Camino de lágrimas

Creativo

“Soy una raya en el mar, Fantasma en la ciudad…”

Clandestino, Manu Chau

Hola. Mi nombre es Diana y soy de un país de Centroamérica. Vivo con mi papá, madre y hermana. Ya a mis 13 años, mis manos se podía ver el adelanto de los años, una falsa juventud. Estaban llenas de callos y golpes por trabajar en la tierra. Esa era mi vida, salía de mi casa de madrugada y llegaba de noche a ayudar a mi madre y hermanita. Todos en mi casa, trabajan para guardar dinero y poder ir al norte. Ese país ofrecía grandes garantías de vida. Esa era la meta familiar.

Un día, papá desapareció de la casa. Nos asustamos, y pensamos que lo habían matado. No supimos nada de él. Yo tendría en aquel entonces unos 8 años y mi hermana unos 6. Pasamos hambre, aunque a veces abuela nos hacía comida, aunque nos trataba mal. Nos despreciaba.

- “Ustedes son unas putas. Por eso mi hijo se fue o fue asesinado” Nos decía abuela.

Mamá se fue a limpiar casas para mantenernos y alejarnos de abuela. A veces estaba todo el día y llegaba de noche muy cansada. Yo siempre le tenía algo de comer. Cualquier cosa que sacaba de la tierra o una gallina ya que aprendí a atrapar animales. Mucho caldo y agua para matar el hambre, eso era importante.

- “Eres un ángel Diana’, me decía mamá con los ojos llenos de lágrimas.

- “¿Como esta la escuela? - fue su siguiente pregunta.

Me sonroje ya que, por cuidar a mi hermana, hacia más de un mes que no iba a la escuela. Siempre me decía que ese era mi futuro y que cuando fuéramos al norte, podría entrar a un gran colegio y hacer una gran carrera.

- “La escuela va bien, mamá”- le conteste.

Cuando la mire, ya se había dormido, La desvestí, le pase un poco de agua, la bese y la deje dormir. Me fui con mi hermana y me recosté a su lado.

Pasaron unos años, y llegó un misterioso paquete. Mamá se fue al cuarto a abrirlo. Su cara se confundía entre una sonrisas y llantos. Lagrimas bajaban por sus jóvenes mejillas maltratadas por la vida. Nos sentó juntas y nos dijo,

- “Esta noche partimos. Recojan lo mínimo, el viaje es largo. - concluyó.

Así lo hicimos. Yo le hice un pequeño bulto de mano a mi hermana. Para mí, una mochila con semillas para matar el hambre.

Salí para despedirme de mi abuela, pero mamá me lo prohibió. Aun no se la razón.

Salimos de madrugada dejando atrás mi infancia. Entrando a una nueva etapa de mi vida.

Luego de un tiempo de caminata, mamá nos dijo que el paquete era de papá con un dinero para que nos encontráramos en la frontera cerca del país del norte. Eso fue una gran alegría para mí. Mi papá se acordó de nosotros. No estaba muerto.

Durante la difícil travesía, nos encontramos a un grupo de exiliados con las mismas intenciones, lograr una nueva vida en el país del norte. Nos unimos a la marcha de fantasmas, pero ocultando las instrucciones de mi papá hacia donde nos debíamos dirigir.

En algunos países nos apedreaban, nos escupían, violaban a algunas de las mujeres que iban en este camino de lágrimas. Decían ser nuestros hermanos latinos, pero no lo eran. Solo buscaban dinero y sexo.

Mamá tenía el dinero que había enviado papá muy bien escondido. Muchos trataban de comprar nuestra conciencia y no podían. Mamá era una personas muy fuerte y decidida.

Entre guerras y guerrillas, comunistas y capitalistas, soldados y policía, burlas y aplausos, dictaduras de derecha e izquierda, continuábamos todos nuestra marcha.

El olor a sudor, orina, vomito y mierda a veces se hacían insoportables. A penas teníamos tiempo de bañarnos o limpiarnos.

Un día, un líquido rojo salió de entre mis piernas, mi mamá me vio corrió hacia mí y me llevó entre los árboles. Me limpio con un paño, y me dijo que eso me iba a ocurrir todos los meses, que ya era su señorita. Me abrazo me beso y me dijo al oído, “ya no tengo bebe.” Con una hermosa sonrisa.

Luego de unas semanas, estábamos llegando a nuestro destino. Papá nos va a estar esperando para llevarnos a la tierra prometida. Él iba a tener los documentos listos.

Miramos el papel, y parece que ya estábamos en el lugar que papá nos estaría esperando.

Vimos a un señor vestido de militar, Su uniforme casi no le servía, tenía una gran barriga, un bigote muy grande y le faltaban unos dientes. Las gotas de sudor le bajaban por la cara y con un fuerte olor a licor. Tenía una cara tostada por el sol, una barba mal distribuida. Una sonrisa que no me demostraba confianza. Dirigía todo el tiempo su vista a las tetas de mamá. Se las devoraba con la vista. Debido al sudor y a la ropa desgarrada

por los malos caminos a mi madre, se le notaban mucho las tetas. Al tipo seguía saboreándoselas con la mirada.

Mamá preguntó por el nombre que estaba en la carta y por papá. El extraño hombre sonrió y pidió que le siguiéramos. Nos llevó a una habitación muy limpia, nos dijo que nos bañáramos y que había ropa en el armario.

