Recientemente he estado dándole una vuelta a la llamada Literatura LGBTQ+ de nuestra Boriquen, deteniéndome en varios autores como lo son Max Charriez, mi Gran Gurú; Daniel Torrres Rodríguez (Lucy qué tú sabes), José H. Cáez-Romero (Emperador von Drama) (Cicatriz de Fuego), Joey Pons y Moises Agosto Rosario (Poemas de lógica immune), Carlos Vázquez Cruz (Las siete Partidas), Yolanda Arroyo Pizarro (Caparazones), Luis Negron (Mundo cruel) y a Ángel Lozada (La Patografia). A tenor con estas lecturas me vuelvo a preguntar: ¿Existe una Literatura LGBTQ+ o solo Literatura?
He dedicado horas y horas para analizar esta pregunta. ¿Será necesario añadirle nuestras ciclas para destacarla o de esta manera la victimizamos?
Es cierto que es un género muy particular y que va dirigido a una comunidad muy definida. No todes están listes para leer tramas llenas de alusiones a sexo LGBTQ+, como se caracteriza esta literatura. No obstante, la Literatura está llena de sexo porque la vida está llena de sexo.
Es cierto que a veces me dedico a rumiar agendas que me agotan por su intensidad. Por un lado considero muy valientes a estes escritores que se atreven a explayarse, siendo yo uno de ellos. Hay que tener cuero de chivo para enfrentarse al mundo, exponiéndose al ostracismo. Yo lo tengo y me vanaglorio en ello. Por otro lado, es cierto que cada palabra escrita me exorciza de mis demonios. ¿A quién, no?
Te reto, Lector: ¿Existe una Literatura LGBTQ+ o solo Literatura? Dímelo tu…