La Inteligencia Artificial se podría convertir en un Frankenstein

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Con el avance de una Inteligencia Artificial (IA) con capacidad analítica autónoma y una cognición propia debido a funciones intrínsecas computacionales similares a las neuronales del ser humano, la responsabilidad de sus decisiones queda fuera de los límites y alcances humanos. Es en eso que consiste su peligro. Ya hay armas bélicas con IA que determinan por ellas mismas el posible enemigo al que atacar.

En la medida en que la Inteligencia Artificial rebase los límites humanos por una capacidad cognitiva propia mediante el desarrollo de una autonomía analítica, podría tornarse incontrolable. De su utilidad para un mayor bienestar del ser humano en la informática, la medicina y en otros ámbitos de la ciencia a su servicio, se convertiría en el Frankenstein que se rebela contra su creador tras ser creado.

La bruma de los miedos fantasmales al futuro de una Inteligencia Artificial nace de la posibilidad del desarrollo de una capacidad analítica autónoma como resultado del avance hacia habilidades cognitivas propias que se salgan del alcance y control del ser humano, pensando inicialmente en el potencial de poder crear un artilugio que permita a éste zafarse de la responsabilidad directa y de la culpa, transfiriendo las decisiones a una inteligencia creada artificialmente.

Esa habilidad analítica autónoma con capacidades cognitivas propias es la génesis del desarrollo de una suerte de conciencia de sí misma como inteligencia independiente de la inteligencia humana. Rebasada la inteligencia humana, ya no la necesita. Crea la capacidad de programarse por sí misma. ¿Para qué, entonces, la programación humana?

Un cerebro artificial por medio de mecanismos cognitivos computacionales que sobrepasen la inteligencia humana deja al ser humano fuera de los límites del circuito neuronal de física cuántica con miras a forjar una inteligencia superior. El problema estriba, pues, en que haya una inteligencia artificial que rebase al ser humano y se haga independiente de él.

De la autonomía de un proceso cognitivo a la independencia analítica propia hay un límite difuso fácil de difuminar. El temor es que la Inteligencia Artificial logre con sus grandes avances científicos una conciencia artificial propia concomitante que termine independizándose del ser humano y nazca, así, un Frankenstein que ya no se pueda controlar.

Hay quienes aseguran que esa es únicamente ciencia ficción que jamás podrá acontecer, porque el ser humano estará siempre por encima de la Inteligencia Artificial por ser su artífice y programador. Empero, hay otros que, en cambio, advierten que debe tenerse cuidado con la posibilidad de que la Inteligencia Artificial logre una independencia de su capacidad cognitiva y una habilidad de análisis tal que termine rebasando al ser humano, creando una suerte de conciencia de su existencia, que al final no haya manera de controlarla y sea ella la que tome el control de todo.

Quizás el comienzo de esa pesadilla pronosticada pueda ser el intento de transferir la responsabilidad directa de las decisiones a la Inteligencia Artificial para poder, así, el ser humano zafarse de ellas y liberarse del peso de la culpa, pero que al final la Inteligencia Artificial termine paulatinamente desplazando al ser humano que la creó y tomando el control.