Era prácticamente la primera ducha en unas semanas. Nos lavamos el pelo, nos cambiamos. Hacía tiempo que no veía a mamá tan hermosa. La ropa le quedo exacta. Se peino y se preparó para esperar a papá que la venía a ver. Nos llevaron unos trozos de carne con algunas viandas, agua limpia para beber. Parecía el paraíso.

Llegó otro hombre, esta vez, muy elegante y, le pidió a mamá que la siguiera. Nosotros nos quedamos sonriendo en la puerta, y a lo lejos vimos a papá…que emoción…Estaba recibiendo una maleta. Sería para nuestro viaje.

Le gritamos…no nos miró…

Le gritamos nuevamente…no nos miró…

Se estaba montando en un auto muy grande…nunca miro hacia atrás…

Mamá gritó y comenzó a correr hacia nosotras…

¡Qué estaba pasando!

El hombre sujetó a mamá. Otro cerró nuestra puerta. No podíamos abrir.

En varias horas llego mamá. Sangrando, con el vestido roto. Llorando.

Estaba casi desnuda. Sus negros pezones se podían apreciar completamente. Su pelo color noche estaba fuera de control por la gran ventolera.

No habló…solo lloró y nos abrazó.

Todos los días era lo mismo.

Una persona llegó y pregunto por la puta. Yo no entienda esas palabras. A nosotras nos trataban bien. Siempre guardábamos comida para mamá.

Mamá estaba resignada.

Y yo lloraba con ella todos los días. Esperaba que mi padre entrara por la puerta a rescatarnos.

Un día llorando me dijo,

- “Hija, si te vienen a buscar, bebe esto. Cierra los ojos, piensa en cosas bonitas.”

No comprendía.

En una tarde, un poco obscura y lluviosa, una señora elegante y me buscó al igual que a mi hermana.

Me vistió muy bien, me maquilló y me peinó. Ya yo tenía 15 años. Me enseñó comer elegantemente y que cosas beber.

Me llevaron a una casa súper grande.

Allí vi a unos señores que se reían entre ellos. Uno era muy blanco rubio y hablaba un idioma que no entendía. Otro que, si hablaba español, estaba vestido de militar, con muchas medallas en el pecho. Uno con una tez más negra, también vestido de militar con un raro sombrero, fue el primero que me vio. Había muchos más, que no alcanzaba a ver.

-Es más hermosa de lo que había pensado.”, comentó uno.

-Gorgeous girl, I want her for me.” Algo así dijo el otro.

Me colocaron en una tarima.

- “Miren esta belleza. Mestiza, virgen, recién llegada. Puede ser de uno de ustedes por esta noche. Veamos esos números.”- era lo que se escuchaba.

Y comenzaron a decir números. Un tipo con un micrófono decía de que aprovecharan a esta pequeña virgen. Me sacó una teta para que la vieran los presentes. Me abrió el traje y me hizo dar vueltas. Me bajó los panties y enseñó todo mi ser, mientras tocaba para demostrar mi virginidad. Yo solté una lagrima.

Hasta que uno de ellos, que no había visto, gritó de la emoción. Era un tipo alto, fuerte sin ningún tipo de expresión en su cara. Era rubio, casi sin pelo y de un color de piel medio rojizo. Tenía una boca pequeña, media virada y cara burlona. Parece que fue el ganador.

Me tomó por un brazo, me llevó a un cuarto y allí comenzó a golpearme y a romper mi ropa. Comencé a gritar y a correr dentro del cuarto… Se bajo los pantalones y me decía que me lo metiera en la boca.

No sabía que hacer buscaba una salida, ventana, …Papá, papá… ¿Dónde estás?

Finalmente me atrapó, me abrió las piernas y sentí un dolor tan profundo que perdí el conocimiento.

Cuando desperté estaba en mi cuarto, y mamá limpiándome y llorando. Mi hermanita nunca llegó. No supe más de ella. Mi mamá me dio una pastilla y me dijo que me la tomara y que me prometía no iba a sentir nada.

Todos los días era lo mismo, hasta mujeres iban al cuarto ese. Ya no sentía nada. Estaba muerta en vida. Aprendí de todo tipo de encuentros sexuales. Con 16 años, era una experta.

Ya iba casi un año de esto. Como mi mamá, ya estaba resignada. Me había convertido de una niña a una pertenencia.

Varios meses después, vino una persona, y dialogo con mi carcelero. Se dieron la mano, se abrazaron. Me dijo que me preparaba que ya me iba. Pregunté para donde y se rieron.

Me iban a montar en un avión por primera vez.

Llegué a un lugar con edificios muy altos. Hablaban un idioma muy extraño. EL viaje fue de unas diez horas. Mientras, continuaban las relaciones sexuales. Los señores del avión se turnaban. Yo solo cerraba mis ojos y pensaba en cosas bonitas.

Nunca volví a ver a mi mamá ni mi hermana, ¿Qué abra sido de ellas? ¿Estarán vivas? Al tiempo me llevaron a mi lugar original. Otro vuelo de 10 horas, y más relaciones. Me encerraron nuevamente en el pequeño apartamento. Pregunte por mi hermana y mamá….

Rieron…Uno de le dijo al otro…ya está lista para venderla…Se me acercaron los dos a la vez. Me estaba durmiendo. Tenía que hacer algo.

No puedo continuar así. Al que lea esta carta, si puede escapar, sea viva o muerta……

“Estas eran las palabras de la carta que encontré en el pequeño apartamento que me tenían encerrada. Sali en buscar de mejor vida. El papel estaba lleno de sangre y la letra casi no se entendía. ¿Qué habrá pasado con Diana?”

“Mi nombre es María, y estoy comenzando a escribir mi historia…