios conozcan este texto. Los dos, sin planificarlo, fuimos a darle el apoyo a nuestro querido amigo teatrero y monologuista Teófilo Torres.

En lo que se refiere a Papo Impala está quitao, Juan Antonio, Teo y yo, somos una especie de cófrades, de cómplices, que se unieron en el 1985 con la intención de que los estudiantes leyeran los clásicos que Papo Impala relata a su estilo. Juntos fuimos por varios recintos de la Universidad de Puerto Rico. No olvido la presentación en 1987, en el entonces Colegio Regional de Carolina y en el 1989, en el Anfiteatro #1 del edificio viejo de la Facultad de Estudios Generales en Río Piedras.

Terminada la dramatización, nos fuimos a almorzar al Centro de la Facultad (creo que ya no existe). ¡Qué tiempos aquellos! Teófilo Torres me ha dicho que soy la persona que más veces ha visto Papo Impala está quitao y pienso que está en lo cierto, porque empecé a disfrutarlo desde 1985. Sin reparos manifiesto que no me canso de verlo. Con el pasar del tiempo, he sido testigo de cómo Teo ha ido actualizando el monólogo y atemperándolo a las nuevas realidades incluyendo las tecnológicas.

La noche del 18 de marzo, Papo Impala (Teófilo Torres) hizo su entrada después de la tercera llamada. Al compás de una letra de salsa, salió a escena vestido con una camisa hawaiana, un pantalón color anaranjado, una boina, la toalla de manos para secarse el sudor y una lata de cerveza Schaefer. Entonces, el personaje, un conocedor de la salsa gorda, volvió a contarnos que se está quitando del vicio. Después de cuarenta años de insistir en que está quitao, comenzaron a escucharse durante esos primeros minutos las risas de la audiencia incluyendo la mía. Y es que nadie puede quedarse serio ante la forma particular que tiene este cuentero de narrar su proceso de dejar la adicción a las drogas. Sin embargo, cuando oía su relato, recordé que él es uno de los tantos marginados que encuentro en las avenidas de este país pidiendo dinero en las luces. Papo Impala visibiliza a esos sin nombre, que no queremos ver y que cuando los encontramos en una esquina, preferimos pasar de largo porque son los inexistentes. Aunque Papo Impala nos asegura que se está quitando del vicio de la droga, termina tomándose un buche de metadona líquida, que su amigo Paniyou cargó en su boca (con todo y dientes podridos) porque no la encontró en pastillas. Esta escena grotesca la viven a diario miles de personas que padecen la enfermedad de la drogadicción. Mientras miraba la actuación y escuchaba el monólogo, pensé que nos reímos de nuestra propia impotencia al ver como se nos hunde el país. Esta vez, el actor mencionó el problema que tenemos con los adictos al fentanilo que parecen zombis en las calles y rápido vinieron a mi mente unos individuos a los que he visto en la avenida Fernández Juncos, doblados hasta las rodillas, pero sin caerse.

Mientras Papo (Teófilo) contaba la historia de cómo se estaba quitando, la experiencia caótica con el buche de metadona y trataba de recordar el nombre del conguero de Eddie Palmieri, del público un salsero de pura cepa gritó Eladio. De inmediato, noté como Teo evadió la respuesta porque parte de la dinámica del monólogo es que el personaje no se acuerda del nombre del músico. Como he visto la pieza teatral tantas veces, sé que no es la primera vez que esto sucede. A la puesta en escena acudieron personas mayores y jóvenes, aunque al lado mío hubo unos que se levantaron y se fueron. Aquellos que no conocen el texto, el monólogo les puede resultar un poco fuerte. Los más que nos disfrutamos Papo Impala está quitao somos los que hemos leído los clásicos La charca de Manuel Zeno Gandía, La Celestina de Fernando de Rojas, La metamorfosis de Franz Kafka, Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, El túnel de Ernesto Sábato. En fin, me reí a carcajadas cuando Papo Impala en vez de decir Melibea (personaje de la Celestina) menciona a Nelibea (él y yo conocemos la anécdota detrás del cambio de nombre). Con el tiempo soy testigo de la excelente interpretación que hace Teófilo Torres, uno de los grandes actores puertorriqueños.

Al final de la obra, Teófilo se dirigió al público para aclarar un comentario que le habían hecho la noche anterior donde se alegaba que Papo Impala es un personaje machista. El histrión señaló que un actor que interprete a Hitler no lo hace por ser fascista. En este punto, como profesora universitaria debo señalar que los nuevos lectores de este monólogo tienen que adecuarse en tiempo y espacio. Papo Impala responde a los años ochenta y puede sonar machista a la hora de contar los grandes clásicos, pero él no escribió esos textos. En todo caso, habría que increpar a Manuel Zeno Gandía, Fernando de Rojas, Franz Kafka y a Gabriel García Márquez. Mis aplausos para Teófilo y para Juan, porque su Papo Impala sigue vigente a pesar de los años, igual que nuestra amistad.