Franz Kafka y Praga

Voces Emergentes

Franz Kafka nació un 3 de julio hace 140 años, lo que me hace recordar mi primer viaje a Praga. Fue en 1994 y en la oficina central de trenes de Berlín no me ayudaban a conseguir boletos módicos para llegar a Praga que no estaba incluida en la red del Eurail. Alguien se apiadó de mí y me sugirió viajara en trenes checos. No eran cómodos pero sólo costó 7 dólares.

Praga estaba en plena transición del socialismo al capitalismo y la estación del tren albergaba a docenas de personas sin hogar. Viajamos en tranvía para llegar al célebre Castillo de Praga y casi nos arrestan cuando halamos una manigueta que frenaba el vehículo. Cruzamos a pie el hermoso puente peatonal Carlos y vimos la calle Nerudova que honra al poeta checo cuyo apellido usó el chileno Neftalí Reyes para su seudónimo literario Pablo Neruda. Visitamos el barrio judío con sus siete sinagogas. Nos maravillamos con la Plaza Vieja en la que un reloj astronómico en el edificio del Ayuntamiento congregaba a los pocos turistas que entonces visitaban la capital checa. Recorrimos la Plaza Wenceslao que es más un bulevar que una plaza, donde los checos le tiraban flores a los tanques rusos en la Primavera de Praga en 1968 cuando fue depuesto Alexander Dubcek. Buscamos y encontramos el pequeño hotel que el New York Times decía había sido devuelto a las monjas después de haber albergado una prisión política frente a la estación policiaca del centro de Praga.

Llegamos por la mañana y abordamos de noche el tren que nos llevó a Viena sin haber encontrado los sitios emblemáticos relacionados con Kafka.

Pasaron cinco años antes de regresar a Praga, ocasión en que previamente hice una investigación para encontrar esos sitios en que el espíritu de Kafka permanece en su ciudad natal.